El anuncio del exalcalde de Barcelona Xavier Trias de concurrir de nuevo a las elecciones municipales como aspirante a primer edil ha sumado unos decibelios a la batalla por la Ciudad Condal, que se librará en las urnas el 28 de mayo de 2023, fecha de los comicios locales en toda España.
Trias se suma a una nómina de candidatos que ya han comenzado a mover sus maquinarias electorales, como demuestra el hecho de que, por ejemplo, el candidato del PSC, Jaume Collboni, se haya arropado con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y haya presentado su proyecto de ciudad en Madrid en apenas cuestión de horas.
En la liza de la capital catalana, quizá la mayor de cuantas se librarán en el país el próximo mayo, aún quedan incógnitas por despejar. Cuándo y cómo anunciará el expresidente del FC Barcelona Sandro Rosell su papeleta; quién liderará Ciudadanos, PP y Vox o qué papel harán Valents o la CUP y el abogado Daniel Vosseler y su propuesta antiColau.
Más allá de las consecuencias colaterales del sí de Trias, su paso adelante agrega otro candidato a los ya confirmados hasta ahora.
Y salta a la vista que la mayoría de los aspirantes se estén posicionando como alcaldables con un mínimo común denominador: el cambio en las políticas municipales desplegadas en los últimos ocho años. Pocos, salvo la propia munícipe y candidata a la reelección, Ada Colau, parecen satisfechos con el balance acumulado en los últimos dos mandatos de gobierno municipal que, en solitario o en coalición, ha dirigido Barcelona en Comú.
Tratan de entroncar los aspirantes con el barcelonès emprenyat (barcelonés cabreado) que machaconamente repite que la inseguridad es el mayor problema de la ciudad; que dio señales de que las contratas de limpieza no eran suficientes hasta que Eloi Badia tuvo que dejar su torre ideológica de marfil y bajar --si me permiten-- al barro; que tiene la sensación de que la urbe ha perdido oportunidades o que desconfía del nuevo modelo de movilidad. O que reclama más consenso y diálogo con el cepo a cámara lenta en el que se están conviertiendo las superislas.
Las enmiendas parciales o a la totalidad de las políticas de los gobiernos de Colau son ahora mismo un magma en construcción. Y habrá que ver si aquellos y aquellas que las plantean tienen también equipos e ideas capaces de actuar por composición, además de por oposición.
La respuesta será el próximo mayo de 2023. Pero, por el momento, la batalla de Barcelona gana decibelios. Y parece que irá a más.