Sostenía Jordi Pujol que había tres hechos que contribuyen a crear la imagen de corrupción política bastante o muy generalizada: "No está bien resuelto el problema de la transparencia de la financiación de los partidos políticos; es cierto que hay políticos corruptos y la corrupción es utilizada como arma de combate por muchos políticos, la mayoría de veces sin base".
Así se expresaba el expresidente en El libro rojo de Jordi Pujol, una especie de abecedario ideológico donde pasaba de puntillas sobre un tipo de fraudes que atribuía más a la percepción ciudadana que a una realidad.
Conspiración de silencio
Veinte años y decenas de investigaciones después --entre ellas, el fraude confeso de la familia Pujol--, algo queda de esa conspiración del silencio convergente. El Tribunal Supremo acaba de confirmar las condenas de los autores del expolio del Palau de la Música, así como la financiación irregular de CDC. Pero ni Artur Mas, ni sus sucesores Carles Puigdemont y Quim Torra han valorado esa sentencia. La única aparición de Mas en los medios tuvo lugar ayer, cuando TV3 recabó su opinión sobre sus vivencias sobre el confinamiento.
“Es cierto que la condena del Caso Palau se ha producido en plena pandemia y se podría entender que ha pasado desapercibida por ello. Pero ese silencio es muy propio de la mesocracia catalana. Existe una anomia consistente en escandalizarse por el caso Gürtel, pero cuando la corrupción toca de cerca, desaparece del debate”, afirma Joan Marcet, autor del libro Auge y declive de la derecha nacionalista. Del Palau de la Música al PDeCAT (Editorial Catarata), donde analiza el auge y caída de un partido que lo fue todo y que todavía mantiene el poder, aunque con siglas y corrientes internas diferentes.
PDeCAT, el cortafuegos que no ha funcionado
Marcet, profesor titular de Derecho Constitucional en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y miembro del Consejo Académico del CEVIPOF-SciencesPo-Paris, explica a Crónica Global que esas clases medias o burguesas que han gobernado Cataluña, lo que él denomina la upper Diagonal, “no quieren entrar en este tipo de cosas porque pueden reforzar a quien representa la alternativa de gobierno, en este caso ERC, a la que detestan”.
En su libro, Marcet explica que el caso Palau fue un elemento que abundó en la imagen deteriorada de CDC y que precipitó el cambio de siglas y la reconversión en PDeCAT a modo de “cortafuegos respecto a la etapa de Pujol y su entorno”. Aunque, a su juicio, "el PDeCAT ha fracasado en ese intento tapar el caso 3% o la mala praxis en la financiación del partido".
Oriol Bartomeus, politólogo y profesor de Ciencia Política en la UAB y la UB, también ha analizado esa anomia. “Los convergentes (reconvertidos, refundados o enmascarados) siguen al frente de la Generalitat. ERC no dice ni pío. La oposición pide comparecencias en el Parlamento. Pero la sociedad, que es lo que me preocupa, lo traga todo sin mover una ceja”, escribe en su blog.
Peticiones de comparecencia en el Parlament
Se refiere a las peticiones realizadas por PSC y Ciudadanos para que Artur Mas comparezca en el Parlament para dar explicaciones sobre el caso Palau. “Es lo menos que pueden hacer. No hay actividad parlamentaria, nadie sabe cuándo acabará la legislatura. La situación favorece ese silencio y el independismo todo lo justifica mediante ese yo solo me creo a los mios. Es decir, a TV3 o Catalunya Ràdio”, apostilla Marcet.
Y Bartomeus remata: “El debate no se ha producido. Un poco en la prensa, donde se supone que se producen este tipo de debates (dejad de lado la televisión, no es el mejor medio y en cualquier caso la principal cadena en catalán no lo hará nunca, ya que se ha convertido --y no es la única-- en altavoz de una posición política determinada). En ninguna parte. En parte, porque está la epidemia del Covid-19, o porque en estos tiempos acelerados nuestros la sentencia del caso Palau ya estaba enterrada hace tiempo. Pero esto no puede ser excusa. Una sociedad sana debate, discute, se interroga. Tampoco es que seamos muy diferentes de los demás”.
El 'caso 3%' y Laura Borràs
Junto al caso Palau, en los últimos días se han conocido también las imputaciones de cuatro exconsejeros del Gobierno de Mas por el caso 3% que investiga la Audiencia Nacional, relativo al cobro de comisiones por adjudicación de obra pública, así como las novedades sobre el fraccionamiento de contratos en la Institució de les Lletres Catalanes (ILC) bajo la dirección de la exconsejera y actual diputada de Junts per Catalunya, Laura Borràs. Unos hechos que, según el Tribunal Supremo, presentan indicios de malversación, falsedad documental y prevaricación.
Pedro Arancón, presidente de Plataforma por la Honestidad (PxH) entidad referente en la lucha contra la corrupción, afirma en declaraciones a este medio que “mucho se habla sobre las redes clientelares del PSOE de Andalucía (de izquierdas y españolista), de ese voto cautivo del proletariado comprado a base del chantaje infame a cambio de unas ayudas sociales miserables. Pero lo que está sucediendo en Cataluña es más de lo mismo: se acaba de ratificar la condena del caso Palau, 23 millones de euros afanados con otro partido político implicado: CDC (de derechas y catalanista)”.
Arancón precisa que “la corrupción no entiende de banderas ni de posicionamiento político. Es más, me atrevería a decir que utilizan en todos los bandos el sentimiento patrio y el legítimo posicionamiento de cada ciudadano como palanca para pertrechar sus infamias”.
El silencio burgués
El presidente de PxH cree que “la política en mayúsculas de la que tanto se está hablando estos días brilla por su ausencia en este país (en todo el territorio), salvo honrosas excepciones, que también las hay. Si hubiese honestidad, en estos momentos los sectores burgueses independentistas de la sociedad civil catalana, así como los herederos de CDC, no tratarían de silenciar el caso Palau, caso de rabiosa actualidad en estos momentos, quizás porque de esta manera no avivan la llama que hace peligrar sus respectivos negocios o, quién sabe, porque muchos han formado parte de esa red clientelar burguesa y catalanista en este caso”.
Subraya Arancón que “lo importante es que nada de esto se repita, y con ese silencio, desde luego, no ayudan, además de generar sospechas. La pregunta es: las tramas actuales, si las hubiese, ¿cuando se destaparán? El tiempo lo dirá”.