Salvador Illa en México
Salvador Illa y el jabalí catalán
"Con la crisis de la peste porcina africana, les ha faltado tiempo para decirle al presidente de la Generalitat que deje de inflarse a tacos y margaritas en Guadalajara, México, y vuelva aquí para dar la cara sobre la triste situación en que se encuentran nuestros hermanos los puercos"
Permanentemente instalados en el chincha y rabia desde que perdieron el poder político, los restos del independentismo se agarran ahora a cualquier cosa con tal de jorobar a los socialistas.
Ya hemos visto la que le han armado a Jaume Collboni por su beca para escritores sudamericanos que quieran dar su versión de Barcelona. Y su jefe de filas, Salvador Illa, tampoco se ha librado de las iras del lazismo, aunque a mí se me antojen más de cara a la galería que otra cosa.
Con la crisis de la peste porcina africana, les ha faltado tiempo para decirle al presidente de la Generalitat que deje de inflarse a tacos y margaritas en Guadalajara, México, y vuelva aquí para dar la cara sobre la triste situación en que se encuentran nuestros hermanos los jabalíes. De hecho, le están aplicando el método Mazón, como si el pobre Illa estuviese de juerga en Guadalajara mientras aquí los catalanes caemos como moscas.
¿Tan urgente es el regreso de Illa como nos lo pintan los indepes? Yo diría que no, así que la aplicación del método Mazón creo que solo obedece a las ganas de chinchar (a las que se han sumado, entusiasmados, los columnistas de todos los digitales del ancien regime, que me lo acusan de no saber gobernar, ¡con lo bien que lo hacían los suyos, responsables de esa monumental pérdida de tiempo y de dinero que fue el malhadado prusés!).
Veamos: una cosa es eternizarse en El Ventorro mientras la población se te ahoga en masa, y otra quedarse tranquilamente en México, departiendo con Eduardo Mendoza, Javier Cercas y Joan Manuel Serrat (por muy botiflers que sean), aunque en Cataluña hayan palmado unos cuantos jabalíes, asunto que pueden afrontar dignamente el conseller de turno, el ministro español del ramo y la Unidad Militar de Emergencias (esto último también ha sentado mal entre los lazis, que enseguida tienen la impresión de que nos están invadiendo los del país de al lado).
La peste en cuestión no se transmite a los seres humanos, así que no hay peligro alguno de bajas ciudadanas. Sí, es una contrariedad que puede afectar a la exportación de cerdos catalanes, pero parece que está funcionando la regionalización y que no saldremos tan mal parados como parecía.
Illa está en México en visita oficial, representando a Cataluña y a Barcelona, que es la invitada de este año del certamen literario de Guadalajara. Dejar a todo el mundo con la palabra en la boca porque en casa se te han muerto unos cuantos jabalíes sería una descortesía que no podrían aliviar ni todas las becas del señor Collboni.
Pero me temo que la representación barcelonesa en la feria tampoco debe ser del agrado de nuestros hiperventilados, pues se han colado por ahí unos cuantos escritores en castellano con la excusa de que son muy conocidos en México y en toda la América del Sur: bastante tienen con aguantar que Rosalía sea más famosa internacionalmente que Els Pets para tener que toparse, una vez más, con Mendoza y Cercas.
Aquí, de lo que se trata es de insinuar que a Illa le va grande el cargo de presidente de nuestra querida comunidad autónoma, que no sabe reaccionar como Dios manda a los incidentes de la realidad porcina.
Desde este punto de vista, el jabalí es un catalán más del que se pasa olímpicamente porque es más divertido pasarse el día en la cantina, escuchando rancheras. Solo les ha faltado patentar algún eslogan modelo Tots som porcs senglars! para señalar la displicencia criminal de ese sociata que en mala hora llegó a presidente de la Generalitat.
Y así se entretienen mientras lamentan haber perdido su posición preeminente en la política local por su mala cabeza. Sobre todo, los de Junts, a los que Pujol legó un partido que era una máquina de mangonear y ganar dinero insuperable y ahora tienen que conformarse con las alegrías sadomasoquistas que les ofrece su turbia relación con Pedro Sánchez, convertido, como José Luis López Vázquez en Atraco a las tres, en un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo.