Ni muerto consigues que los nacionalistas dejen de darte la tabarra. Que se lo digan al pobre Antonio Machado: no contento con haber muerto lejos del hogar y de que le cubra el polvo de un país vecino, el otro día tuvo que aguantar la visita de Quim Torra y Carles Puigdemont, que andaban por la zona dedicados a sus cansinos asuntos y decidieron acercarse por el cementerio de Colliure a presentarle sus respetos (o a recordarle que era un españolazo infecto, con esa gente nunca se sabe). Nadie ha entendido qué pintaban esos dos junto a la tumba de Machado, un hombre que siempre despreció a los nacionalistas de su calaña y hasta lo dejó escrito. Si de lo que se trataba era de cabrear a todo el mundo, enhorabuena, lo han conseguido, pero que sepan que la visita de marras ha sentado tan mal en los ambientes separatistas como en los unionistas, o quizás peor en aquellos que en estos, dado que la capacidad de sorpresa del español medio ante las salidas de pata de banco de los Laurel & Hardy del prusés ha ido menguando mucho con el paso del tiempo.
No sé si Torra lo habrá visto, pero en el mismo diario digital subvencionado a cuyo director, Vicent Partal, entregó un premio el otro día en Prada --después de perder, literalmente, los papeles a causa de un golpe de viento--, había más de un lector sulfurado ante la visita a la tumba del poeta andaluz. Uno decía que ese tal Machado no tenía el más mínimo interés y que su lugar de reposo eterno, en todo caso, podía ser visitado por españoles, pero nunca por catalanes de pro. Otro optaba por las sugerencias concretas y les decía al Dúo Dinámico del prusés que mejor habrían hecho visitando la tumba de Pompeu Fabra (sin reparar en que dicha tumba está en España y Puchi podría acabar en el trullo si se presenta en el cementerio). El tono general de las cartas al director de Vilaweb era severo y desaprobaba vehementemente la visita al camposanto de Colliure. Solo eché de menos a algún lector que recordara que los poemas de Machado habían sido convertidos en canciones por Joan Manuel Serrat, ese réprobo, multiplicándose así por dos el efecto envilecedor de la visita.
¿Formará parte ese extraño conciliábulo en Colliure de la confrontación inteligente de la que hablan Torra y Puchi? Lo ignoro, ya que nadie ha tenido a bien elaborar un poco el concepto de “confrontación inteligente”. ¿Hará referencia a que el golpe de octubre del 17 fue un claro ejemplo de confrontación estúpida? ¿Estamos ante un Ho tornarem a fer, pero con cierto fundamento? Lo dudo, la verdad, ya que en el ínterin no me consta que la situación objetiva haya cambiado y sea ahora más favorable a los independentistas. Lo más probable es que “confrontación inteligente” no quiera decir absolutamente nada. Como la visita a la tumba de Machado que, más allá de cabrear a unos y a otros, no se entiende a qué viene. Aún resultará que Torra y Puchi estaban haciendo tiempo en el cementerio de Colliure hasta la hora de comer en algún restaurante que les habían recomendado: cosas más raras (y más chuscas) se han visto en el prusés.