Será el cambio de tiempo o cualquier otra cuestión, pero octubre es un mes movido. Muy movido. El de este 2021 lo hemos empezado con Puigdemont en Cerdeña y con un colapso real y otro virtual. Sí, este 4 de octubre se alinearon todos los astros: huelga de maquinistas, lluvia y caos en la carretera, por un lado… y apagón de Facebook, Instagram y Whatsapp, por el otro. La buena noticia es que el mundo sigue girando pese a todo.

Con apenas 17 años de vida, Facebook ya presenta los achaques propios de su edad (en internet, 17 años son una eternidad): dificultades para retener la información (filtraciones de datos), problemas para trasladar un mensaje (fake news), y algún que otro susto serio en forma de corte de suministro. Aun así, se mantiene como la reina de las redes sociales, pese a que las nuevas generaciones la ven una cosa del pasado.

Facebook acumula varios años de escándalos. Los más sonados son estos, las filtraciones de datos, su papel en las elecciones estadounidenses del 2016 (que ganó Donald Trump, en parte favorecido por las fake news que se compartían en la red social) y el uso de datos personales para fines propios. Es, además, una herramienta que genera emociones negativas (como otras plataformas). Solo le faltaba un apagón de seis horas, aunque olvidamos muy rápido.

No obstante, Facebook se volverá a levantar, aunque cada vez le cuesta más (¿acaso no cayó el imperio romano?). Tiene suerte de que, por ahora, no tiene rival, pero está envejeciendo a marchas forzadas. Su creador, Mark Zuckerberg, intenta que la plataforma esté al día, copiando lo que funciona en otras redes sociales más modernas (o, en última instancia, comprándolas, como hizo con Instagram y Whatsapp). Cuidado, que las arrastra al abismo.

Una de las fortalezas de Facebook es que se ha convertido en un gran agregador de noticias, en un kiosko virtual; el medio de comunicación que no está en esta red social no existe. Y da mucho tráfico. Pero, al mismo tiempo, tiene el poder de decidir a qué da más visibilidad e, incluso, de censurar artículos y a personas si no le gusta lo que dicen, como hizo con Trump. Es una peligrosa arma de doble filo. No obstante, llama la atención su fragilidad (y la de Instagram y Whatsapp, las otras grandes marcas del grupo); a menudo se cae. Muy a menudo. ¿Hasta cuándo resistirán?

¿Se puede vivir sin Facebook, Instagram y Whatsapp? ¡Por supuesto! ¡Qué tranquilos estuvimos durante seis horas el pasado lunes! El problema es que lo acaparan todo, es casi obligado estar en ellas; se han convertido en tan imprescindibles para algunas personas (y, sobre todo, pequeños comercios) que cualquier incidencia puede generarles una buena avería. Ojalá este apagón sirva para que la vida real le gane un poco de terreno a la virtual.