Es el pobre y cuestionable legado del Govern más minoritario de la historia, un equipo que ha priorizado la gestión sobre la independencia (sin renunciar a ella), y que ha demostrado que no estaba preparado para tal cometido después de tantos años en Babia. Demasiado ha durado el Ejecutivo de Pere Aragonès al frente de la Generalitat con solo 33 diputados, y eso que hace dos semanas parecía que terminaría la legislatura. Pero no. Muchos malabares y equilibrios que han terminado por saltar por los aires y han dejado al descubierto las vergüenzas de numerosos departamentos.

La última crisis, sin embargo, es la más gorda y la que llega en el peor momento para ERC: con el adelanto electoral en el horizonte. Y no es otra que la ya conocida de las cárceles tras la muerte de Núria L. en las cocinas de Mas d’Enric a manos de un preso. Los funcionarios, que llevan años pidiendo ayuda y recursos ante el incremento de la violencia en las penitenciarías, han dicho basta y exigen la dimisión de la cúpula de Justicia (la consellera, Gemma Ubasart, y su segundo, Amand Calderó) o que Aragonès los fulmine.

Antes, sin embargo, llegó la crisis a Acción Climática, departamento de David Mascort, por la gestión de la extrema sequía que desertiza la región. Sin olvidar la rebelión de los agricultores (no solo en Cataluña) contra esta consejería porque tampoco pueden más, aunque es cierto que la Generalitat tiene escaso margen de maniobra ante las normativas nacionales y comunitarias. Son los peor tratados de toda la cadena. No tiene sentido.

Podemos echar la vista también sobre Educación, que en la etapa del ultra Josep Gonzàlez Cambray (2021-23) hizo caso omiso a las sentencias judiciales que reconocían el derecho a la educación bilingüe y fijaban en un mínimo del 25% las asignaturas que había que impartir en castellano. De hecho, se sacó un decreto de la manga que eliminaba cualquier posibilidad de poner porcentajes. Y nadie (Gobierno) dice nada. Asimismo, en el breve periodo de Anna Simó, aunque ella no es responsable directa del asunto, se ha conocido el pésimo nivel de las aulas catalanas con el famoso informe PISA.

Menos mal que Cultura, de Natàlia Garriga, está haciendo todo lo que está en su mano para blindar el catalán, con el reparto de álbumes de cromos y juegos de naipes en las aulas para que los alumnos se familiaricen con esa lengua, pues parece que la inmersión (imposición) es insuficiente para que cale entre los jóvenes. Después pasa lo que pasa, que los médicos atienden en castellano, y eso es inadmisible. Por cierto, no son pocos los fuegos de Manel Balcells en Salut, con recientes huelgas de distintos profesionales del sistema por unas deficientes condiciones.

Asimismo, Cataluña puede presumir de ser la comunidad con más personas muertas en el limbo de la dependencia (6.759 catalanes en 2022). Una cuestión que afecta a Derechos Sociales, hoy comandado por Carles Campuzano. Curiosa es también la manera de Tània Verge de llevar Igualdad y Feminismos: silencio ante los éxitos de la selección femenina española de fútbol, aunque también juegan catalanas.

¿Y economía? El gran logro de Natàlia Mas ha sido acercar las oficinas bancarias móviles a la Cataluña vaciada. Bueno, y presentar, estando en funciones, un proyecto de “financiación singular” que no tiene visos de prosperar. Pero que sirve para recuperar aquello del Madrid ens roba. Veremos qué ocurre a partir del 12 de mayo...