Es el tercer jefe que tienen los Mossos d’Esquadra en apenas un año. Y ha llegado para quedarse, al menos hasta la sentencia del Tribunal Supremo, que preconiza movilizaciones en la calle. De ahí que el consejero de Interior, Miquel Buch, quiera asegurarse de que cuenta con un mando sensible a la causa independentista. Eduard Sallent, el elegido, lo es. Y sustituye a Miquel Esquius, quien se despide defendiendo la neutralidad política y sin que Buch le consultara la creación de la polémica unidad de escoltas del presidente Quim Torra.
Fuentes sindicales subrayan el “ascenso meteórico de Sallent”, recién nombrado comisario en un proceso de libre designación y que, aseguran, nunca ha pisado la calle.
En paralelo, la reciente reestructuración en Servicios Penitenciarios encumbra a secretario general a Armand Calderó, máximo responsable del excarcelamiento de Oriol Pujol y conocido por llevar lazo amarillo y defender la liberación de los presos independentistas. También preconiza la política penitenciaria de la Generalitat --Cataluña es la única comunidad autónoma que tiene competencias en Prisiones-- tras la sentencia del 1-O.
"Una decisión política"
Para el Sindicat de Policies de Catalunya (SPC), el relevo de Esquius por Sallent es “una decisión política y como tal no las comentamos. El tiempo dirá si ha sido hecha en base a criterios técnicos o políticos. Un cuerpo policial no puede estar cambiando de Jefe del Cuerpo cada seis u ocho meses”.
Se refieren al hecho de que, durante el mandato de Buch, los Mossos han tenido tres jefes diferentes: Ferran López, Miquel Esquius y ahora Eduard Sallent.
Miquel Esquius, exjefe de los Mossos d'Esquadra
“En todo caso --añaden estas fuentes-- no sabemos si somos el único cuerpo policial que tiene un jefe recién designado Comisario. Normalmente estos cargos se reservan o se deberían reservar a gente que lleva más tiempo nombrada”. En SPC se preguntan si Esquius “lo hacía tan mal como para relevarle” o si Sallent “lo hará mucho mejor. El tiempo lo dirá”.
Recién elegido comisario
En efecto, Sallent es uno de los ocho altos mandos que fueron ascendidos a comisarios el pasado mes de abril, todos ellos seleccionados en un proceso de libre designación por la Consejería de Interior. La mayoría tienen un perfil soberanista. "Se ha saltado a otros comisarios que llevaban más tiempo y tenían mejor posición para ser jefe de los Mossos. Es un tipo listo y objetivo. No se ha posicionado nunca políticamente, aunque le consideran apadrinado de Jordi Pujol y le habían vinculado puntualmente con UDC", explica un mando policial. Asegura que quienes han trabajado con él "le tienen en buena consideración".
Sallent, de 47 años y licenciado en Filosofía, se incorporó a la Policía de la Generalitat hace 22 años. Sustituyó a Manel Castellví al frente de la Comisaría de General de Información. Ha formado parte como experto de misiones internacionales en materia de seguridad, bajo la dirección de la ONU y del Consejo de Europa. Durante el referéndum del 1-O era el jefe de Análisis de la Comisaría General de Información.
Comenzó su carrera en Girona y, según fuentes policiales, “nunca ha pisado la calle”. Otro mando de los Mossos subraya su perfil “politizado”, que se remonta a su juventud, cuando formó parte de la soberanista Federació Nacional d’Estudiants de Catalunya (FNEC), donde coincidió con la actual presidenta de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Elisenda Paluzie.
Los Mossos independentistas han dado la bienvenida a Sallent en las redes sociales con su perfil @Guilleries_mossos, pero ya le han puesto deberes. “Esperamos que ponga el CME al servicio de la voluntad mayoritaria del Pueblo Catalán y evite la vergüenza de asistir a actos organizados por los enemigos de Cataluña. Y una primera medida: abolir el servicio Toga”, han escrito. Se refieren al dispositivo de Mossos que se puso en marcha a raíz de los ataques perpetrados con estiércol y excrementos por los Comités de Defensa de la República (CDR) contra edificios judiciales a finales del año pasado.
Asimismo, en la advertencia de estos agentes activistas va implícito el malestar generado por las cargas policiales que se llevaron a cabo, bajo el mandato de Esquius, contra radicales que intentaron boicotear dos homenajes a la Constitución en diciembre de 2018. El presidente Quim Torra aseguró en sede parlamentaria que abriría expedientes y depuraría responsabilidades dentro de los Mossos por esas cargas. De esta forma respondía a las exigencias de la CUP, muy crítica con esa intervención.
"Cese fulminante"
Casi seis meses después ha tenido lugar ese relevo en la jefatura de los Mossos. Fuentes sindicales valoran positivamente la gestión más técnica que política de Esquius, quien en una carta de despedida de sus agentes reconoce que su destitución le ha cogido por "sorpresa", y defiende su gestión apelando a la "neutralidad política". Aseguran que la decisión de crear un servicio de escolta para Quim Torra --la denominada Área de Seguridad Institucional-- se tomó sin consultar con el ex jefe de los Mossos.
“Ha sido fulminante”, afirman esas fuentes sindicales, que enmarcan ese relevo en los preparativos de la Generalitat de cara a la sentencia de Tribunal Supremo sobre el referéndum del 1-O. “Es posible que se produzca una primavera catalana con altercados en las calles en protesta por las condenas. Por eso es necesario garantizar que habrá al frente de los Mossos un mando sensible a la causa independentista”, explican.
Buch justificó ayer el cambio en la necesidad de pasar de "una etapa puente" a un período más normalizado a nivel "institucional y organizativo" para afrontar "nuevas visiones, nuevos objetivos y nuevos retos de cara al futuro" ya que, afirma, "estamos en un momento de gran complejidad política y social". Por su parte, Sallent ha asegurado que su objetivo es "sacar al cuerpo del debate partidista".
La excarcelación de Oriol Pujol
También forman parte de esos preparativos la reestructuración que, en el mes de enero, se llevó a cabo en el ámbito penitenciario catalán. La Generalitat tiene las competencias en prisiones, de ahí que haya podido excarcelar a Oriol Pujol, exsecretario general de CDC condenado a dos años y medio por el llamado por el Caso ITV, a pesar de que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria le revocó el tercer grado (régimen abierto). El seguimiento de los presos y las juntas penitenciarias dependen desde 1984 de la Dirección General de Servicios Penitenciarios que, hace cinco meses, fue absorbida por una nueva secretaría de Medidas Penales, Reinserción y Atención a las Víctimas.
El presidente Quim Torra, y el secretario general de Prisiones, Amand Calderó (d), ambos con lazo amarillo/ EFE
Al frente de la misma se encuentra el hasta entonces director, Armand Calderó, quien luce lazo amarillo en los actos y se ha manifestado a favor de la liberación de los presos independentistas que son juzgados estos días en el Supremo. Ahora se encuentran el régimen preventivo y en cárceles de Madrid mientras se celebra el juicio pero, si la sentencia es condenatoria, cumplirán sus penas en las prisiones catalanas.
De ahí que la liberación de Pujol preconice, según fuentes sindicales, el tipo de tratamiento que se puede otorgar a los condenados secesionistas. El artículo utilizado para permitir que el hijo del expresidente Jordi Pujol solo vaya a la cárcel a dormir es el 100.2 del reglamento penitenciario, según el cual, a los efectos de flexibilizar el sistema de clasificación la Junta de Tratamiento del Centro Penitenciario, se permite al interno salir a trabajar al exterior sin estar clasificado en el tercer grado del tratamiento. El objetivo es estabilizar y potenciar las esferas sociofamiliar y laboral del interno en aras a su reinserción social.