Hace unos días, los mossos d’esquadra llevaron a cabo en la barcelonesa Estación de Sants un simulacro de ataque terrorista. Se trataba, entre otras cosas, de desactivar a un supuesto terrorista que, obedeciendo a una lógica inapelable, pertenecía al sector islámico: todas las bofetadas que nos hemos llevado en Europa de un tiempo a esta parte se han originado en el terrorismo islamista.
Pero la cosa no ha sido del agrado de algunos, como demuestra el indignado tuit de un tal Karim Sabni El Garraf, del que no había oído hablar en mi vida, pero que resulta que es un señor nacido en Tetuán y establecido en Banyoles que ejerce de árabe profesional y se ha sentido muy ofendido por la acción de los mossos d’esquadra, que califica de xenófoba al haber dado por supuesto que el terrorista a detener era un árabe tirando a islamista, cuando, según él, podría haberse tratado perfectamente de un nazi, de un supremacista blanco o de cualquier otro modelo de indeseable.
También nos informa este buen señor –que está al frente de la asociación de inserción laboral Idaria, de Girona Acull y de la coordinadora Obrim Fronteres, todo un pluriempleado de la supuesta solidaridad social– de que si oímos a alguien gritando “¡Alá es grande!” no debemos asustarnos, pues esa expresión puede ser una simple muestra de fe (el hecho de que la pronuncien todos los chiflados que apuñalan gente por la calle o atropellan a desocupados por la Rambla no debe ser tomado en cuenta).
Como se dice vulgarmente, si parece un pato, anda como un pato y grazna como un pato, lo más probable es que se trate de un pato. De la misma manera, teniendo en cuenta que prácticamente todas las salvajadas cometidas en territorio europeo por terroristas tienen coartada islamista, no me parece extraño que la policía autonómica, a la hora de elegir a un supuesto sujeto peligroso para la sociedad, eligiera a un majareta de Alá. De hecho, el berrinche de Karim Sabni El Garraf ha pasado prácticamente desapercibido para la mayoría de los catalanes y solo ha captado la atención de los Bomberos para la República, los infiltrados de la ANC en el sector de los apagafuegos, quienes se han solidarizado con el pluriempleado activista de Tetuán y le han dado la razón a la hora de alertar a la ciudadanía sobre la xenofobia galopante de los mossos d’esquadra: estoy a la espera de un comunicado de la CUP, que ya tardan, pues les encanta hacerse el palestino en particular y el multi culti arábigo en general.
No es la primera salida de pata de banco de nuestros bomberos, que ya dieron la turra a conciencia cuando el prusés y que parecen olvidarse constantemente de que han venido a este mundo a apagar incendios, no a provocarlos. Algunos de ellos no tienen precio como pirómanos políticos, pero no alcanzo a intuir por qué, entre todos los oficios que pueden desempeñarse en Cataluña, el de bombero es el más proclive a meterse donde no le llaman. ¿Será para darle la razón a ese concepto que califica como “ideas de bombero” las ocurrencias más idiotas, inútiles y nocivas posibles? Que un activista árabe vea islamofobia por todas partes entra dentro de lo normal, más o menos, pero que le rían las gracias los Bomberos por la República y puede que la CUP (ánimo con ese comunicado, chicas) ya se me antoja más discutible. Aunque hay que tener en cuenta que Cataluña es el único lugar del mundo en el que, tras un atentado terrorista perpetrado por árabes, lo primero que se hace no es lamentar la muerte de ciudadanos inocentes, sino lanzar un llamamiento público para no incurrir en la islamofobia.
Los nazis y los supremacistas blancos son, sin duda alguna, repugnantes. Y sí, el tratamiento de choque que Israel lleva años infligiendo a los palestinos no es de recibo. Pero, a efectos prácticos, los nazis son una amenaza menor para el europeo medio y nunca hemos visto a un energúmeno judío apuñalando a los transeúntes de Barcelona, París o Berlín. Así pues, ¿por qué no moderamos un poco nuestra sobreactuación arábiga y nos preocupamos de lo que realmente nos afecta? Que sigan el marroquí de Banyoles con sus jeremiadas y los Bomberos por la República con sus cosas, que para algo hay libertad de expresión, pero los demás continuaremos pensando que, si un bicho parece un pato, anda como un pato y grazna como un pato, lo más probable es que se trate de un pato.