El asalto al Ayuntamiento de Barcelona por parte de Ada Colau y sus secuaces se fraguó meticulosamente desde un grupo bien definido de asociaciones y ONG del ámbito del activismo de izquierdas.

Entre esas entidades, hay tres que destacan por encima del resto: el Observatori DESC, la Associació Catalana d’Enginyeria Sense Fronteres y la Federació d'Associacions de Veïns i Veïnes de Barcelona (FAVB).

Estas organizaciones le sirvieron de potente trampolín a Colau y a su equipo más cercano. Y posteriormente las han utilizado para copar los puestos más relevantes del consistorio con sus afines e incluso con sus parejas sentimentales.

Los que venían a regenerar la política no han tenido el menor reparo en asumir el amiguismo y el nepotismo como algunas de sus señas de identidad más características desde el primer minuto, y todo ello sin el menor rubor.

Pero las prácticas reprochables de los comuns no terminan ahí. Las asociaciones desde las que tomaron el poder los herederos del 15M en Barcelona no eran precisamente maltratadas por parte de las administraciones. Al contrario, nacieron y crecieron bajo el confortable paraguas de las subvenciones públicas.

Desde que Colau accedió a la alcaldía de Barcelona, no han dejado de crecer las subvenciones a las asociaciones que le sirvieron de trampolín para asaltar el poder

Sin embargo, desde que Colau accedió a la alcaldía, estas ayudas no han dejado de crecer. Tal y como detalla este miércoles Crónica Global, las subvenciones del Ayuntamiento de Barcelona al DESC, a Enginyeria Sense Fronteres y a la FAVB han aumentado un 45% en los últimos dos ejercicios. Durante el mandato de Colau, las tres entidades han sido agraciadas con algo más de dos millones de euros de dinero de los barceloneses.

Un buen número de los actuales cargos del ayuntamiento --empezando por la propia Colau-- trabajaron y cobraron de alguna de estas asociaciones o de otras vinculadas a ellas. Y apuesto a que muchos de ellos volverán a estas entidades subsidiadas cuando pierdan el poder.

Si esta es la nueva izquierda, no cabe duda de que para este viaje no hacía falta alforjas.