Mientras Valencia se inundaba y sus habitantes se ahogaban o desaparecían, el PSOE de Pedro Sánchez se dedicaba a lo realmente importante: elegir a los nuevos consejeros de RTVE para asegurarse el control absoluto de los medios de comunicación presuntamente públicos. Parece que no había ni un minuto que perder, que no se podía suspender el pleno por una DANA de nada y que lo primero era lo primero, como si la información de RTVE no estuviera ya lo suficientemente controlada y manipulada por el gobierno más progresista de la historia.

Había que demostrar, una vez más, que la principal seña de identidad del sanchismo es la desfachatez. Y una vez seleccionados cuidadosamente los paniaguados del consejo de RTVE, ya habría tiempo para afrontar convenientemente la crisis levantina, que se haría de la manera habitual: echándole la culpa de todo al PP (que no digo que no la tenga, en parte) y responsabilizando a la Generalitat valenciana de todo el desastre meteorológico.

Basta con echar un vistazo a la lista de elegidos para la gloria radiotelevisiva para reafirmarse en la teoría de que la desfachatez es el rasgo más destacable de la manera de ir por el mundo del señor Sánchez, un tipo que hace tiempo que ya ni se toma la molestia de disimular. No es que nuestros políticos se hayan distinguido nunca por una especial sutileza a la hora de tomar las decisiones que más les convienen, pero Sánchez es el primero al que le da lo mismo que la ciudadanía se de cuenta de que todo lo hace pensando en sí mismo, en su propio beneficio y en lo que más le conviene. Bueno, sí, siempre dispone de una explicación by default para sus cacicadas: que todo lo que hace es para protegernos del fascismo que representan la derechona y la extrema derechona. Pero no creo que quede mucha gente en España que se trague tan recurrente trola.

El hombre tiene la suerte, eso sí, de contar con una oposición que lo ha bajado Dios a ver, pues la torpeza de Núñez Feijoo y su cuadrilla es de traca (solo a Feijoo se le ocurre plantarse en Valencia y, antes de dar el pésame y preguntar por la situación, echarle la culpa de la catástrofe al gobierno (que tampoco digo que no la tenga, en parte).

Tenga, o no, la culpa de nada, Sánchez sabe que el drama levantino acabará pasando de moda (no me extrañaría que considerara las cosas en esos términos) y que los siervos de la gleba que ha colocado en RTVE (a 100.000 euros anuales por cabeza) no se van a mover de ahí, donde laborarán a conciencia por su bienestar y su grandeza. Los colocados por el partido no pueden ser más de fiar. Fijémonos en Esther de la Mata, que hasta hace dos días era la directora de comunicación del ministro Bolaños. O en Angélica Rubio, que suena para presidenta del ente y cuyas credenciales sanchistas son inmejorables: directora del digital El Plural (que suena mejor que El Sociata), antigua jefa de prensa del gurú de Sánchez y asesor in pectore de Nicolás Maduro, José Luís Rodríguez Zapatero, responsable de un bulo contra el ladino juez Peinado, ese que le está buscando la ruina a la parienta del jefe, Begoña Gómez, según el cual habría comprado distintas propiedades amparado por dos DNI distintos (patraña rápidamente desmontada que el marido de Begoña dio por buena durante todo el tiempo que pudo)…

Evidentemente, ha habido que quedar bien con esos partidos enemigos del estado que, curiosamente, contribuyen a que Pedro pueda mantenerse atornillado al sillón. Por eso les ha caído un cargo de consejero de RTVE a sendos paniaguados de ERC y Junts, los inefables Sergi Sol y Miquel Calçada (cuyo auténtico apellido es Calzada, por cierto), que por cien mil euritos al año se van a tragar sus principios (y sus finales) y van a trabajar para el estado que les oprime.

El primer fue el jefe de gabinete del beato Junqueras y el segundo fue el niño bonito de Jordi Pujol que recibió todo tipo de prebendas y chollos del ancien regime separatista (incluyendo concesiones de emisoras de radio y comisariados de eventos patrióticos). Ahora pillan un nuevo chollo, aunque sea trabajando para el enemigo, que es una actividad, por otra parte, muy común entre los independentistas catalanes: recordemos el paso por el consejo de RTVE del cineasta Francesc Bellmunt, indepe de pro, o la doble vida de la productora Isona Passola, que por la mañana exigía la independencia de Cataluña y por la tarde se iba a Madrid para poner el cazo en TVE y el ministerio de Cultura…

A nadie se le escapa ya que la obsesión de Sánchez es tenerlo todo atado y bien atado. Aún no ha conseguido jorobar del todo a jueces y periodistas, pero está en ello (¡todo sea por cerrarle el paso al fascismo!). Con respecto a éstos, vayamos por partes: primero, controlar RTVE, que es lo que tiene más a mano. Y luego, ya se verá: ¡anda que no hay maneras de matar de hambre a la prensa que le lleve la contraria!

Puede que no fuese el colmo de la elegancia seguir con la cacicada mientras se inundaba Valencia, pero lo primero es lo primero. Si en vez de unas inundaciones, hubiésemos asistido a una invasión extraterrestre, tampoco creo que el asunto RTVE se hubiese interrumpido, demorado o aplazado. Una vez te has apañado con Puchi, ¿qué problema vas a tener a la hora de negociar con los marcianos?