Cataluña afronta una década de despegue tras otros tantos años perdidos y tirados a la basura por las aspiraciones del independentismo. En el horizonte, 2030. La ampliación del aeropuerto de El Prat y los Juegos Olímpicos de Invierno, ambos fijados para esa fecha, invitan a cierto optimismo. La comunidad autónoma y el país tienen planes para abrirse al mundo, que es todo lo contrario de lo que pretende el nacionalismo. Puede que algo empiece a cambiar en la gestión, aunque nada modificará la naturaleza de los separatistas.
La comitiva de la Generalitat se presentó en la comisión bilateral con muchos humos y exigencias, pero regresó con el rabo entre las piernas en lo que a sus aspiraciones se refiere. En cambio, sí obtuvo algo que puede beneficiar al conjunto de la ciudadanía: la ampliación de El Prat, una inversión de 1.700 millones que creará puestos de trabajo y agitará la economía catalana. No obstante, a decir de las caras de Vilagrà y Puigneró, eso parecía una mala noticia. Tal vez lo es para ellos, porque quedan supeditados al autonomismo y al diálogo. Se acabaron las unilateralidades a corto y medio plazo. También queda enterrada la independencia que la CUP preparaba para… 2030.
Ahora es el turno de las pataletas, los reproches y las zancadillas por el daño medioambiental que pueda causar el nuevo aeropuerto, nada que no se pueda subsanar, y más si se tiene en cuenta que también los aviones tienden a utilizar combustibles limpios. Así que, si nada lo impide, El Prat ampliado (y todo el complejo aeroportuario vinculado, con las conexiones a Girona y Reus) estará terminado… en 2030. Lo ha prometido la ministra de Transportes, Raquel Sánchez. ¿Se cumplirá? Por ahora, hay un proyecto común, toca trabajar codo con codo, y dialogar mucho. La mesa de diálogo queda en un segundo plano. No habrá ni amnistía ni referéndum en estas condiciones de cooperación.
El independentismo, aun así, debe mantener su discurso combativo, hablar de represión e independencia, y hacer el numerito con las fianzas para los encausados del procés. No puede cambiar de idea de un día para otro. De hecho, jamás aparcará la idea de la secesión, pero, al menos, esta descenderá durante un tiempo en la lista de sus prioridades, como empieza a ocurrir. Perro ladrador…
En paralelo, Barcelona, Cataluña, va a por todas para organizar los Juegos de Invierno... del 2030. De la mano de Aragón, para más inri. ¿Se puede aspirar a organizar un evento de estas características si hay inestabilidad política y económica? Está claro que no. Los electores de las sedes no lo aceptarían.
Pere Aragonès hizo este martes balance de sus primeros 71 días de mandato antes de la legislatura y tanto la ampliación de El Prat como los JJOO estaban sobre la mesa. Ambos son proyectos para dentro de una década. El único inconveniente que comparten los dos es la cuestión medioambiental. Nada más. El mensaje, por lo tanto, es claro para el que lo quiera captar: habrá cierta paz hasta 2030… si las dos propuestas siguen adelante. De lo contrario, en cuanto haya elecciones, catalanas o nacionales, todo puede estallar.