Pensamiento

Sumisión

27 agosto, 2015 03:02

La polémica entre Javier Cercas y Antoni Puigvert a cuenta de la conversión independentista de Xavier Rubert de Ventós me ha movido a aportar unas reflexiones sobre las razones aducidas por numerosos políticos e intelectuales catalanes que se han declarado independentistas en los últimos años.

Se pueden agrupar en dos categorías: los que provienen del nacionalismo y los que lo hacen de la izquierda. Sintetizando, el argumento central de todos los conversos se basa en aducir una supuesta situación de ahogo de Cataluña que pone en grave riesgo su prosperidad económica y la supervivencia de la lengua y la cultura catalanas. Cataluña sería un país oprimido y, por tanto, con derecho a emanciparse de un Estado opresor que amenaza su existencia.

Los independentistas conversos provenientes de la izquierda se acercaron a Mas con la decadencia socialista y, cuando este decidió dar el paso independentista, se apuntaron de forma entusiasta

De entrada, habría que decir que, si el motivo de su nueva fe fuera la "opresión de Cataluña", no se entiende su no militancia independentista durante el franquismo. No recuerdo a ninguno de estos conversos militando en organizaciones independentistas.

Con la restauración de la democracia pasaron cuarenta años al socaire del poder. La mayoría disfrutando de sueldos y cargos públicos sin que se les conociera ninguna veleidad secesionista. Sólo cuando se les acaban los coches oficiales, a los provenientes de la izquierda, o temen perderlos, Mas y los suyos, se produce la transmutación.

Los provenientes de la izquierda se acercaron a Mas con la decadencia socialista y, cuando este decidió dar el paso independentista, se apuntaron de forma entusiasta.

No es, por tanto, ninguna presunción sin fundamento decir que su conversión tiene mucho que ver con permanecer al abrigo del poder. ¿Acaso está Cataluña más oprimida hoy que hace dos años o sesenta? ¿No está Cataluña ocupada desde 1714? No parece que su caída del caballo se haya producido por un cambio en negativo de la situación de Cataluña en España.

Alcanzaron el poder gracias a su miltancia 'española' y ahora creen que la única manera de conservarlo es su fervor independentista. Precisamente cuando España pertenece a la UE y, por tanto, las principales decisiones económicas, militares y políticas escapan a los Estados, y que el sistema autonómico, aunque perfectible, goza de unas cotas de poder nada desdeñables que son las que les han permitido constituirse en un poder desleal dentro del Estado sin coste alguno, al menos de momento.

Todos cambiamos y evolucionamos, pero estas conversiones colectivas me recuerdan a las que relata con maestria Michel Houellebecq en su libro 'Sumisión'. Se trata de no perder privilegios y adecuarse a la ideología dominante. Y, para ello, uno se hace musulmán, como en 'Sumisión', o lo que haga falta. No por evolución individual, siempre respetable, sino por adecuación al ambiente, al estilo de la pelicula alemana 'La ola'. En su caso, si fuera necesario rehacer el camino, ya se alegará ignorancia, engaño u obediencia debida.

Manifestarse en contra de la independencia tiene un coste muy elevado en Cataluña, pero hacerlo a favor de ella, ninguno en el Estado

Además, el transfuguismo de unos y el silencio de otros viene reforzado por la evidencia de que manifestarse en contra de la independencia tiene un coste muy elevado en Cataluña, pero hacerlo a favor de ella, ninguno en el Estado. Como muestra, repasen los vínculos políticos de directivos y consejeros de las grandes empresas españolas en Cataluña o la presencia de periodistas y conductores de programas en las televisiones estatales. El 'miedo' está del lado de los no independentistas, que saben que manifestrse implica el ostracismo económico, cultural y social en Cataluña y ningún apoyo especial del Estado, que, al menos hasta ahora, permenece indolentemente a la expectativa.

Si a eso añadimos que los catalanes piensan, presumiblemente con razón, que haya o no independencia, el nacionalismo seguirá controlando la Generalitat y, por tanto, su apuesta está reasegurada, tendremos un cuadro completo que explica la extraordinaria proliferación de conversos y silentes.

A los que intentan no sucumbir les animaría a seguir haciéndolo, recordando aquello de que hasta el rabo todo es toro.