“España no conoce la palabra vergüenza desde hace siglos”. Pero el autor de esta frase la conoció ayer. Quim Torra, candidato a la presidencia de la Generalitat de Cataluña, vivió ayer sábado, 12 de mayo, varios momentos bochornosos en la sesión de investidura a la que se sometió tras ser designado a dedo por Carles Puigdemont. No logró sacar mayoría absoluta en primera vuelta, por lo que deberá esperar al lunes. Y sobre todo, confiar en que la CUP mantenga su abstención.
1. El rechazo de la CUP
Son precisamente los antisistema, cuyo voto sigue siendo decisivo, quienes contribuyeron a subirle los colores a Torra en una plenario bronco, sin épica y jalonado de mensajes previsibles. Conocido como el quinto candidato de la CUP por su radicalidad y la complicidad demostrada en las negociaciones para formar gobierno, Torra comprobó que ese esfuerzo ha sido en vano. Los antisistema rechazan darle un sí porque ven a Torra como futuro presidente de un gobierno autonómico que no practicará la desobediencia. El desprecio de la CUP en plena investidura se sumó a las críticas del resto de la oposición a un presidenciable títere.
Carles Riera, portavoz del subgrupo parlamentario de la CUP, saludando a Quim Torra en el Parlament / EFE
2. Los tuits antiespañoles
PSC, Ciudadanos, PP y Catalunya en Comú coincidieron en criticar los tuits antiespañoles de Torra. Lo hicieron con dureza. Incluso el líder de los comunes, Xavier Domènech, tuvo que entrar en el debate sobre el sentimiento español y catalán, algo poco habitual en su grupo. A pesar de esos tuits vergonzantes -- “Los españoles solo saben expoliar”, “pijerío español, sensación de inmundicia”, “corremos el riesgo de acabar tan locos como los españoles”, “españoles y franceses comparten un concepto aniquilador de las naciones que conviven en sus estados”--, Torra no demostró arrepentimiento. Bromeó respecto a la posibilidad de que la difusión de esos escritos dieran publicidad a sus libros.
Xavier Domènech, durante el discurso de Torra / EFE
3. El repaso de Arrimadas
Inés Arrimadas, la líder catalana de Ciudadanos, estalló, lo que propició el tercer motivo de sonrojo para Torra. La embestida de la diputada, indignada por las humillaciones del independentista, elevó el tono de las intervenciones. “¿Pero quién se cree usted que es para reírse de quienes le humillan?”, preguntó.
Inés Arrimadas, presidenta de Cs, durante su réplica a Quim Torra / EFE
4. ERC enmienda el discurso
Tal fue el zasca de la dirigente de Cs que el diputado de ERC, Sergi Sabrià, y Eduard Pujol tuvieron que salir en defensa de Torra, evidenciando así la pobreza verbal de un candidato muy dado a las citas literarias, históricas y artísticas, pero que desconoce la dialéctica parlamentaria.
La ayuda de Sabrià y Pujol, bienintencionada, obviamente, tuvo un cuarto y quinto efecto vergonzante para Torra. Sabrià prometió lealtad republicana al candidato, pero su discurso tuvo mucho de enmienda al frontismo de Torra. El dirigente de ERC se desmarcó del nacionalismo excluyente del presidenciable apelando a un catalanismo abierto e integrador. “Sumar, sumar y sumar”, dijo. Nada que ver con la sobrada referencia de Torra al Rey –“Así no, Majestad”—y al presidente del Gobierno –“¿Hablamos, señor Rajoy?--.
Sergi Sabrià (ERC) en la sesión de investidura / EFE
5. Pujol suplanta al candidato
Por su parte, Eduard Pujol suplantó el rol de candidato a Torra, adoptando un tono presidencial en sus largas réplicas a los grupos de la oposición. Lo que se conoce popularmente como venirse arriba. Exdirector de RAC1 y, según las últimas quinielas sobre la composición del futuro gobierno, podría erigirse en portavoz de la Generalitat. Se le nota desenvoltura, de ahí que se pasara de frenada en su intento de precisar/aclarar lo que Torra quiso decir.
Eduard Pujol (Junts per Catalunya), en una comparecencia pública anterior / EFE
6. Las lecciones de Iceta
En efecto, Quim Torra demostró inexperiencia –leyó su discurso, eso sí, en catalán, castellano e inglés--, algo que no le pasó desapercibido al primer secretario del PSC, Miquel Iceta. El socialista le dio un repaso parlamentario y político. ¿Paternalismo? Puede. Y también mucha ironía respecto a las bravatas independentistas de Torra, quien le reprochó que el PSC hubiera pasado de defender el derecho a decidir a apoyar el 155. "Ya entonces nos llamaban botiflers y no había Twitter". Demoledor.
Miquel Iceta, líder del PSC, en el Parlament / EFE
7. La contraprogramación de Puigdemont
Pero el séptimo zasca vino del padrino político del propio candidato a la presidencia de la Generalitat. Puigdemont confirmo ayer en un diario italiano que, efectivamente, Torra es un presidente provisional --interino, según el líder del PPC, Xavier García Albiol-- porque es muy probable que en octubre se vuelvan a convocar elecciones. Además de contraprogramar la investidura de su sucesor in pectore, el expresident demostró que Torra es un títere cuyos hilos serán movidos "desde Berlín o Waterloo", como dijo Iceta.
El lunes, segunda vuelta de la sesión de investidura, más.