El día que el constitucionalismo se unió contra el “autoritarismo" independentista
Granados (PSC), Rabell (CSQP), Carrizosa (Cs) y Fernández (PPC) recuerdan cómo se “pisotearon” los derechos de los diputados los 6 y 7 de septiembre de 2017 con la aprobación de las leyes de ruptura
7 septiembre, 2020 20:39Han pasado tres años desde que el Parlament aprobó las leyes de ruptura –del referéndum y de transitoriedad— en dos convulsas sesiones. Protagonistas de aquellas jornadas han explicado sus vivencias ante aquel “autoritarismo independentista” en una tertulia virtual titulada Los plenos de la vergüenza, 6 y 7 de septiembre de 2017, organizada por Impulso Ciudadano y S’ha Acabat!
Han participado Carlos Carrizosa, presidente del grupo parlamentario de Ciutadans; Eva Granados, portavoz de PSC-Units; Lluís Rabell, expresidente de Catalunya Sí que es Pot, y Alejandro Fernández, presidente del PP Catalán. Todos ellos han elogiado cómo las cuatro formaciones contrarias a un proceso que “pisoteó” sus derechos se unieron para visualizar las consecuencias de aquel “atropello”. Entre las anécdotas desveladas, el totalmente improvisado discurso de Joan Coscubiela, muy aplaudido.
Carrizosa: "Forcadell nos robó nuestros derechos"
Carrizosa ha recordado cómo se alteró el orden del día para introducir el debate de las leyes de ruptura, para soslayar la Mesa del Parlament, “para dar una cobertura legal por cauces ilegales que no hubieran pasado los controles de ningún país democrático. Es increíble aquello que ocurrió, no tiene parangón”. No ha dudado en asegurar que se “pisotearon” los derechos de los diputados al soslayar trámites parlamentarios. La señora Forcadell (Carme Forcadell, presidenta del Parlament ahora en prisión por participar en la organización del 1-O) nos robó nuestros derechos”.
Rabell: "Mantuvimos una cierta ambigüedad"
Rabell, por su parte, ha asegurado que la posición de su grupo fue siempre muy crítica con el planteamiento de un referéndum en aquellos términos. “Defendimos que debía ajustarse a la Comisión de Venecia --órgano consultivo del Consejo de Europa--, que establece que debe hacerse en el marco de la legalidad vigente, algo que esa convocatoria no tenía”. Sí ha admitido discrepancias internas porque “en el seno de la izquierda existía una cierta ilusión por un proceso democrático, se pretendía contemporizar con ese movimiento apoyado por un amplio sector de la sociedad. Había ganas de mantener una cierta ambigüedad”.
El activista vecinal cree que esa postura, que cristalizó en una abstención a su juicio contradictoria, da ejemplo de “las dificultades de abordar un problema que está latente sin una propuesta alternativa. Queríamos evitar lo que finalmente ocurrió, una fractura, una división social. De ahí que propusiéramos una reforma constitucional que diera salida a una consulta”. Lo que vino después, ha dicho, fue fruto de “un movimiento nacional populista”.
Granados: "Un ejercicio de autoritarismo en toda regla"
Granados ha recordado que los letrados avisaron a la mesa de que los proyectos de ley contravenían las directrices del Tribunal Constitucional. Desde el PSC nos cansamos de decir que si la Justicia avisaba de un delito, que luego no se quejaran”.
“Eliminaron trámites parlamentarios –ha añadido-- y se conculcaron el derecho de ir al Consejo de Garantías Estatutarias. Lo que no esperaban es que nos uniéramos y pudiéramos visualizar que se fragmentaba el Parlament y se dividía la sociedad, frente a un ejercicio de autoritarismo con toda las regla. Fue una mancha negra del parlamentarismo europeo. Se tienen que respetar los procedimientos y a las minorías. Había una mayoría parlamentaria, que no social, que se impuso”.
Fernández: "Un acto de humillación y atropello"
Fernández ha coincidido con el diagnóstico de que el procés se convirtió en un movimiento nacional populista “que siempre necesita de un líder mesiánico que interpreta la voluntad del pueblo. Carles Puigdemont, si se hubiera aprobado la ley de transitoriedad, hubiera tenido más competencias que un rey absolutista. También vimos esos días lo que nos esperaba a los opositores: se nos quitaba la palabra, se nos estigmatizaba”.
Fernández ha afirmado que “no sabíamos qué iba a pasar ante un acto de humillación y atropello. Pero allí no se rajó nadie.