Nuestros políticos nos tienen acostumbrados a los gestos inútiles, de cara a la galería, pero hace tiempo que han empezado a resultar ridículos. Pensemos en la última edición del Mobile: Pere Aragonès, como todo el mundo, fue a rendir pleitesía al monarca español, le dio la mano, habló con él y no se permitió ni una sola salida de pata de banco, pero lo hizo como de incógnito, pues, en cuanto veía acercarse a un fotógrafo dispuesto a inmortalizarlo junto a Felipe VI, se salía del encuadre y se esfumaba cual discípulo aventajado del inolvidable Harry Houdini.

O sea, que el Petitó de Pineda se prestó al paripé real, pero se esforzó (inútilmente) en que no hubiera pruebas al respecto. No sé a quién se cree que pretende engañar, pero es evidente que no lo consigue: si realmente eres el independentista irredento que aparentas ser, te quedas en casa viendo TV3 y salga el sol por Antequera (o por Pineda, para ser más precisos).

Ada Colau también era muy dada a esa clase de chiquilladas: se saltaba la bienvenida al Rey, pero luego se apuntaba al papeo y a lo que hiciera falta, aunque a republicana no la ganaba nadie. Típico gesto inútil de los comunes, que ahora tiene su continuación en la negociación de los presupuestos de la Generalitat, cuando Jéssica Albiach jura y perjura que no los aprobará si no se retira el proyecto del Hard Rock, que parece que es malísimo para el futuro de la Cataluña catalana y sostenible.

Otro gesto de cara a su público, al que tanto debe, pues casi todos tenemos la impresión de que unos presupuestos no pueden invalidarse por la construcción, o no, de un complejo de ocio al que yo, personalmente, no pienso ir en mi vida, pero que igual puede crear unos cuantos puestos de trabajo entre mis queridos conciudadanos, aparte de animar un poco la zona en la que se piensa instalar (esto es muy típico de los comunes: sienten alergia ante cualquier iniciativa que suene a diversión y siempre intentan boicotearla: recordemos el acoso de la administración Colau a las terrazas de los bares).

Hace unos días, Basha Changue, diputada de la CUP, aportó una solución típicamente cupaire al problema del incremento de la inseguridad y la delincuencia en Barcelona. Según ella, el hecho de que se detenga a tanto extranjero se debe a lo mal que los tratamos (acusación oblicua de racismo a jueces y policías), obligándolos prácticamente a delinquir para poder llegar a fin de mes. Proponía ayudas sociales reforzadas (razonable) y hasta una asignación monetaria (nada razonable) para que los extranjeros no se vieran obligados a robar relojes y carteras. Eso sí, ni una palabra de dónde iba a salir el dinero para subvencionar a los chorizos llegados de allende los mares.

En suma, ganas de hablar por hablar, de soltar mensajes de régimen interno para sus votantes que, además de irrealizables, distorsionan la realidad y no conducen a nada práctico. Y, además, digo yo, la mayoría de los extranjeros de Barcelona no ha venido a delinquir, así que no sé por qué hay que beneficiar a los que sí han venido a hacerlo, animados por nuestra generosa justicia, especializada en que los detenidos entren por una puerta y salgan por otra.

Volvamos a Pere Aragonès. Su fiel Sergi Sabrià, oompah loompah en jefe de la Generalitat, ha afirmado que ERC nunca colaborará en hacer presidente a Salvador Illa. ¡Y lo dice justo después de que su partido haya pactado los presupuestos de nuestra gestoría con pretensiones con el PSC! ¿Nos toma a por tontos este hombre? (no hace falta que me contesten). Todos sabemos que, si ERC necesita apoyar al PSC para ahorrarse un mal mayor, lo acabará haciendo y donde dije digo, digo Diego.

Este es el nivel infantil que adoptan nuestros políticos a la hora de enfrentarse a asuntos serios. Uno no quiere ser visto con el Rey. Otra se obceca con el Hard Rock. La de más allá propone subvencionar a mangantes. El de más acá reniega del partido con el que el suyo acaba de pactar los presupuestos del ya avanzado 2024. Y así sucesivamente. Todo son patrañas y gesticulaciones y chiquilladas. Señores (y señoras), ¿quieren hacer el favor de tomarse las cosas en serio, que ya somos todos mayorcitos?