El PSOE da por hecha la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Es más, sus medios afines incluso hablan de que ésta podría producirse durante el mes de octubre, mucho antes de la fecha límite del 27 de noviembre.

Para ello es necesario el apoyo de –entre otros– ERC y Junts. Y éstos aseguran que sólo votarán a Sánchez a cambio de la amnistía a los encausados por el procés y de iniciar los pasos hacia un referéndum secesionista.

Por su parte, el líder del PSC, Salvador Illa, ha anunciado que su formación votará en contra de la moción promovida por ERC y Junts a favor de la amnistía y del referéndum en el Parlament, y que sólo apoyará iniciativas que encajen en la Constitución, dando a entender que estas no lo son.

Pues a ver si nos aclaramos, porque las tres cosas a la vez son imposibles.

Veamos, si Puigdemont y Junqueras se plantan e Illa cumple su palabra, no hay investidura. Si hay investidura e Illa cumple su palabra, es porque Puigdemont y Junqueras se han bajado los pantalones. Y si Puigdemont y Junqueras se plantan y hay investidura, es porque el que se ha bajado los pantalones es Illa.

¿Y saben lo que les digo? Mucho me temo que ocurrirá esto último.

Todavía recuerdo los posicionamientos del líder de los socialistas catalanes de hace no demasiado tiempo a favor del bilingüismo escolar en Cataluña. Una posición que luego mutó al apoyar la normativa promovida por los independentistas para tratar de burlar las sentencias del 25%. Desde entonces –junio de 2022–, ni un solo paso –ni una sola palabra– para defender los derechos de los catalanes castellanohablantes.

Lo cierto es que a Illa se le está poniendo cara de Vidal-Quadras. ¿Lo recuerdan? Sí, aquel líder del PP catalán cuya cabeza ofreció Aznar a Pujol a cambio de garantizar la gobernabilidad a nivel nacional en 1996.

Aquello apenas fue una pieza menor que facilitó el Pacto del Majestic, el peor acuerdo de la historia de la democracia española, y el que más desigualdades generó entre los ciudadanos españoles (sólo superado por el concierto vasco y el convenio navarro).

Es evidente que a Illa no le cortarán la cabeza, pero todo apunta a que acabará como una simple muleta del Govern independentista de turno (como hasta ahora lo ha sido de Aragonès). Por lo menos, mientras el PSOE necesite a los nacionalistas, lo que parece que va para largo.

Yo, en su lugar, me iría quitando la ilusión de ser presidente de la Generalitat algún día.