Cataluña, el Estado con menos hospitales por embajada del mundo
Este lunes, a las cuatro de la tarde, actúa Mas en la 'comisión Pujol'. A su lado, Fernàndez, maestro de ceremonias de la pamema y submarino que prepara CiU para torpedear la candidatura de Colau.
8 febrero, 2015 12:49A las cuatro de la tarde de este lunes está prevista la comparecencia de Artur Mas en la comisión de investigación sobre "el fraude y la evasión fiscal y las prácticas de corrupción política". Es la comisión del 'caso Pujol', pero no se llama comisión de Pujol porque Pujol es mucho Pujol. Tan Pujol que Oriol Junqueras ya ha anunciado que excusará su presencia cuando le toque el turno de deponer al patriarca del catalanismo. Pudiera parecer que el hecho de que David Fernàdez, el nostre Pablo Iglesias, presida el grupo de trabajo es garantía de emociones fuertes y camisetas estridentes. Más lo segundo que lo primero, porque Fernàndez ya sufre el 'síndrome del Parlament', que es como el de Estocolmo, y no hay ningún riesgo de que se descalce y amenace al ex president con una chancleta. Y mucho menos aún de que ponga en aprietos a su colega Mas, cuyos abrazos son letales.
Hubiera sido un acto de justicia poética que la comisión Pujol se llamara a los efectos de la archivística 'comisión Pujol', que es un concepto redondo, definitorio y definitivo. Al aceptar el eufemismo y las mayúsculas, Fernàndez ha claudicado del principio elemental de llamar a las cosas por su nombre y aceptar, como ha aceptado el propio Pujol, que el dinero era negro. Desconectado de la realidad, el diputado de las Candidatures d'Unitat Popular es el elemento decorativo del proceso y ocupa la cuota de los sincorbata, el sillón de la k en la academia de los sofistas. Se perfila como el torpedo anti-Colau, la lista submarina de CiU, la marca scout del país: CUP.
¿Cómo y cuándo conoció a Pujol? ¿Tuvo o tiene cuentas ocultas en el extranjero en calidad de titular, cotitular o beneficario? ¿Intermedió en los negocios derivados de las deslocalizaciones de Sharp y Yamaha? ¿No sabía nada de los negocios familiares de los Pujol? ¿Fue el número dos de Pujol? ¿Se considera o no se considera el heredero político de Jordi Pujol? ¿Cuándo es la última vez que ha hablado con un miembro de la familia Pujol? Mas no responderá a nada. Claro que conocía a Pujol, claro que no sabía nada, ¿Yamaha?, no me suena. Comparecerá envuelto en la sábana santa de la estelada, con la mirada fija en Ítaca, reconfortado por la cadencia de las preguntas pactadas del diputado Amorós y del vasallo Turull. Y el resumen en TV3 será que en una Cataluña independiente lo de Pujol no sería posible, dejando en el aire la duda, para algunos, de qué es lo que no sería posible, si los delitos económicos o investigar a la familia Pujol. Y punto para Mas, que saldrá de la comisión más limpio que los chorros del oro y con el aura de víctima de las cloacas del Estado por ser el libertador catalán, mezcla de Tsipras y Correa.
Esa "lógica" es simple pero funciona y esta vez no va a a ser distinto. Mas es el macho alfa del independentismo, el "boss", como le llama Homs. Y el proceso, descarrile o no, es la zanahoria que conduce por la trampa a Junqueras, Fernèndez y, en general, a quienes han tenido contacto con el president, como los socialistas e Iniciativa, desaparecidos en las arenas movedizas del "derecho a decidir", el antimadridismo político, lo plebiscitario y las "estructuras de Estado". Que se cierren hospitales y se abran embajadas en nombre del Estado propio sin que CiU sufra merma en las encuestas es un caso realmente asombroso. Aplauden hasta quienes por falta de atención médica podrían perderse el advenimiento de la república. ¡Menos hospitales y más embajadas!, claman las masas. Es el rumor de fondo del ancestral ¡Vivan las caenas!