Uno de los elementos más sangrantes del acoso al niño de 5 años de Canet de Mar por pedir un 25% de las clases en castellano es la posición de los dos sindicatos más importantes, UGT y CCOO.
Estas organizaciones no solo se han puesto de perfil ante los episodios de intimidación y persecución hacia la familia que ha exigido una educación bilingüe, sino que además, como miembros fundadores de Somescola, son promotores de la manifestación de este sábado en Barcelona en defensa de la inmersión lingüística escolar obligatoria exclusivamente en catalán, declarada ilegal por los tribunales.
Es decir, que, pese a todo lo que ha caído, UGT y CCOO se van a movilizar para que los niños catalanes sigan sin recibir una sola hora en castellano en la escuela, más allá de la asignatura de lengua española. Y todo ello con el ultra Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural y condenado por sedición, como aliado.
Pero esta actitud repulsiva tiene responsables con nombres y apellidos. Por una parte, el secretario general de CCOO de Cataluña, Javier Pacheco. Y por otra, el presidente de UGT de Cataluña, Matías Carnero.
Ni Pacheco ni Carnero, pese a ser dos de los máximos responsables de los sindicatos, se han dignado a condenar públicamente el hostigamiento contra esta familia trabajadora, que regenta una humilde frutería en el pueblo. Sin embargo, a través de un manifiesto difundido por Somescola, se han apresurado a tildar las sentencias que ordenan impartir un miserable 25% de las clases en castellano de “nuevo intento de agresión al modelo de escuela catalana” y han asegurado que la inmersión “contribuye a la cohesión social”. Planteamientos más propios del nacionalismo que del sindicalismo.
Para más inri, tanto Pacheco como Carnero son castellanohablantes. En su biografía oficial en la web de CCOO (únicamente disponible en catalán), Pacheco alardea de ser “hijo de emigrantes extremeños de los años sesenta”. Y en alguno de sus múltiples tuits lanzados en los últimos años en defensa de la inmersión, presume de ser castellanohablante.
Lo de Carnero es incluso más ofensivo. A diferencia de Pacheco, al presidente de UGT Cataluña siempre se le oye hablar en español en sus intervenciones, ya sean en TV3, en Catalunya Ràdio o en el Ara. Un comportamiento que todavía hace más incomprensible sus ansias por erradicar de las escuelas (hasta lo ha dejado escrito en artículos de opinión) la que no solo es su lengua materna, sino habitual en todas (o casi todas) sus declaraciones públicas.
La actuación de UGT y CCOO durante los momentos más intensos del procés fue indignante. Pero en el tema de la lengua han caído aún más bajo. Especialmente cuando todos los estudios indican que el español es la lengua materna y habitual de la mayoría de los trabajadores catalanes, a los que supuestamente deberían proteger los sindicatos.
El papelón de Pacheco y Carnero en el contencioso de la exclusión del castellano como lengua vehicular escolar en Cataluña –y más concretamente en el acoso a la familia de Canet– es infame y despreciable. Impropio de quienes ostentan el mandato de trabajar por los más desfavorecidos.
Sin su apoyo, o con su oposición, los radicales lo tendrían más difícil. Con su silencio, o con su amparo, los fanáticos seguirán teniendo mucha fuerza. Yo no sé si realmente se creen lo que dicen en este tema o simplemente adoptan la postura más cómoda. Pero por miedo, por complejo o por convicción, Pacheco y Carnero son colaboradores necesarios de esta injusticia, de este atropello, de esta salvajada. Debería darles vergüenza. Aunque me temo que, a estas alturas, eso es pedir demasiado.