“Será duro”. Reflexión breve de fuentes republicanas, pero que resume perfectamente el estado de ánimo de ERC ante una nueva legislatura española que le ha dado un protagonismo sin precedentes, pero que le pone en el punto de mira del independentismo más intransigente.
Dicho de otra manera, la abstención de ERC en la investidura de Pedro Sánchez, fruto de una negociación difícil pero bien manejada, da paso a una etapa en la que el núcleo duro de Carles Puigdemont y Quim Torra pedirá rendición de cuentas al partido liderado por Oriol Junqueras. Lo peor empieza ahora.
De hecho, el independentismo más radical no tardó ni 24 horas en manifestarse contra el pacto entre ERC y PSOE. Los republicanos intentaron ganar tiempo con la áspera intervención de su diputada Monserrat Bassa en la sesión de investidura --“me importa un comino la gobernabilidad de España”, dijo la hermana de la exconsejera Dolors Bassa, que cumple condena por el procés.
Bassa (ERC) durante la investidura de Sánchez / EUROPA PRESS
Fue la dosis de activismo independentista con el que los republicanos pretendían romper esa imagen de entrega a “PSOE del 155” y que el entorno mediático de Puigdemont aplaudió. Jugaba a su favor que Junts per Catalunya (JxCat) votara no junto a PP, Ciudadanos y Vox en una de las sesiones más crispadas de la democracia. Pero no fue suficiente. "No podemos votar en contra de Cataluña y a favor de la represión", dijo la líder catalana de JxCat en las Cortes, Laura Borràs. Frase lapidaria que impactó en la línea de flotación de ERC.
Los Comités de Defensa de la República (CDR), bendecidos por Torra, se movilizaron en contra de ese acuerdo, mientras que gurús del secesionismo unilateral como Agustí Colomines exigían ya resultados. Y han puesto en marcha la cuenta atrás para la convocatoria de la mesa de diálogo entre Gobiernos pactada entre socialistas y republicanos, que en teoría se debe celebrar en quince días. No obstante, el flamante presidente español no informará de la composición de su nuevo Ejecutivo hasta la próxima semana.
"Batalla digna de Juego de Tronos"
Lo dijeron expertos consultados por Crónica Global: se avecina una batalla entre Junts per Catalunya y ERC “digna de Juego de Tronos”. Y aunque son los republicanos quienes tienen a su líder en prisión, JxCat juega la carta de la inhabilitación de Torra, frenada el pasado sábado en un Pleno del Parlament que visualizó la unidad de las formaciones independentistas. JxCat, ERC y CUP votaron a favor de mantenerle en el cargo, pero también reivindicaron el derecho a la autodeterminación y la amnistía de los presos, exigencia esta última que los neoconvergentes priorizan.
Asimismo, apretaron filas contra la monarquía, cuestión que precisamente ayer estuvo muy presente en la decisiva sesión de investidura de Sánchez. Sus referencias a Azaña, presidente de la República, fueron respondidas desde la bancada conservadora con gritos de “¡Viva España!”. Fue la máxima expresión de la polarización existente en el Congreso, donde Junts per Catalunya ha quedado fuera de juego.
Pero ERC sabe que donde se juega su futuro es en Cataluña. La legislatura está agotada, los socios de Gobierno ya no se soportan y las crisis se cierran en falso. La penúltima tuvo que ver precisamente con el pacto de ERC con el PSOE, que obligó a Pere Aragonès, vicepresidente del Govern, a calmar los ánimos de Torra, en una cumbre al más alto nivel. La cuestión se saldó con críticas por parte del president y con puntualizaciones sobre el alcance del pacto. Una cosas son los partidos, dijeron, y otra los Gobiernos. Y ahí, los fieles al president insisten en que esa pretendida mesa de diálogo debe estar protagonizada por el mandatario catalán.
Torra, amortizado
Sin embargo, en JxCat ha comenzado la carrera por la sucesión de Torra, al que ya se da por amortizado, pues el blindaje parlamentario tiene fecha de caducidad, una vez el Supremo confirme la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Tras la renuncia de Carles Puigdemont a su escaño catalán, requisito para ejercer como eurodiputado, las miradas vuelven a Laura Borràs. "Sus compañeros de filas la llaman presidenta. Ella no lo niega", explican fuentes parlamentarias. Algo que no agrada a Torra --su toque de atención a quienes ya le daban por inhabilitado dentro del partido no ha servido de mucho--, pero los problemas judiciales son un importante hándicap para la diputada.