Quim Torra pide cariño. ¿Quién no? Es Navidad. Pero la CUP no entiende de adviento y religiosidades. Los exsocios de Convergència afean al presidente catalán que los Mossos d’Esquadra cargaran contra los Comités de Defensa de la República (CDR) el Día de la Constitución. Y Torra, como alma en pena, insiste en que esos agentes son “la policía nacional de Cataluña”. Como si con ello fuera a convencer a quienes exigen “mambo” de aquí al 21D. Y mucho más allá.
Torra y Carles Puigdemont aspiraban a ser los alumnos más aventajados de los antisistema, pero el activismo independentista ha decidido huir de la copia y quedarse con el original. Hubo un tiempo en que Puigdemont podía controlar a los violentos a través de los cupaires, “esos chicos tan preparados”, según palabras del expresidente de UDC, Josep Duran Lleida. Incluso Artur Mas, que repartía abrazos con los diputados de la CUP tras la consulta del 9N, llegó a tener un cierto ascendente. Después pidieron su cabeza y el resto ya es historia.
Los cupaires han dado la espalda a Torra y al establishment institucional. Ni siquiera parecen estar dispuestos a repetir experiencia parlamentaria, dado que no quieren formar parte de estructuras autonómicas. De ahí que ya no les interese poner coto a la revolución social, pues han abandonado toda suerte de tacticismo político. Lo que pueda ocurrir el 21D, fecha en la que el consejo de ministros de Pedro Sánchez se reunirá en la Llotja del Mar --el lugar puede convertirse en una ratonera si hay altercados, en eso tiene razón la consejera de Presidencia Elsa Artadi-- , es imprevisible. Pero lo cierto es que el rechazo de la CUP a las cargas contra los CDR ha calado en Torra y su consejero de Interior, Miquel Buch, a quienes el asunto se les va de las manos.
El presidente catalán les pidió “apretar” para lograr la secesión. Luego les envía a los Mossos para reprimirles. A continuación ordena una purga en la cúpula del cuerpo de la que, finalmente se desdice. Pero hay mensajes contradictorios en ese sentido. Buch niega haber recibido consignas para depurar responsabilidades y defiende ahora la profesionalidad de sus agentes. Por el contrario, Torra, genuflexo ante la CUP, asegura que se abrirán expedientes sancionadores. ¿Pretende el president crear una “policía nacional” al servicio de los CDR? Todo apunta a ello.
Los Mossos así lo creen y ayer se manifestaron en el centro de Barcelona para pedir mejoras laborales, pero también para denunciar la politización, que se remonta al referéndum del 1-O. Entonces eran unos héroes, pero ahora son unos villanos represores. Ni una cosa ni otra. Los agentes cumplen órdenes, se juegan la vida en la calle y, en ocasiones se extralimitan en sus funciones. Pero ni Torra ni el propio Buch tienen puñetera idea en materia de seguridad ciudadana. El consejero, según hemos podido saber recientemente, fue portero de discoteca. De esos que no dejaban pasar a los “poligoneros” --el nuevo vocablo que utilizan los supremacistas indepes para referirse a los charnegos-- como Gabriel Rufián. De eso a entender un operativo policial hay un abismo. Buch, lo advirtieron los propios Mossos cuando fue nombrado consejero, es un comisario político que debe dimitir.
Con ese estado de ánimo llegan los agentes de la Policía catalana al 21D. No pinta bien.