Carles Puigdemont está convirtiendo a su partido, Junts, en Las Cuevas del Sado de la política española, establecimiento que cuenta con un solo cliente, pero entusiasta: Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, quien necesita para casi todo los votos de los siete diputados de Puchi, y yo creo que le está cogiendo el gusto a ejercer de refinado masoquista que deja que su estricto dominante, el Hombre del Maletero, le someta a todo tipo de sevicias, incluidas las más gratuitas, como la aparición en el Congreso de los Diputados de un tal Mohamed Houli, yihadista de pro y uno de los acusados por el atropello mortal de La Rambla (quien, si no me equivoco, vive a costa del Estado español en una prisión de por aquí). Y ya sé que ir a dar la chapa al Parlamento con lo de que el CNI estaba detrás de los atentados de hace unos años no debe ser lo más divertido del mundo, pero si estás en el talego, supongo que agradeces que te oreen un poco, aunque sea para largar delante de unos infieles que, si pudieran, te ejecutarían. Así que te llevan a exponer tus delirantes teorías y, por lo menos, te distraes un rato, que el trullo tampoco debe ser un sitio excesivamente ameno.

Desde el punto de vista de Puchi, el amigo Mohamed era ideal para humillar un poco más a Sánchez, quien parece disfrutar enormemente del trato que le aplica el fugitivo del flequillo. Me pregunto si pactarán estas cosas en sus conversaciones privadas, si es que existen. Me gusta imaginar a Puchi amenazando a Pedro con humillar nuevamente al opresor Estado español (nunca España: España, como todos sabemos, o no existe o es un Estado fallido). Y a Pedro haciendo como que su socio se está pasando con sus castigos, cuando en realidad le encantan. Como decía la romanza zarzuelera (más o menos), “Puchi es el chulo que castiga”.

La extraña relación entre Puchi y Pedro acumula afrentas (o placeres, según se mire) a diario. Poco después de la performance del señor Houli en el Congreso, el hombre de Waterloo siguió su peculiar terapia con el presidente del Gobierno anunciando que iba a pedir el indulto para Laura Borràs porque, como ya avanzó el carismático Tururull, “es un caso clarísimo de lawfare”, palabra que se oye mucho últimamente en ambientes separatistas y que sirve para definir cualquier actividad de la justicia que no sea del agrado de dichos separatistas. La señora Borràs sisó una notable cantidad de dinero público para hacer feliz a su amigo Isaías, el informático, pero según Tururull (confirmado luego por Puchi) estamos ante otro caso clarísimo de lawfare.

Resulta curioso que Puigdemont se mueva por Borràs, pero deje que Toni Comín se hunda en el oprobio más o menos por lo mismo que la Geganta del Pi, recurrir al dinero público para financiarse sus cosas. Aunque también es verdad que Comín se ha hundido solo en su mundo soberanista, sin la ayuda de algún juez español que le buscase las cosquillas, mientras que Borràs ha sido condenada por el opresor: es difícil que te acusen de lawfare si no eres el responsable de ningún veredicto judicial. Para mí, Borràs y Comín son igual de mangantes, pero la opinión del nacionalismo parece ser que Comín es un chorizo, pero Borràs no, como si hubiese diferencias entre robar para irse de vacaciones en yate con Lluís Llach y hacerlo para que el bueno de Isaías se saque una pasta gansa (¡quien tiene una amiga, tiene un tesoro, Isaías!).

Cuando todavía nos estábamos recuperando (junto a Pedro, que nunca parece tener bastante) de lo del yihadista fantasioso (o sobornado por Junts para que diga lo que todos en el partido quieren oír, todo es posible ya en este país tan guay que nos está dejando el neo PSOE) y de la súbita reivindicación de la honra de la Geganta del Pi, Puchi nos anuncia que el próximo día 24 de este mes de febrero se reunirá en Waterloo con los zumbados de Solidaritat Catalana per la Independència para hablar de la pertinencia, o no, de sacar adelante una nueva declaración de independencia unilateral. Los zumbados en cuestión no tienen representación parlamentaria (y cuando la tuvieron, consistía en Joan Laporta), pero tienen medio presentada una ILP sobre la unilateralidad que igual cuaja dependiendo de cómo vayan las cosas con el Hombre del Maletero.

Lo que no saben los zumbados de SC es que Puchi solo los recibe para maltratar un poco más a su Pedro, que es insaciable en lo del bondage y la sumisión. A mí me parece un planazo, la verdad. Plantear una nueva independencia al tipo al que apoyas con tus siete diputados es de una sutileza sadomasoquista considerable y solo disfrutable por auténticos connaiseurs de la dominación como Puchi, que es la Dómina Zara del nacionalismo catalán. Y en cuanto a los de SC, que no se me quejen, pues lo suyo es como lo del yihadista: para morirse de asco en casa, mejor una excursión a Flandes, ¿no?