Lo del PSOE parece no tener límites. Cada semana, el Gobierno de Sánchez nos sorprende con nuevas e insólitas cesiones a los nacionalistas.
La última de ellas es el acuerdo con Junts para el nombramiento de Miquel Calçada (antes Calzada), alias Mikimoto, como miembro del consejo de administración de RTVE.
El ínclito consejero se embolsará más de 100.000 euritos al año por tratar de intoxicar –aún más, si es posible– la pocilga de RTVE.
¿O acaso alguien cree que un activista radical del independentismo tendrá por objetivo mejorar la televisión pública española para ponerla al servicio de los intereses generales del país?
Mikimoto fue uno de los rostros más populares que avaló la violencia contra la policía el 1-O. “La próxima vez que lo intentemos, en vez de esperarlos sentados, habrá que hacerlo de pie y preparados”, señalaba en un tuit de respuesta a las imágenes de unos manifestantes tratando de impedir a las fuerzas de seguridad la retirada de las urnas por orden judicial. E incluso lamentaba en una entrevista en RAC1 que “había gente que no quería llegar más allá porque habría disturbios”.
De hecho, Calçada ha insistido en que a los independentistas les faltó “determinación” el 1-O. Y desde muchos años antes abogaba por una declaración unilateral de independencia en el Parlamento autonómico.
Calçada ha sido uno de los personajes que más odio ha vomitado contra España en las últimas décadas. Fue comisario de los actos de conmemoración de los 300 años de 1714, es decir, el encargado de vender que aquello fue una guerra de ‘España contra Cataluña’, y no una guerra de sucesión.
Mikimoto siempre se ha mostrado contrario a cualquier suavización del procés con el objetivo de ganar adeptos para la causa. “Ampliando la base, quizá la rompamos”, alertaba al respecto.
Pujol premió su nacionalismo desacomplejado a principios de los 90 con varias emisoras de radio (y alguna de televisión) con las que montó el Grup Flaix. Y por si eso no fuera suficiente para forrarse, la Generalitat le regó durante años con una morterada de subvenciones.
Ahora, y a pesar de que se posicionó en contra de que el independentismo facilitara la investidura de Pedro Sánchez si no cedía a sus pretensiones para avanzar hacia la secesión, este le recompensa con una mamandurria y un puesto desde el que Mikimoto seguirá sembrando odio, si cabe, con mayor eficacia.
Y luego se escandalizan por la degradación de las instituciones.
Enhorabuena, señor presidente.