Para algunos partidos que se jactan de defender la Constitución, en la Carta Magna hay palabras prohibidas. Una de ellas es nacionalidades. Ha bastado que el nuevo coordinador del PP, Elías Bendodo, citara ese concepto en una entrevista en El Mundo para referirse a Cataluña para que en el partido se removieran todos los fantasmas.

Cataluña “no es una nación dentro de España”, pero sí una “nacionalidad” dentro del Estado, “como cualquier otra comunidad autónoma”, dijo el número tres del PP y consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía. La referencia a la “nacionalidad” catalana estaba, pues, bastante matizada, pero Bendodo se atrevió también a decir que España es un “Estado plurinacional” y esta afirmación disparó todas las alarmas.

Dentro de la nueva línea autonomista implantada por Alberto Núñez Feijóo, Bendodo abogó por articular un proyecto de centroderecha capaz de conectar con un “catalanismo integrador”, se pronunció por “proteger” el catalán sin que eso suponga una “imposición” de esta lengua y apostó por repetir en Cataluña el modelo desarrollado por el partido en Galicia o Andalucía. “El andalucismo que defiende el PP de Andalucía es un andalucismo que defiende Andalucía por encima de todas las cuestiones, pero que entiende perfectamente que está dentro del conjunto de nuestro país”, declaró.

Excepto en la referencia al “Estado plurinacional”, Bendodo siguió el discurso inaugurado por Feijóo en su intervención, el 6 de mayo, en el Círculo de Economía de Barcelona, en la que habló de la “nacionalidad” catalana y reivindicó una España de las autonomías que preserve “la identidad política, cultural y lingüística de los territorios”. Estas palabras ya sentaron mal en sectores del PP, que consideran que los pésimos resultados en las últimas elecciones autonómicas catalanas se debieron a los guiños de última hora de Pablo Casado en dirección al independentismo, como cuando criticó la actuación policial el 1-O. Feijóo y la nueva dirección creen lo contrario y por eso apuestan por moderar el duro discurso anticatalanista del partido.

La referencia de Bendodo al “Estado plurinacional” levantó tal oposición que el número tres del PP tuvo que rectificar la misma tarde del día de la publicación de la entrevista precisando en Twitter que “España es una nación indisoluble de 17 autonomías con identidades propias. Se pueden respetar las diferencias de cada comunidad autónoma y defender una España única y respetuosa con el artículo 2 de la Constitución”, escribió. Ese artículo garantiza “el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones”, pero no incluye el concepto de “Estado plurinacional”, que ni el PSOE ha aceptado nunca. Durante la campaña de primarias para su reelección al frente del partido en 2017, Pedro Sánchez coqueteó con el término “Estado plurinacional”, pero el PSOE renunció a ese concepto en su último congreso, sustituido por el de la “España multinivel”.

Feijóo tuvo que salir también a enmendar “el error rectificado” de su número tres y trató de zanjar la polémica con la contundente afirmación de que “España no es un Estado plurinacional, eso es una obviedad”. “Ni lo es no lo será”, dijo en una rueda de prensa en Ceuta. “El debate no existe”, remachó.

Pero el debate sí que existe. Los sectores del PP más centralistas, entre ellos el que encabeza la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso --“España es una única nación”, dijo en respuesta a la polémica--, temen que el “error” de Bendodo sirva para beneficiar a Vox en las elecciones andaluzas del 19 de junio y que los electores del partido ultraderechista que dudaban en volver al PP no lo hagan. Creen que es una equivocación utilizar el “lenguaje de los nacionalistas” catalanes y vascos y aplicar en Cataluña y Euskadi la política que Feijóo ha llevado a cabo en Galicia.

Más allá de las reflexiones coyunturales y electoralistas, lo que la polémica demuestra es que la involución autonómica en amplios sectores de la derecha es una realidad. No solo por la irrupción de Vox, que reniega del Estado de las autonomías, sino también por las reticencias en el PP y en lo que queda de Ciudadanos a aceptar lo que hace 43 años se plasmó en la Constitución. Hasta tal punto que si ahora se debatiera la inclusión en la Carta Magna del término “nacionalidades”, seguramente no se llegaría a un acuerdo.