Jordi Sànchez, en el centro, en una imagen de archivo

Jordi Sànchez, en el centro, en una imagen de archivo

Política

La operación de Jordi Sánchez para dejar a ERC en la estacada

La huelga de hambre de Sànchez y Turull no tiene la bendición de Junqueras y supone un intento de relanzar el irredentismo de Puigdemont, con la Crida

3 diciembre, 2018 00:00

Ni unidad dentro de la prisión ni fuera. La guerra interna en el soberanismo cobra intensidad. La decisión de Jordi Sànchez y de Jordi Turull de iniciar una huelga de hambre no ha tenido la bendición de Oriol Junqueras ni de Raül Romeva. Tampoco contaba con el conocimiento del presidente Quim Torra, y, aunque a Carles Puigdemont le gusta, no tenía toda la información sobre qué pasaría y en qué momento. Lo que está en juego en el seno del independentismo es una lucha abierta, otra vez, por la hegemonía. Jordi Sànchez se ha creído su papel de organizador de la Crida per la República, --es un activista, nunca lo ha dejado de ser, y ahora podría liderar un partido-movimiento-- y logra con su huelga de hambre toda la atención.

El argumento, --podría ser otro--, es que los recursos ante el Tribunal Constitucional no reciben respuesta y que, por tanto, no se puede acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. El Constitucional rechaza esa idea, porque lo que ha decidido es reordenar todos los recursos y eso le lleva tiempo. En casos de prisión preventiva, lo que ocurre con los políticos independentistas presos no es una excepción. Expertos constitucionalistas, además, como Teresa Freixes, insisten en que pueden acudir al TEDH igualmente, nada lo impide, si ven que, efectivamente, se están dilatando esos recursos. Pueden acogerse al Convenido Europeo de Derechos Humanos, cuyo artículo 6 responde a esa demanda.

Jordi Sànchez y Jordi Cuixart se dirigen a los concentrados desde el techo del coche policial / TV3

Jordi Sànchez y Jordi Cuixart se dirigen a los concentrados desde el techo del coche policial / TV3

Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, frente al departamento de Economia

Comprometer a ERC

La posición de Sànchez y Turull, en todo caso, la comparten otros juristas. El problema que se dirime, en el seno de Esquerra principalmente, es si eso debe implicar una huelga de hambre, que tiene una cuestión principal: tiene una gran repercusión en la medida en la que se intenta llegar a una situación límite. Si el Tribunal Constitucional no tiene ninguna previsión de agilizar esos trámites, ¿qué harán Sànchez y Turull, desde la premisa de que tampoco quieren poner en juego su salud, como ha difundido Sànchez?

Pero las intenciones han comenzado a quedar claras, desde el momento en el que directos colaboradores de Carles Puigdemont, agitadores en las redes sociales y con presencia mediática, como Pilar Rahola, ya han comenzado a apuntar que sería bueno que, para la causa, algún preso de Esquerra se sumara a la huelga de hambre. También Lluís Llach, y profesores como Salvador Cardús. Todo un conjunto de elementos que giran alrededor de la Crida de Puigdemont, que tiene como principal responsable a Jordi Sànchez. Turull participa de esa estrategia.

Crida, Pdecat, Puigdemont y Mascarell

La frialdad de Esquerra es evidente. No se quiere jugar más con las emociones, con inyectar más presión al conjunto de la sociedad catalana, y, en especial, al soberanismo. La estrategia de fondo de los republicanos se desea mantener, según las fuentes consultadas, aunque se dará apoyo público, --no puede ser de otra manera en estos momentos-- a Sànchez y Turull. Quien ejemplarizó ese comportamiento fue este domingo Joan Tardà, el diputado de ERC en el Congreso, que es un referente moral en el conjunto del independentismo.

El enorme problema en el campo nacionalista/independentista es que hay varios sectores y mundos, con estrategias diferentes. Sànchez quiere impulsar la Crida, que ya no cuenta con el entusiasmo de Puigdemont, porque ha comprobado que el proyecto se complica, por la decisión del PDeCAT de mantener su propio perfil. Otros sectores buscan alguna colaboración entre el PDeCAT y la Crida. Y aún hay resquicios para otros intentos, como el de Ferran Mascarell, que, con un conjunto de fieles de Puigdemont, intenterá una candidatura propia a la alcaldía de Barcelona, a la espera de alguna colaboración con quien esté a tiro, sea el PDeCAT, o con Ernest Maragall, el cabeza de lista de ERC.

Joan Laporta, Pilar Rahola y Jaume Alonso-Cuevillas posan en Waterloo, a donde se han desplazado para visitar a Carles Puigdemont / TWITTER

Joan Laporta, Pilar Rahola y Jaume Alonso-Cuevillas posan en Waterloo, a donde se han desplazado para visitar a Carles Puigdemont / TWITTER

Pilar Rahola, en Waterloo

Batet y "las tonterías"

El grupo parlamentario de Junts per Catalunya, con un núcleo dirigente afín a Puigdemont, ha comenzado a seguir a Jordi Sànchez, y plantea iniciativas que provocan el sonrojo de los republicanos. El portavoz, Albert Batet, aseguró que negocia con ERC diferentes acciones como “un ayuno encadenado para acompañar a Turull y Sànchez”.

Esas ideas llevaron a articulistas en la órbita de Esquerra a distanciarse y a hablar de “tonterías”. La importancia de las redes sociales en ese mundo no es menor, porque se exhibe las diferencias entre diferentes sectores, de personas con responsabilidades. Si esa distancia la marcaba Eduard Voltas, quien le daba la réplica es Jaume Clotet, uno de los colaboradores más estrechos de Puigdemont, y de Quim Torra, desde el Palau de la Generalitat.

 

El poder de las emociones

La operación, otra vez, como ya ocurriera con Artur Mas al frente, justo antes de las elecciones de 2015, cuando Convergència forzó una lista unitaria con ERC que se tradujo en Junts pel Sí, busca lo mismo: “remar juntos”, en la expresión de Lluís Llach, elaborar listas conjuntas, y si ERC no quiere, entonces proclamar que los republicanos se muestran esquivos, que todo el independentismo debería estar con Sànchez y Turull, con el espacio postconvergente, de carácter irredento, como defiende Puigdemont, y que tiene como objetivo retener los resortes del poder institucional y, con ello, seguir dominando las grandes estructuras político-mediáticas-empresariales de Cataluña.

Eso lo sabe Esquerra desde hace meses. El problema para los republicanos es si la operación de Jordi Sànchez puede calar o no, de nuevo, en el conjunto de la sociedad catalana, la soberanista y la más proclive a los elementos emocionales. Porque, ¿quién se opone a una huelga de hambre que puede ser muy lesiva para las vidas de Sànchez y Turull?