Unos días antes y con la excusa de la detención de miembros de los CDR acusados por terrorismo tras una larga investigación judicial. El independentismo, que tenía prevista una contundente respuesta frente a la próxima sentencia del Tribunal Supremo sobre el 1-O, ha anticipado sus planes. Es consciente de que el procés soberanista unilateral, de octubre de 2017, ha resultado un fracaso, pero la tentación vuelve a ser enorme. El Parlament vivió este jueves un ambiente similar al sufrido en los días 6, 7 y 8 de septiembre de hace dos años, con la expulsión esta vez del hemiciclo del diputado de Ciudadanos Carlos Carrizosa.

Los diputados de Junts per Catalunya, con el apoyo incondicional de la CUP, podrían arruinar toda la estrategia de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que tampoco puede mirar para otro lado en un momento en el que unos jóvenes, miembros de los CDR, han sido conducidos a prisión por orden de un juez. Lo que está en juego es un posible salto cualitativo en el independentismo, que ha 'exhibido' su condición pacífica en todos estos años, aunque para los partidos no independentistas se ha producido violencia, con un control exhaustivo del ámbito público que se puede ilustrar con ese lema de “las calles serán siempre nuestras”.

"Libertad, libertad"

Si ERC estaba dispuesta a movilizarse tras la sentencia, pero con el objetivo de forzar ya unas elecciones, con el argumento de que es imposible aprobar unos nuevos presupuestos de la Generalitat para 2020, lo ocurrido este jueves lo puede condicionar todo. Fue, precisamente, el republicano Ernest Maragall quien se encaró con Carrizosa y clamó “por la libertad” frente a los que considera unos “provocadores”. La animadversión contra Ciudadanos es cada vez mayor, y el partido de Albert Rivera lo aprovecha. Fue la diputada y portavoz de la formación naranja, Lorena Roldán, quien exhibió, el miércoles desde el atril, una fotografía de los atentados de ETA en Vic para reprochar al independentismo que defendiera a los miembros de los CDR investigados.

La mayoría independentista en el Parlament gritaba “libertad, libertad”, cuando se conoció la noticia de que el juez dictaba orden de prisión incondicional para los investigados por la Audiencia Nacional, descalificando la investigación judicial. Y eso acabó en una bronca monumental. Ni el PSC ni el PP, con sus llamadas al orden y a la necesidad de que se produjera un necesario equilibrio --“la defensa de las instituciones y de la separación de poderes”, en palabras del máximo dirigente socialista, y de defensa de la “gran democracia española", según el líder del PP catalán-- pudieron apaciguar los ánimos. Y es que el independentismo quiere ya anticipar las movilizaciones para forzar al Estado a iniciar una negociación, que no se ve ni a medio ni a largo plazo en estas circunstancias.

Carlos Carrizosa durante la rueda de prensa / CANAL PARLAMENT

Contra la Guardia Civil

La inminencia de unas nuevas elecciones generales, para el 10 de noviembre, lo complica todo más. Ciudadanos entiende que sin un mensaje cada vez más contundente sobre Cataluña apenas tendrá opciones para mantener sus resultados. La formación de Albert Rivera insiste en que es Cataluña, la llamada constante de los independentistas a la movilización, lo que lastra el futuro de España.

El independentismo ya ha comenzado a correr. Y el Parlament volvió a las andadas, con resoluciones como la petición de echar a la Guardia Civil de Cataluña, con los votos de Junts per Catalunya, ERC y la CUP. Eso llevará a un enfrentamiento directo con el Gobierno, que a última hora de la noche de este jueves daba a conocer que iba a recurrir esos acuerdos adoptados en la Cámara catalana.

Aragonès, serio

Insiste el independentismo en que desde 2012, con la primera gran Diada, todo se ha producido de forma pacífica y que ahora “la represión del Estado” será cada vez mayor, con los políticos presos con posibles condenas. La necesidad de Carles Puigdemont de tensar la cuerda --porque es también su única salida personal, la de mantener el conflicto vivo-- empuja a Junts per Catalunya. Es lo que desea la CUP, que marcó la agenda del independentismo desde las elecciones de 2015, forzando la retirada de Artur Mas, y la llegada, precisamente, de Puigdemont.

La presidenta del grupo parlamentario de Ciudadanos, Lorena Roldán, en el Parlament / EFE

Y ERC, con unas bases de militantes siempre sensibles a esas movilizaciones, intenta mantener el tipo. El rostro serio de Pere Aragonès, que no gritó “libertad” en ese momento, cuando el presidente Torra, que lo tenía a su lado, lo hacía de forma desaforada, ilustra la posición delicada de los republicanos.

Concentraciones

Las llamadas a las concentraciones en la calle fueron constantes. La ANC ha recuperado su brío, tras la organización de la pasada Diada que distó mucho de las ambiciones iniciales del independentismo. Tras un largo cansancio, con la percepción de que la sentencia del Supremo podría estar ya amortizada, el independentismo se reactiva.

Esas concentraciones se produjeron en Sabadell, donde más personas se han detenido, formando parte de los CDR; en Barcelona; en Girona, Lleida, Tarrgona y Vic, entre otras.