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Acto del Consell de la República en Verges, en el que Puigdemont intervino por videoconferencia

Acto del Consell de la República en Verges, en el que Puigdemont intervino por videoconferencia Consell de la República

Manicomio catalán

Jordi Domingo y la hora catalana

"Insultar a un campeón de la motocicleta y retrasar una hora el reloj. Esas son las grandes aportaciones del círculo íntimo de Puigdemont. Desde luego, no hay duda de que 'ho tenim a tocar'"

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Mientras Salvador Illa visita al papa León XIV y se convierte en el primer político español en ser recibido en el Vaticano, cosa que le hará muy feliz, dada su condición de socialista temeroso de Dios, los restos del lazismo chinchan y rabian en pleno aniversario del 1 de octubre de 2017, cuando Cataluña hizo un ridículo sideral con un chapucero golpe de Estado.

Tengo la impresión de que el actual presidente de la Generalitat es el Narciso Bello de los independentistas. Como algunos recordarán, el primo del Pato Donald era un suertudo irritante al que todo le salía bien, mientras que al pobre Donald todo le iba de pena: si Narciso le daba una patada en la calle a un bulto en el suelo, del bulto salían disparados billetes de banco; si la patada se la daba Donald, dentro había un yunque. Y así sucesivamente.

La principal baza de Narciso Bello consistía en tener un primo que era un inútil y un metepatas. Y a Illa con los lazis le ocurre algo muy parecido. No diré que el hombre carezca de méritos propios, pero la churrosa competencia de la que disfruta le hace la mitad del trabajo. Como me decía un amigo hace unos días: “Puede que Illa no sea gran cosa, pero lo prefiero a esa pandilla de talibanes absurdos”.

¿Y qué hace el lazismo mientras Illa alterna con el Papa? Veamos. Los principales líderes del prusés, totalmente amortizados (si es que alguna vez sirvieron para algo), insisten en no dar el pas al costat que dio hace años el Astut Mas (a petición de la CUP, todo hay que decirlo). Puchimón y el beato Junqueras siguen en plan Joe Rigoli (¡yo sigo!), perdón por la referencia televisiva viejuna, y persisten en cortar el bacalao y dar órdenes. Cada uno de ellos ha montado su propio mitin a su mayor gloria, en el que han anunciado que no se retiran de la política. Puchi nos sale con lo de que tenemos que estar todos unidos y apreteu, apreteu. El beato, ídem de lienzo y, además, que aspira a presentarse a las próximas elecciones autonómicas (o pre independientes), pese a estar inhabilitado hasta el 2030 por sus travesuras octubristas.

Menos mal que el entorno de Puigdemont está por lo que hay que estar, por lo que realmente quita el sueño a los catalanes sojuzgados por el ladino Estado español. Su jefe de gabinete (¿qué gabinete?), el siempre hosco y desagradable Josep Lluís Alay, ha celebrado la última victoria de Marc Márquez calificando al motorista de traidor, por haber dado una vuelta al ruedo en su vehículo mientras enarbolaba una bandera española. ¿Será cenizo y malaje el tío? Yo de él mantendría un perfil bajo y daría gracias a Dios por haberme salido de rositas del dossier ruso del prusés, en el que andaba tan metido como el difunto Víctor Terradellas. Y por poder ganarme la vida llevando los asuntos de alguien que no tiene nada que hacer.

Por otra parte, el presidente del Consell per la República, otra entelequia tan inútil como el supuesto gabinete de Puchi, ha alumbrado una idea genial para levantar el ánimo de los indepes desmoralizados: la hora catalana. Jordi Domingo propone retrasar los relojes una hora. Puede que aún no seamos independientes, pero cuando para nosotros sean las siete de la tarde, para los españoles serán las ocho. ¡Una hora por detrás de esas bestias con apariencia humana!

Insultar a un campeón de la motocicleta y retrasar una hora el reloj. Esas son las grandes aportaciones del círculo íntimo del hombre de Waterloo. Desde luego, no hay duda de que ho tenim a tocar. Y mientras tanto, ese canalla empeñado en desnacionalizar Cataluña y TV3 (tema al que volveremos próximamente), en Roma, con el Papa acariciándole el lomo y poniéndose morado de su bebida favorita, el agua bendita. ¡Unos tanto y otros tan poco!