Pensamiento

¿Qué libertad, qué dignidad?

25 julio, 2014 09:36

Uno de los eslóganes de la agitación propagandística del secesionismo dice que "Cataluña quiere vivir en libertad y en dignidad". La divisa refleja, una vez más, una huida ideológica de la realidad. La Cataluña real, la de la población catalana suplantada por la nación abstracta, está perdiendo libertad y dignidad a ojos vistas. Sabemos que en tiempos de conflicto civil la primera víctima resulta ser la objetividad, componente esencial de la información veraz, sin la cual no hay verdadera libertad.

Se engaña sistemáticamente con mentiras y tergiversaciones para crear un estado de ánimo favorable a la secesión y, al mismo tiempo, para sedar los espíritus respecto a las consecuencias negativas y dolorosas para la población de un proyecto de política ficción

Habría que retroceder años en la historia contemporánea de Cataluña para encontrar una situación relativamente equiparable a la de ahora en pérdida de objetividad informativa, de libertad pues, en los medios públicos de comunicación social (deficitarios) y en los medios privados subvencionados.

No vale decir que "los otros" lo hacen peor. Tener que escoger entre la manipulación del telediario de TV3 y la del telediario de TVE1 es de una perversión insoportable en democracia, igual como tener que comparar el nivel panfletario de El Punt-Avui con (por ejemplo) el de La Razón.

Se ha llegado a un extremo grave e irresponsable: se engaña sistemáticamente con mentiras y tergiversaciones para crear un estado de ánimo favorable a la secesión y, al mismo tiempo, para sedar los espíritus respecto a las consecuencias negativas y dolorosas para la población de un proyecto de política ficción. La invocación de la libertad, supuestamente perdida -como si hoy fuera el ayer de Franco-, exige para ser creíble una honestidad intelectual que, si no se tiene, se invalida la causa invocada.

La dignidad de las personas que componen la población, en nombre de la cual se invoca la dignidad, también supuestamente perdida, se dirime, entre otros escenarios reales, en las listas de espera y en el hacinamiento de las urgencias de los hospitales de la sanidad pública. Que pregunten a los miles de pacientes desatendidos, muchos de ellos en riesgo de fallecimiento, qué entienden por vivir en dignidad.

La contradicción entre la divisa y la realidad ofrece muchos más casos de evidencia aplastante. Hay donde elegir. Nadie había deshecho tanto país, dividido tanto Cataluña, como los grupos políticos y sociales coligados en torno a la entelequia de una secesión, de un Estado propio, de una pertenencia continuada a la UE…