Si alguien tirase un petardo en la madrugá de Sevilla lo más probable es que se provocase una estampida humana de consecuencias impredecibles. Algo así ha ocurrido a comienzos de semana con la caída de los bancos norteamericanos SVB y Signature, dos entidades hiperespecializadas, locales y con clientes más que pudientes, que ha provocado descensos bursátiles en bancos de todo el mundo y cierta sensación de pánico sin ninguna causa real. El sentimiento de los mercados no es otra cosa que un cierto seguidismo irracional derivado de la cobardía del dinero. Mejor huir y poner a salvo el dinero a pararse a reflexionar, no sea que exista una razón para el pánico y perdamos nuestro dinero. El sálvese quien pueda aplica, y mucho, en las finanzas.

La regulación y supervisión de los bancos europeos nada tiene que ver con la regulación y supervisión de los bancos norteamericanos, especialmente desde que en 2018 la Administración Trump aligeró los controles para entidades locales, como las que han caído. La no aplicabilidad de la ley Dodd-Frank para bancos locales ha hecho posible que las carteras de activos de SVB estuviesen demasiado concentradas en deuda norteamericana sin ningún tipo de cobertura. Al subir los tipos de interés de manera abrupta, las pérdidas comenzaron a crecer y SVB no fue capaz de cubrir dichas pérdidas, cayendo su cotización en picado, lo que provocó una auténtica estampida de depositantes que hizo necesaria su intervención.

La anterior crisis financiera nos enseñó a no pontificar y a ser prudentes con las afirmaciones, pero los bancos supervisados por el BCE podrán tener otros problemas, aunque no los que han terminado con SVB o Signature. El supervisor comprueba la liquidez, la calidad de las carteras y realiza tests de estrés de todo tipo. Además, los bancos europeos no tienen una concentración tan elevada como SVB de clientes no protegidos por los organismos de cobertura (el FGD en España), tienen más depósitos que créditos y para acabar siguen enchufados a la manguera de liquidez del BCE, las facilidades conocidas como “litros” (LTRO).

Pero… este susto probablemente dejará consecuencias también a este lado del Atlántico más allá de una temporal corrección de precios. La primera es que bancos sobre los que había alguna duda, como Credit Suisse, vuelven a estar en el punto de mira. Credit Suisse lleva un tiempo sembrando dudas sobre la calidad de sus controles hasta el punto de haber retrasado la publicación de sus resultados anuales por discrepancias con el regulador de la Bolsa norteamericana, la SEC. En este entorno cualquier noticia regular se está amplificando. Por eso cae ahora la acción de Credit Suisse, pierde depósitos y suben sus coberturas de default. Credit Suisse, que no está supervisado por el BCE pues no pertenece a la zona euro, tampoco puede ser rescatado por Suiza en su totalidad, pues el PIB suizo es un 50% menor que los activos del banco. Este sí puede constituir un problema serio que habrá que monitorizar de cerca por su tamaño y por su interrelación con otros bancos. Si no logra calmar a los mercados con declaraciones del Banco de Suiza y líneas de liquidez, se enfrentará a un troceo en el que solo se salvarían los depósitos minoristas de los ciudadanos suizos y el resto se subastaría. Pero un banco global, con balance mayor que el del banco Santander, ha llegado a valer menos que el Banco Sabadell. Valorarlo al 10% de su valor en libros es una locura que muestra la irracionalidad de los mercados.

Para los bancos supervisados por el BCE los problemas deberían ser menores, pero cualquier warning se leerá mal en el ambiente actual, y un problema menor o localizado que se podría gestionar sin más complicaciones en otro momento se amplificará y puede que alguna otra entidad se ponga contra las cuerdas, en gran medida por el juego sucio de los bajistas que hacen su agosto en momentos de confusión como el actual. Es ahora cuando habría que pararles los pies. Y de momento nadie hace nada para proteger ni al pequeño inversor ni al pequeño ahorrador de los auténticos tiburones financieros.

Aunque el problema inicial ha sido la gestión de las carteras de dos bancos, el detonante han sido las subidas de tipos de interés que les han hecho perder valor. No es aventurado pensar que la subida de tipos se va a ralentizar, sino a frenar, especialmente en Estados Unidos. La inflación no está controlada, ni mucho menos, pero es muy posible que el Tesoro norteamericano prefiera algo de inflación a desencadenar una nueva crisis financiera cuyo impacto en la economía, y coste, sería peor que la inflación actual. Y probablemente el BCE también frene en las futuras subidas de tipos, a pesar que sabe que los bancos que supervisa están mucho mejor que la mayoría de los bancos norteamericanos… pero también sabe que no supervisa a todos los bancos europeos. En Alemania, por ejemplo, un buen número de bancos y cajas locales no están supervisados por el BCE. ¿Por qué?... porque son pequeños y, además, son alemanes. En España solo los muy pequeños no lo están.

Y finalmente puede haber un cambio de planes en los bancos respecto a la retribución de los depósitos, aunque eso está por ver. España es el país de la eurozona con un mayor porcentaje de depósitos no retribuidos, tratando así de recuperar algo de la rentabilidad perdida en años pasados (con el permiso del impuesto especial de la banca claro). Si los depositantes continúan disponiendo de su liquidez para buscar algo de rentabilidad en deuda pública o en fondos y las facilidades de liquidez del BCE se van cerrando, algo que está por ver especialmente tras este susto, tal vez veamos la retribución de los depósitos un poco antes de lo planificado para asegurar la liquidez de los balances de los bancos y, por tanto, los resultados de 2023 serán algo inferiores a lo esperado. Si eso ocurriese lo lógico sería replantearse también el injusto impuesto especial a la banca.

En resumen, no hay que preocuparse en exceso, claro que si Credit Suisse o alguna caja alemana tiene problemas en las próximas semanas nada nos librará de una nueva estampida irracional que hará caer las bolsas y, sobre todo, meterá más presión a quien tenga algún problemilla.