Pintan bastos para Toni Comín, en el que da la impresión de que ya no confía ni su querido jefe y compañero de Erasmus (perdón, de exilio) Carles Puigdemont, quien lo ha demostrado al inclinarse por la candidatura del abogado Jordi Domingo para presidir el imprescindible Consell de la República: ¿de qué otra manera puede explicarse que le haya puesto a éste de segundo de a bordo al también fugado Lluís Puig i Gordi, distinguido folklorista?

La iniciativa es comprensible: ¿para qué le sirve a Puchi un sujeto que está acusado de haber sisado dinero del Consell para sus gastitos y de haber acosado sexualmente a un asistente del Parlamento Europeo, donde Comín ocupa actualmente una especie de escaño de Schrodinger, que le corresponde y al mismo tiempo no le corresponde? Exacto: para nada. Gracias por alegrarme las frías noches de Flandes con tu piano arrobador y que te zurzan, oh, mezcla invendible de mangante y bonobo.

Pero como el Dios de los indepes aprieta, pero no ahoga, al señor Comín le ha salido un aliado llamado Lluís Felipe Lorenzo García (Palma de Mallorca, 1973), que acaba de retirar su candidatura (aunque tengo la impresión de que nadie se había percatado de que la había presentado) en beneficio de la del bueno de Toni, en cuya inocencia cree a pies juntillas.

No es que el resto de contendientes sean especialmente conocidos -Montserrat Duran, activista indepe; Antoni Walter, profesor de secundaria; y Jordi Castellà, concejal de Millorem Canet Primàries, que intuyo por lo de Primàries que debe militar en el triunfal partido del mismo nombre del incombustible Jordi Graupera-. Pero, por lo que se sabe del señor García (que está batallando duramente para que le quiten el infamante acento español del apellido), no sé si Comín va a agradecer especialmente su adhesión inquebrantable.

Veamos. El señor García (próximamente Garcia, si todo sale bien) dice ser periodista y estar al frente de una empresita de información llamada Global Mirror. También ha pasado por el Diari de Girona y el Diari de Balears. Y ha publicado el libro Descobrint Pedro Gascón i Cañellas, necesaria biografía del ingeniero que planificó el ferrocarril de Palma a Sóller.

Cuando pintaban bastos en el mundo de la prensa, nuestro héroe no le ha hecho ascos a nada, trabajando, entre otras cosas, como guía turístico y agente de seguros. Para que veamos que, a su manera, es una persona de interés, asegura que fue interrogado en Palma por el CNI poco antes de la entrada en el puerto de un barco chino, justo antes de la pandemia (incidente del que uno no había oído hablar en su vida). También asegura que puede obtener la nacionalidad portuguesa ipso facto, lo cual le ayudaría a esquivar la posible represión española. Y una de sus ideas fuerza es la de introducir la lengua catalana en Argelia. Sí, Argelia, ¿qué pasa?

Por si todos estos logros no fuesen suficientes para animar al alicaído señor Comín, añadiré que el amigo García (perdón, Garcia) sufre de epilepsia idiopática (convulsiones recurrentes sin una causa precisa, según he leído en internet), y tiene reconocida una discapacidad mental del 34%.

Algo me dice que Comín hubiese preferido el apoyo de Puigdemont pero, como dijo el torero, lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible, dado que el hombre se encuentra, como Karla Sofía Gascón, la actriz trans y bocazas de Emilia Pérez, al borde de la cancelación. Yo de él me consolaría pensando que cuando una puerta (la de Puchi) se cierra, una ventana se abre (la del señor García o Garcia), aunque sólo te sirva para arrojarte por ella.