¿Fue rebelión, sedición, desobediencia, desorden público, ruido? ¿Qué fue el procés? Desearía saberlo. Con una frase nítida, breve y contundente. Pero no la encuentro. No la he leído hasta hoy. Ni de parte de unos, ni de otros. Ni por parte de los acusados, ni por parte de los acusadores. Sigo sin saber qué fue el llamado procés, si una algarada o una rebelión. ¿Nos sacarán de esta duda los tribunales? Permítanme que lo dude. Creo que terminaré mis días y la pregunta seguirá sin responder. Como ocurrió hace casi un siglo. Nos repetimos.

Cuentan audaces cronistas que antes del verano el Tribunal Supremo nos dará una explicación y una sentencia a lo ocurrido en los días señalados del pasado año. Ya veremos qué verano. Puede que haya demasiados días electorales y no les quede tiempo para sentencias que afecten al hígado. Delicado el tema y las vísceras. Puede que el tiempo, que pase tiempo, sea un suavizante necesario. De momento el Gobierno pide que se deje trabajar con independencia a la justicia en el procés. Tienen tiempo e independencia, se supone. Lo primero, seguro; lo segundo, hay ciertas dudas. Pero algo se percibe. Entendimiento. Negociación. Aire fresco. Ventanas abiertas. Eso desean Sánchez y el PSC. Falta les hace.

Porque los presos no ceden. Desafían. Algunos han asumido que van a pasar bastantes años en la cárcel. Porque no pedirán indultos. No piensan rendirse. Piensan que las peticiones de cárcel tan elevadas sólo se explican con el odio. No es justicia, sino odio. ¿Hubo armas? No se vieron. Entonces ¿son justas y objetivas las acusaciones? Jueces tiene la santa Justicia para definirlas. ¿Hubo violencia? Según la Fiscalía, sí. Según la Abogacía del Estado, no. Bueno, a lo peor se está repitiendo la historia. ¿No lo cree, amigo lector? Publicaba en su portada La Humanitat, diario de ámbito catalán fundado por Lluís Companys, que “El fiscal demana 30 anys de reclusió major” para el gobierno golpista de Cataluña de 1934. Abajo, a la izquierda de la portada parte inferior, se pedía ya la amnistía para los golpistas. Fueron amnistiados por el PSOE. Parece que se repite la historia, o puede repetirse. Lo comprobaremos en poco tiempo.

Porque desde el Gobierno se tiene como prioridad mantener la negociación entre el gobierno español y el catalán. Para relajar la tensión. También, por otro lado, el Gobierno busca difuminar la figura de la rebelión. Que esa acusación se disuelva como azucarillos y quede en sedición. Ni a Felipe González le ha gustado, ni ha compartido eso de rebelión. Mejor sedición. Bajamos un peldaño. ¿Lo aceptan los independentistas? Ah, esa es otra cuestión. Seguro que no. Porque quieren más, reclamarán más, porque forma parte de su vida, de su sentido particular de la realidad.

Hemos visto o leído cómo últimamente se compara la rebelión catalana con el Golpe de Estado del 23F de1981. Y las condenas a Tejero y Milans del Bosh. ¿A qué viene esa comparación? No se entiende. Salvo que sean insinuaciones desde los distintos poderes, o desde uno solo. No se entiende. Pero es así. En vez de comparar pueden pedir cierto arrepentimiento para tocar la sensibilidad del tribunal. Así habría más comunicación. Más sensibilidad. Y más generosidad por la justicia. Todo se andará. La justicia y la política pueden comunicarse y entenderse. Si no se entienden ya, que es lo que el ciudadano percibe.

Tenemos al sistema judicial en crisis y su deterioro es alto. Sus estructuras de poder quedaron intactas en la Transición. No se tocó. Al margen del ruido y las declaraciones políticas podrían encontrarse espacios para alcanzar otro consenso y reformar el sistema judicial. Que no hagan el ridículo con el espectáculo teatral del impuesto de las hipotecas para que ganen siempre los mismos. Pero falta nivel e inteligencia. Y en procés puede ocurrir algo parecido. Porque el discurso independentista parece inasequible. Apaciguar el problema parece que va a fracasar. Esperamos al juicio para enterarnos qué fue eso del procés. A lo peor nos enteramos. ¿Seguro, amigo lector?