El PSC y la CUP
Josep Garganté, el concejal de la CUP en el Ayuntamiento de Barcelona, acaba de dar un argumento más de cómo son y cómo piensan los integrantes de esa formación anticapitalista que lleva las riendas tanto de la corporación municipal como del Parlamento de Cataluña. Atrás quedan las copas menstruales, las formas tribales de educar a los hijos o los abrazos de David Fernández con Artur Mas. Acaban de superar aquellos episodios. Ahora, un miembro de esa organización política ha dado una nueva muestra de mal gusto y peor cultura democrática al realizar una indirecta justificación del asesinato del político socialista catalán Ernest Lluch.
Poco hay más violento que la propia justificación de un asesinato
El que fuera ministro de Sanidad de 1982 a 1986 resultó asesinado por ETA el 21 de noviembre de 2000. Este lunes se cumplían 16 años de aquel desgraciado acto que dejó a Barcelona entera enmudecida y al resto de España en estado de consternación. Nada sostiene la violencia. La política, menos todavía. Pero a Garganté, el sindicalista de la empresa Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), le debe parecer que en algunos casos está justificada. De ahí su inmaduro y desgraciado comentario en las redes sociales. Poco hay más violento que la propia justificación de un asesinato.
Los jueces, que están acostumbrados a dirimir sobre estos asuntos, sólo atenúan las condenas por hechos violentos cuando estos vienen precedidos de enajenaciones mentales. Pues eso, ya me entienden, pero con carnet y cargo público.
Ahora el PSC seguirá compartiendo sala de plenos y escaños parlamentarios con el activista que justifica un asesinato por razones políticas
Ahora el PSC, del que Lluch era un significado dirigente y un estimado representante, deberá seguir votando en el consistorio barcelonés junto a la CUP para dar su apoyo a Ada Colau. Seguirán compartiendo sala de plenos y escaños parlamentarios con el activista que justifica un asesinato por razones políticas. Quizá eso vaya bien para el mantenimiento del mínimo espacio de poder que todavía poseen los socialistas en la ciudad, pero les va fatal para intentar recuperar el voto perdido en los últimos tiempos.
Mientras tanto, la CUP seguirá riéndose del ruido que consiguen de forma reiterada con sus cuatro cañas. Son las novedades de la nueva política: ejercer la desobediencia; cargar contra el pasado cualquiera que sea y olvidarse de su existencia; elevar la demagogia a los altares del marketing político; y utilizar redes sociales y medios afines para propagar sus mensajes. No es resignación, pero todo indica que debemos ir acostumbrándonos.