Eva Parera: "El miedo al qué dirán nos ha llevado a la situación actual"
La abogada y dirigente de Unió ha sido una de las primeras voces dentro del catalanismo conservador que ha dado su apoyo a la candidatura de Manuel Valls
17 diciembre, 2018 00:00Eva Parera (Barcelona, 1973) es consellera del Consell Audiovisual de Catalunya (CAC). También fue senadora por CiU hasta 2014, poco tiempo antes de que se rompiera la coalición formada por CDC y UDC debido al procés independentista. Ha sido una de las primeras voces dentro del catalanismo conservador en apoyar públicamente la candidatura de Manuel Valls para la alcaldía de Barcelona. Aboga por el pacto y por el diálogo, rehuyendo de las "trincheras políticas". Por ese motivo no tiene inconveniente en compartir escenario con Ciudadanos para avalar al exprimer ministro francés: "Los buenos políticos suman, los malos dividen", asegura.
--Manuel Valls es el político catalán que más lejos ha llegado y el más conocido mundialmente. ¿Es también el más importante?
--Las comparaciones extemporáneas son muy difíciles puesto que las circunstancias políticas, económicas y sociales de cada tiempo contribuyen a marcar la importancia que ha tenido cada político en su época. Lo que sí es cierto es que para Barcelona y para Cataluña, contar con una persona de la talla política de Manuel Valls es un privilegio. Ascender en la política francesa hasta el cargo de primer ministro es un camino que no está al alcance de todo el mundo: requiere capacidad, credibilidad, sacrificio, espíritu de trabajo, de servicio… Medir a un político por su CV es importante, especialmente si es como el de Manuel Valls, pero si yo tuviese que destacar un rasgo sería el de su capacidad de compromiso con el ciudadano. La política es principalmente vocación de servicio, pero desgraciadamente estamos demasiado acostumbrados a ver como los políticos se acomodan en sus cargos, en sus trincheras ideológicas, son muy reacios a asumir riesgos y en sus reflexiones siempre prima el interés del partido por encima del interés de los ciudadanos quienes son, al fin y al cabo, a quienes representan y sirven.
--Usted viene de UDC, ¿alguna vez se imaginó formando parte de un proyecto que engloba, también, a Ciudadanos?
--La ideología de Cs y la mía son muy distantes en muchos aspectos, por eso no soy militante ni votante de Cs. Mi apoyo a la candidatura de Manuel Valls no es un voto a Cs, es un voto a Manuel Valls, un candidato que no milita en ninguna formación política y que llega a Barcelona con la voluntad de cambiar el rumbo que ha tomado la ciudad como consecuencia del desgobierno de Ada Colau. Si Cs decide, como así ha manifestado públicamente, dar su apoyo a Manuel Valls bienvenido sea. ¡Ojalá otras formaciones políticas también lo hiciesen! En política debemos aprender a convivir con aquellos que piensan de forma distinta. La sociedad es plural y es deber de aquellos que ejercemos cargos públicos representarla lo mejor que podamos. Las trincheras, los vetos, los prejuicios y sobre todo el miedo al qué dirán nos han llevado a la situación política y social en la que estamos. Mi militancia política siempre ha sido en partidos que defendían el pacto y el diálogo. ¡Pues practiquémoslo! Si para Cs no es un problema mi apoyo a Manuel Valls, ¿por qué tendría que serlo para mí el suyo? Los buenos políticos suman, los demás dividen.
--Usted representa una de las principales voces dentro del catalanismo que aboga por la reconstrucción de este espacio. ¿Este espacio sigue existiendo o lo ha capitalizado el independentismo? O, por el contrario, ¿hay muchos votantes huérfanos por la deriva secesionista del catalanismo?
--Por supuesto que existe, y más vivo que nunca. Creo que debemos diferenciar el independentismo del catalanismo. Son dos formas de sentir y expresar la catalanidad totalmente distintas. El independentismo siempre ha existido en la sociedad catalana, el ejemplo es ERC, y siempre se ha diferenciado de lo que representaba CiU. El problema radica cuando el independentismo como ideología política democrática da un salto al vacío y se convierte en una ideología política que abraza formas de actuar no democráticas. En otras palabras, se radicaliza. Pero que el ruido no nos confunda. Somos muchos los que seguimos creyendo que las leyes deben respetarse, que los escraches no son una forma democrática de expresión y que para defender un mayor autogobierno de Cataluña no hay que ir en contra del resto de España, sino hacerlo desde el diálogo, el respeto, el marco de la ley y la lealtad institucional. A este catalanismo latente en la sociedad le diría que no están solos, que nadie les ha abandonado, y que hay más gente como yo que quiere y puede ser su voz.
--En su discurso durante la presentación de Valls abogaba por finalizar con la división. La estrategia de Valls parece que pase por superar el techo que han encontrado los dos bloques (los nacionalistas, por un lado, y Ciudadanos por el otro).
--Lo preocupante es que no todos los que ejercemos responsabilidades públicas estemos abogando por finalizar con la división. Y más preocupante aún es que algunos incluso la fomenten. El y tu más es el peor enemigo del consenso porque impide escuchar e impide dialogar. Decía en mi discurso que era mi responsabilidad y la de todos seguir el ejemplo de Manuel Valls al comprometerse y arriesgar. Si ante la situación política y social que vivimos, aquellos que tenemos responsabilidades públicas no asumimos riesgos y nos comprometemos, ¿cómo vamos a pedirles a los ciudadanos que lo hagan? Es nuestra obligación dar ejemplo. Si quiero dialogar con alguien me siento a la mesa, y no espero que lo haga el otro primero. Manuel Valls nos ha dicho a todos que para él Barcelona es lo primero. Y no sólo nos lo dice sino que nos lo demuestra abandonando todo para venir a trabajar para Barcelona. Esto son hechos y no sólo palabras. Y lo que de verdad necesitamos más que nunca son hechos y no palabras. Si creemos que no podemos dejar Barcelona en manos del actual gobierno ni en manos de unos partidos independentistas que animan a hacer escraches y a tomar las calles, ¿por qué no somos capaces de dialogar y de sumar? No hacerlo es también una irresponsabilidad que contribuye a mantener vivos esos dos bloques.
--También dice que no quiere que Barcelona sea el campo de batalla del independentismo. ¿Qué debe ser Barcelona?
--Una capital. De Cataluña, de España y de Europa. Una ciudad donde todos quieran venir y donde todos quieran y puedan vivir y trabajar. Una marca, un referente, un ejemplo, una puerta a Europa. Mi ciudad es demasiado preciosa, cálida y acogedora como para ser utilizada, desprestigiada y abandonada por gobernantes irresponsables o incapaces.
--Usted, como catalanista que procede de UDC, ¿cree que la herencia de Maragall fue buena para Barcelona?
--Creo que Maragall fue uno de los mejores alcaldes que ha tenido Barcelona. Su visión de cómo debía ser la ciudad permitió a Barcelona convertirse en una capital europea con todo lo que el concepto conlleva. Su éxito se debió a que fue capaz de hacer entender a todo el mundo que sólo se progresa trabajando en equipo. Quizás éste fue su mayor logro. Hoy parece una quimera que las instituciones públicas, los ciudadanos, el tejido empresarial, el mundo de la cultura, del deporte, todos, sumen esfuerzos para trabajar en una misma dirección. Pero es a lo que debemos aspirar. Por eso doy mi apoyo a Manuel Valls. Porque está dispuesto a sumar y, en lugar de cerrar puertas, las abre.
--También afirma que estas elecciones no van de partidos políticos. ¿Es esto entrar en la lógica del nacionalismo --y sus elecciones plebiscitarias, etc. -- o es un ejercicio de realismo para recuperar Barcelona?
--Estar en un partido político te da seguridad. Tienes un marco ideológico en el que moverte. No obstante, tal y como manifesté en mi intervención, no creo que estas elecciones vayan de ideologías, a pesar de que desde las candidaturas independentistas querrán enmarcarlas dentro del debate “independencia sí o no”. En estas elecciones tendremos que hablar de lo que queremos para Barcelona. Lo que nos propone Manuel Valls es innovador. No estamos acostumbrados en España ni en Cataluña a derribar nuestras “fronteras” partidistas, pero la situación exige amplitud de miras y mucha generosidad. La ciudad está primero.
--¿Qué le preocupa más: el "populismo" que, a juicio de Valls, hace Colau o la deriva nacionalista del Govern?
--Aborrezco todo populismo. Es simplón, trata al votante como una persona incapaz de reflexionar ni profundizar en las ideas, crea enemigos cuando en política no deberían existir enemigos sino sólo adversarios y por encima de todo, muestra la carencia de ideas y capacidad de aquellos que lo ejercen. Del gobierno de Ada Colau me preocupa su manifiesta incapacidad para la tarea que tenían encomendada, y del Govern me preocupa la faltad de autocrítica, y la irresponsabilidad de la que hacen gala en todas sus acciones y declaraciones.
--¿Se ve en la candidatura electoral de Valls?
--En la actualidad ya ocupo un cargo por el que estoy designada hasta el 2020. Mi intervención en el acto de presentación de Manuel Valls ofreciéndole mi apoyo fue un ejercicio de responsabilidad personal. Siempre he creído que en la vida hay que ser coherente con lo que uno defiende y piensa. Voy a votar Manuel Valls, y sé que habrán reacciones, buenas y malas, a mi apoyo público, pero creí que era mi deber ser ejemplo de aquello que predico: los políticos debemos salir de nuestras trincheras, derribar muros, derribar prejuicios, y empezar a hablar y sumar.