Definitivamente Trump ha decidido no renovar el mandato de cuatro años a la presidenta de la FED, Janet Yellen, y en febrero de 2018 será sustituida por Jerome Powell, indicando que su razón de ser no será ni la inflación ni la recesión, sino la alargada sombra de Donald Trump.

Powell ha trabajado con la actual presidenta desde que esta accediera al cargo en febrero de 2014, lo que ha permitido a algunos analistas ver una cierta continuidad en la política monetaria de EEUU, visión que no es compartida por todos ya que para ello, entienden, habría propuesto a Yellen para un segundo mandato.

Yellen fue nombrada por Obama en 2014 y su trabajo bien hecho y la tranquilidad que ha proyectado sobre los mercados, no han sido suficientes para gozar de las simpatías de Trump, empeñado en dejar su huella en todas las instituciones del país, aunque eso sí, no ha podido continuar sus zafias embestidas contra Yellen iniciadas en la campaña electoral cuando amenazó con despedirla, calificándola como una banquera “muy política” que debería “sentirse avergonzada” por sus decisiones al frente de la Fed.

Hasta ahora, Donald Trump no había conseguido meter mano en la política monetaria norteamericana, y eso, para un egocéntrico como el actual presidente, resultaba insoportable

El presidente de Estados Unidos se ha mostrado satisfecho con el trabajo de Yellen, pero su condición de "demócrata", tal y como adelantó Trump en campaña, ha puesto punto y final al mandato de la mujer más influyente de Estados Unidos.

Hasta ahora, Donald Trump no había conseguido meter mano en la política monetaria norteamericana, y eso, para un egocéntrico como el actual presidente, resultaba insoportable. El nombramiento de Powell ofrece al presidente estadounidense la oportunidad de orientar la acción de la Reserva Federal, una vez que el nuevo se haya sometido al visto bueno del Senado.

La elección del nuevo presidente de la Fed no es una cuestión menor, ya que la economía de Estados Unidos lleva 100 meses consecutivos en expansión y la posibilidad de una recesión es cada vez más elevada y Powell deberá acomodar la política monetaria en EEUU a la agenda de Trump, con el objetivo de que la economía no caiga en recesión, al menos hasta que se celebren nuevas elecciones en EEUU a finales de 2020.

Con esta decisión, Trump espera, igualmente, que sus prometidas bajadas de impuestos, que podrían conllevar rápidas subidas de la inflación, no sean contestadas desde la Fed con subidas constantes de los tipos, que también podrían enfriar el desarrollo alcista de los mercados.

La reciente jubilación del vicepresidente de la Reserva Federal, Fischer, pone de relieve que Trump puede todavía influir, aun más, en el porvenir de la institución, al poder intervenir en el inmediato reemplazo de cuatro vacantes --de un total de ocho-- de la junta de la Fed, lo que le convertiría en el rey de la política monetaria norteamericana.

En la decisión de Trump no hay razones de índole técnico, ya que la hoja de servicio de Yellen puede decirse que ha sido impecable

Con Yellen, que ha sido la primera mujer en ostentar la presidencia de los 104 años de historia de la Fed, se rompe una cierta tradición de renovación de mandato, oportunidad que sí tuvieron sus antecesores: Volcker, nominado por Carter, obtuvo el respaldo de Reagan; Greenspan, elegido por Reagan, mantuvo su puesto con Clinton, al igual que lo hizo Bernanke, nominado por Bush con Obama.

En la decisión de Trump no hay razones de índole técnico, ya que la hoja de servicio de Yellen puede decirse que ha sido impecable, sobresaliendo por muchas cualidades, entre las que cabe resaltar una fundamental: su habilidad para comunicar sus acciones al mercado.

Ahí está para demostrar el nivel de su historial, cómo ha dado continuidad a la recuperación al tiempo que ha ido retirando los estímulos aplicados durante la crisis al desactivar el tercer programa de expansión cuantitativa; cómo ha capitaneado la subida de tipos, heredados en el 0-0,25% y situados ahora en el 1-1,25% tras cuatro subidas desde finales de 2015; y cómo ha comenzado a reducir un balance que, como consecuencia de los sucesivos programas de compras de deuda, había crecido como nunca para alcanzar un volumen de 4,5 billones de dólares, algo que se tiene que reducir sustancialmente hasta los 2,5 o 3 billones de dólares a razón de hasta 30.000 millones de dólares al mes. En vísperas de la quiebra de Lehman Brothers, hace diez años, la Fed tenía activos en su balance por valor de 905.000 millones de dólares.

Difícil lo tiene Powell para conseguir lo logrado en la etapa Yellen a lo largo de cuyo mandato el Dow Jones ha pulverizado todos sus registros; el rendimiento del bono a 10 años se ha moderado pese a la gradual retirada de los estímulos, mientras el dólar se ha apreciado con fuerza frente al euro, una evolución condicionada igualmente por la expansiva política monetaria ejecutada en los últimos años por el Banco Central Europeo. Y además, ha demostrado cómo con una política monetaria determinada rigurosa se puede reducir el paro del 6,7% al 4,2% y cómo la economía puede crecer a tasas moderadas, situadas entre el 1,5% y el 3%, atravesando ya el tercer ciclo expansivo más largo de su historia reciente.

Trump parece preferir una política de tipos más bajos y un dólar menos fuerte y en ello puede encontrar en el nuevo presidente de la Fed un firme aliado

La presidencia de Powell en la Fed, que iría de febrero de 2018 a febrero de 2022, no atravesará un periodo cómodo. La historia señala que en esa etapa la economía norteamericana, que lleva creciendo desde julio de 2009, debería sufrir una recesión y que Wall Street, que lleva subiendo desde marzo de 2009, debería sufrir una corrección.

En su reunión de finales de septiembre, la Fed confirmó que probablemente aumentará los tipos de interés en diciembre, algo que estimulará el ahorro, proporcionando alternativas para los inversores y frenando la euforia bursátil. Trump, sin embargo, parece preferir una política de tipos más bajos y un dólar menos fuerte y en ello puede encontrar en el nuevo presidente de la Fed un firme aliado, pese a que desde su anterior puesto de miembro de la junta de gobernadores del organismo estadounidense, Powell siempre se ha posicionado junto a Yellen.

No es este el único objeto de deseo del mandatario norteamericano. A diferencia de Yellen, Trump es contrario a la actual legislación de supervisión del sistema financiero adoptada durante la presidencia de Obama y no se oculta que el inquilino de la Casa Blanca desea impulsar una profunda desregulación del sector financiero que perseguía evitar nuevos excesos en los bancos, después de que las subprime provocaran la mayor recesión en EEUU desde 1929.

Sea como sea, el relevo en la Fed y la futura política monetaria norteamericana tendrá una repercusión mundial en la que se verá involucrada no solo Estados Unidos, sino la Unión Europea y, lógicamente, España. Y como señalaba recientemente un observador norteamericano la incapacidad de prever las políticas y nombramientos de Trump no es el único factor que aconseja una mayor coordinación entre los gobiernos y bancos centrales de los países occidentales.

¿Le habrá dedicado el vicepresidente económico de la Generalitat un minuto de su vida política a este asunto?