Anda el independentismo dividido. Por un lado, los partidarios de un gobierno efectivo que acabe con el 155 y permita recobrar el control de un presupuesto nada desdeñable y sin duda imprescindible para mantener la red clientelar creada por el pujolismo. ERC y buena parte del PDeCAT están en esa sintonía. Su razonamiento es que la independencia no se va a materializar a corto plazo, haga lo que haga Puigdemont, y se corre el riesgo de perder la Generalitat en caso de nuevas elecciones, lo que sería un golpe durísimo para el secesionismo a pesar de su desprecio aparente por la institución autonómica. Por otra lado, Puigdemont y sus fieles quieren apurar hasta el último segundo para tomar su decisión de permitir un gobierno autonómico que, irremediablemente, haría perder el protagonismo estelar de Puigdemont.

¿De qué dependerá la decisión? Como es lógico, de las encuestas. La novedad es que en esta ocasión Puigdemont podría estar tentado de convocar elecciones, aún a riesgo de que el independentismo no sume, si los resultados agrandan su ventaja respecto a ERC, en la perspectiva de crear el deseado Partido Nacionalista Catalán bajo el control del expresidente fugado y sus fieles.

El crecimiento de ERC ha creado una lucha por la hegemonía interna que Puigdemont quiere acabar, aprovechando su protagonismo actual. Esta es la batalla soterrada en el bloque soberanista

Muchos independentistas creen que el camino hacia la independencia sólo es viable con un gran partido nacionalista, absolutamente hegemónico en el bloque secesionista. CiU lo fue de hecho con Pujol a la cabeza. Pero el crecimiento de ERC ha creado una lucha por la hegemonía interna que Puigdemont quiere acabar, aprovechando su protagonismo actual. Esta es la batalla soterrada en el bloque soberanista.

Las elecciones no se repetirán si las encuestas no aseguran a Puigdemont mantener y aumentar el sorpasso a ERC. Si JxCat aumenta sus escaños y correlativamente ERC retrocede, no duden que Puigdemont impedirá cualquier investidura y provocará nuevas elecciones. Aún a riesgo de perder la mayoría independentista. No lo duden. Puigdemont quiere ser el líder mesiánico que Artur Mas no consiguió ser.

Llegados a este punto, habrá que preguntarse si la convocatoria automática de elecciones es inevitable o puede ser impedida por el Gobierno

Llegados a este punto, habrá que preguntarse si la convocatoria automática de elecciones es inevitable o puede ser impedida por el Gobierno en el supuesto de que así lo quisiera y obtuviera apoyos suficientes de otras formaciones para lograr ampliar el 155. Es difícil política y jurídicamente. Pero unas elecciones el 15 de julio, en plenas vacaciones, en condiciones de anormalidad política evidentes, con candidatos en situaciones jurídicas transitorias, quizás no deberían celebrarse y se debería esperar a otoño con la instrucción de Llarena cerrada y quizás con el juicio oral celebrado.

En cualquier caso, las empresas encuestadoras van a tener trabajo los próximos treinta días.