En PDeCAT cuentan que, en su última reunión en Bruselas el día 17, la coordinadora del partido, Marta Pascal, encontró a un Carles Puigdemont menos radical y más consciente de las consecuencias de su empecinamiento. ¿Deshielo entre dirigentes convergentes o rendición?
A pocas horas de la fecha prevista para el debate de investidura del futuro presidente de la Generalitat (martes 30 por la tarde), en ERC y PDeCAT crece el convencimiento de que el cabeza de lista de Junts per Catalunya renunciará a ser candidato in extremis. El tiempo dirá si se trata más de un deseo que de una realidad pues, de momento, se mantiene la máxima “o Puigdemont o Puigdemont”, que pasa incluso por repetir elecciones.
Pasar página del 155
Solo falta encontrar un discurso que lo justifique y, según fuentes secesionistas, la necesidad de dar por finiquitada cuanto antes la aplicación del artículo 155 de la Constitución sería el mejor argumento para minimizar las acusaciones de "traidor".
La resolución del Tribunal Constitucional (TC) ha puesto al exalcalde de Girona entre la espada y la pared. Puede ser candidato, indican los magistrados, ya que está inculpado, pero no condenado, aunque debe pedir permiso al juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, para asistir a la investidura. En este sentido, afirma el alto tribunal que es posible una investidura presencial, pero su abogado belga, Paul Bekaert, le aconseja que no vuelva a Cataluña “hasta que Madrid sea razonable”.
Sin coartadas jurídicas, políticas o morales
La situación se complica para Puigdemont y su entorno, pues se agotan las coartadas jurídicas y políticas. Incluso morales. “Primero es el país, luego el partido y finalmente la persona”, reiteró Artur Mas en lo que pareció ser su adiós definitivo. Puigdemont ha aplicado el orden inverso y, a diferencia de quien le ungió presidente, rechaza dar un paso al lado, pues alega que no es lo mismo ceder ante la CUP que ante “Madrid”.
El acuerdo del TC ha huido de maximalismos jurídicos y, por tanto, no acaba de convencer ni a quienes querían más mano dura con el expresidente ni al independentismo más recalcitrante. Aunque, en lo que respecta a la esfera secesionista, hace tiempo que ha cuajado la idea de que Puigdemont debe dar un paso al lado. Las disputas entre PDeCAT y Junts per Catalunya, así como la pugna entre convergentes y republicanos, unidas a la pérdida de fuelle electoral, han roto las costuras de un independentismo que nunca fue pétreo. Pero mantener las riendas del poder exigía tragar orgullo ideológico --incluso de clase-- y mantener pactos contra natura.
Tardà: "Sacrificar a Puigdemont"
El diputado de ERC, Joan Tardà, dijo ayer en voz alta lo que la inmensa mayoría del separatismo piensa: que si es necesario sacrificar a Puigdemont para salir del bloqueo, pues se sacrifica. “Ha hecho honor a su mítico ‘Perdoneu, però algú ho havia de dir…’”, recordaba el diputado de Units per Avançar, Ramon Espadaler.
Tal como avanzó Crónica Global, ERC confiaba en el Gobierno para frenar a Puigdemont, pero cualquier resolución del TC pasa por un acatamiento de la Mesa del Parlament que ahora preside Roger Torrent. Sus próximos ven muy difícil que desobedezca al alto tribunal, tal como exige la CUP, pero en realidad afronta la misma encrucijada que, para republicanos y convergentes, supuso la DUI de Puigdemont: o secundan el órdago del expresident o pasan por traidores. La renuncia de los diputados huidos a Bélgica podría ser un primer paso para aliviar la presión sobre Torrent.
“Torrent sabe que, para PDeCAT, pasar página de Puigdemont no es un problema, sino una oportunidad incluso para presentar candidato a Josep Rull”, afirman las citadas fuentes, en alusión al exconsejero de Territorio de la Generalitat, quien este fin de semana ha intensificado sus apariciones mediáticas. Con permiso de Jordi Turull. Pero ambos dirigentes convergentes tienen pendientes causas judiciales que el Tribunal Supremo quiere juzgar en noviembre, por lo que esa responsabilidad gubernamental sería ejercida unos pocos meses.
De ahí que miembros de la guardia pretoriana de Puigdemont, como Elsa Artadi o Eduard Pujol, suenen con fuerza como posible relevo. Ambos se autodescartan como relevo en un alarde de lealtad a su líder.