Oriol Junqueras conversa con Gabriel Rufián, ambos de ERC, en el Congreso de los Diputados / EFE

Oriol Junqueras conversa con Gabriel Rufián, ambos de ERC, en el Congreso de los Diputados / EFE

Política

Junqueras corta el hilo del independentismo y asume que será ‘el traidor’

El líder de ERC, con toda la dirección del partido, avaló la abstención en la investidura de Sánchez y abre la guerra con el mundo de Puigdemont con todas las consecuencias

29 julio, 2019 00:00

Hay una expresión que repite la dirección de Esquerra estos días: “Pase lo que pase”. Después de muchas dudas, los republicanos tienen una estrategia que pasa por dos cuestiones: gobernar Cataluña y asumir que la independencia, si llega, será de aquí a algunos largos años. El traidor es Oriol Junqueras, el mismo –eso se asume también con cierta amargura— que no se movió ni dio un golpe en la mesa en los difíciles días de octubre, cuando dejó que Carles Puigdemont se liara la manta a la cabeza anunciando que convocaba elecciones, para pasar a defender una declaración de independencia que tampoco se aplicó.

Junqueras avaló la abstención de Esquerra en la investidura de Pedro Sánchez, que supone el primer paso de los republicanos para traducir a hechos lo que se ha expresado de forma pública –no tan clara— como en privado. El partido, que ahora dirige Pere Aragonès, con los consejos oportunos de Joan Tardà, y con el apoyo también de Roger Torrent, el presidente del Parlament (corta todas las iniciativas unilaterales que presenta Junts per Catalunya en la Cámara), ha asumido que entra en una guerra abierta contra Junts per Catalunya, que, para Esquerra, es lo mismo que decir la ex-Convergència.

Desde el Govern para influir

Con todo ese mundo en ebullición, con Carles Puigdemont intentando reorganizar ese espacio, bajo su mando, Esquerra cree que esta vez su apuesta tendrá premio electoral. Es lo que se busca, pese a todas las retóricas del mundo independentista. Lo que está en juego, como los mismos implicados admiten en sus conversaciones privadas, es el poder de la Generalitat. Porque sólo desde ese poder se podrá dar un cambio en la sociedad catalana: con políticas públicas, pero también con políticas clientelares, con influencia y con discurso político. Esquerra aspira a lo que hizo la Convergència de Jordi Pujol, que sigue teniendo a sus hombres y mujeres en lugares clave, desde el mundo asociativo a los colegios profesionales, como Jaume Padrós, del Colegio de Médicos. Ese mundo, sin embargo, está en declive y lo quiere recoger Esquerra.

Gabriel Rufián durante su intervención en la sesión de investidura de Pedro Sánchez / EFE

Gabriel Rufián durante su intervención en la sesión de investidura de Pedro Sánchez / EFE

Tras la votación en el Congreso, con un discurso de Gabriel Rufián que se ha mutado en un diputado veterano y consciente –ha entendido que se han acabado las bromas, la retórica fácil y las acciones juveniles—, Oriol Junqueras lanzó un mensaje para asumir el reto que supone lidiar con el independentismo de Puigdemont: “Desde la prisión de Lledoners y no desde el Congreso donde un millón de ciudadanos catalanes votaron a ERC me conjuro, nos conjuramos, a mantener la vía del diálogo y de la negociación para resolver el conflicto. Somos independentistas y demócratas convencidos”.

Votaciones y pactos

¿Se puede fiar la sociedad catalana y española de ERC? La apuesta en el debate de investidura tiene “su valor”, se insiste desde la dirección de los republicanos. Implica una defensa de la gobernabilidad, de un gobierno “español”, y una alianza con la “izquierda española”. Aunque a Esquerra le gusta recordar esos lazos históricos (con esa idea “republicana”, pensando que no han cambiado tantas cosas desde la II República, donde se establecieron acuerdos con los socialistas), lo que ocurrió en el Congreso supone un cambio importante en el seno del independentismo. Mientras ERC decidía abstenerse, Junts per Catalunya, el partido de Puigdemont, votaba en contra de un candidato del PSOE.

La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie (d), saluda al diputado del PDeCat, Albert Batet (2i), en el auditorio del Fòrum / EFE

La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie (d), saluda al diputado del PDeCat, Albert Batet (2i), en el auditorio del Fòrum / EFE

Las cosas han comenzado a cambiar con hechos concretos. Esquerra ha establecido pactos con el PSC en distintos municipios catalanes, en perjuicio de Junts per Catalunya. Y éstos lo han hecho también con el PSC en contra de ERC. El problema más grave para los republicanos ha sido la pérdida del Ayuntamiento de Barcelona, después de que Ernest Maragall hubiera ganado las elecciones. Eso duele más --se admite-- que la Diputación de Barcelona, donde todas las fuerzas políticas, al final, acaban participando en el organismo supramunicipal, que es una gran plataforma para acometer inversiones en todos los ayuntamientos de la provincia.

Los medios de la Generalitat

El enorme problema para Esquerra, sin embargo, es que no controla la llave de la convocatoria electoral en Cataluña, que la tiene Quim Torra, el presidente de la Generalitat, el hombre de Puigdemont. Y sabe que desde los medios de comunicación públicos, como TV3 y Catalunya Ràdio, desde las redes sociales y de asociaciones como la ANC, la presión a partir de ahora será “terrible”. “Estamos determinados, vamos a seguir en esa línea, que huye del bloqueo y de un independentismo infantil”, señala una fuente de la dirección pese a todo.

Josep Costa, Laura Borràs y Quim Torra, fieles a Carles Puigdemont, en el Parlament / CG

Josep Costa, Laura Borràs y Quim Torra, fieles a Carles Puigdemont, en el Parlament / CG

¿Será suficiente? Los alfiles de Puigdemont han comenzado la guerra: Laura Borràs, Josep Costa, Míriam Nogueras, o Albert Batet, que se despachó con una frase ciertamente infantil: Esquerra es el “pagafantas” de Sánchez.

El hilo del independentismo lo está rompiendo Esquerra. Por ahora, y según las encuestas, esa apuesta puede tener premio. De hecho lo ha tenido ya: pese a no poder lograr la alcaldía de Barcelona, los resultados dejaron a Maragall con 10 concejales, por los cinco de Elsa Artadi, al frente de Junts per Catalunya.