¿Es populismo vincular los últimos fallecimientos en urgencias en Cataluña con la gestión sanitaria? Pues depende. Cada caso tiene unas circunstancias distintas, una causa intrínseca y merita un análisis --o una investigación-- propio. Eso sí, hay algunos hechos incontestables.
En menos de una semana han fallecido dos pacientes en hospitales públicos catalanes mientras esperaban a ser atendidos en servicios de urgencias, dos horas en un caso, diez horas en el otro. Además, y con respecto al primer óbito, el que tuvo lugar en el Hospital de Martorell, si bien no hay causalidad --aún-- entre el hecho y los colosales déficits que aquejan al centro sanitario comarcal, sí que hay factores coadyuvantes, como el hecho de que la ampliación de urgencias está parada desde 2019 por falta de presupuesto y que, pese a esa necesaria inversión detenida, la ciudad sanitaria ha ganado recientemente un premio por recortar fondos.
Serán pues los equipos médicos de cada complejo médico --o la Fiscalía-- quienes determinen las causas de cada fallecimiento en las urgencias catalanas, y si éstos devengan responsabilidades administrativas o incluso penales. Pero hay elementos inquietantes en los exitus que ha destapado este medio. Las esperas previas, por un lado. El hecho de que algunos sindicatos denuncien "improvisación" de la Consejería de Salud en el abordaje de los virus estacionales. O el hecho de que exista una suerte de espiral del silencio en Cataluña sobre estas tragedias, por el otro.
Salvo Crónica Global, pocos medios, por no decir ninguno, se han hecho eco de estos sucesos. La pregunta se impone: ¿y si las dos muertes en las salas de espera hubieran ocurrido en la Comunidad de Madrid en lugar de en Cataluña? ¿Cuántos activistas y miembros de la comunidad tuitera habrían acudido raudos a culpar a Isabel Díaz Ayuso y a su gobierno?
Lo cierto es que las muertes en urgencias se han registrado en Cataluña, donde parte de la opinión pública y publicada idolatra a ciertos colectivos y demoniza a otros. ¿Los Bomberos? Intocables, pues sempre seran nostres, entendiendo nuestros como soldados de una idea determinada. ¿El sistema sanitario y los médicos? Los mejores del mundo. O una estructura de Estado, como llegó a definir un exconsejero de Salud. Pese a que las listas de espera son de un tamaño mucho más vergonzantes que las capitalinas, el personal está asfixiado o planea sobre el mundo asistencial catalán la amenaza de la corrupción masiva, que ya ha sido detectada en otros sectores. La sanidad catalana es, para algunos, intocable, pues exhibe las miserias de la gestión autonómica.
De hecho, en algunos casos, como el de una niña de cuatro años que esquivó la muerte tras una vergonzante atención médica en el Hospital de Calella, ha tenido que ser la (demonizada) Fiscalía la que abra diligencias y denuncie el caso al juzgado. Algún indicio de mala praxis habrá tenido que ver el ministerio público para querellarse contra el centro sanitario comarcal. Mientras, el CatSalut no dice esta boca es mía y ha tenido que ser la madre de la menor la que librara una batalla para que nadie más pase por el calvario que ellos sufrieron.
De nuevo, el telón del silencio, la omertá de los medios concertados y una familia que sufre en silencio.
Por ello, no. No vale extraer conclusiones al por mayor y hacer inferencias de dos muertes en urgencias que pueden tener múltiples causas y que seguramente algunos defenderán --con parte de razón-- que son parte de la estadística con los miles de atenciones diarias. Pero sí es cierto es que los casos pueden ser indicativos de problemas subyacentes en el sistema sanitario. Se impone el análisis y la reacción urgente de Salud, si es preciso.
Y quizá repensar que el tratamiento que hace determinada clase política y mediática de éstos sí es materia de análisis. Porque si sucedieran a 600 kilómetros no habría este tratamiento de guante blanco.