Teniendo en cuenta que las delegaciones de la Generalitat en el extranjero son una parodia sin mucha gracia de las embajadas españolas, es de suponer que las principales actividades de nuestros supuestos embajadores deben limitarse a tuitear contra el perverso estado español y a practicar con discreción el agit prop en reuniones y saraos varios. De hecho, ni en TV3 aparecen mucho los representantes de la diplomacia catalana, probablemente porque hasta ahí son conscientes de que no dan un palo al agua ni se ganan el sueldo que cobran a fin de mes (por no hablar de los que reciben una embajada de pegolete como pago a sus servicios al régimen). La única oportunidad de nuestros diplomáticos para hacerse notar se da cuando sucede algo que, aunque sea tangencialmente, afecte a Cataluña. Verbigracia: el fichaje de Leo Messi por el PSG de la capital de Francia.
Ante esa desgracia nacional, nuestro flamante delegado en París, Daniel Camós Daurella (Barcelona, 1980), un economista pasado por el Banco Mundial y que se tiró una temporadita en Washington, se ha propulsado a ofrecer sus servicios al futbolista argentino, y ha hecho bien, pues es poco probable que tenga muchas más oportunidades de darse un poco de pisto y tratar de demostrar que el dinero que le pagamos no es como si lo tiráramos por el retrete. Solo atisbo un pequeño problema: las propuestas patrióticas que el señor Camós le hace a Messi dudo mucho que consigan captar el interés de éste, de su esposa y de su prole, a la que el señor embajador se permite definir en un tuit como “els teus petitons catalano-argentins” (“tus pequeñuelos catalano-argentinos”).
Con toda la seriedad del mundo, el gran Camós le ofrece su ayuda a Messi para instalarse en París (no queda claro si tiene una furgoneta y está dispuesto a prestársela) y le recuerda que, para cualquier cosa que necesite, la delegación de la Chene está a su disposición. No tengo la menor duda de que Messi, que tiene un corazón que no le cabe en el cuerpo, como se demostró con sus sentidos y sinceros gimoteos en la despedida del Barça, se habrá conmovido ante esta oferta entrañable, pero yo diría que no la aceptará: el chaletito de la Chene en París no está nada mal, pero no puede compararse con el hotel Royal Monceau (a un tiro de piedra, o de pelota, del Arco de Triunfo y los Campos Elíseos), donde el astro argentino se ha instalado con su familia por la módica suma de cerca de 15.000 euros diarios.
Por otra parte, las sugerencias de Monsieur Camos para “los pequeñuelos catalano-argentinos” tampoco creo que vayan a ser muy bien recibidas, pues consisten en visitar el Casal de la Catalogne en París, estudiar catalán en el Centre d´Etudes Catalanes de la Sorbona e integrarse en los Castellers de París, también conocidos por el simpático sobrenombre de Geperuts (Jorobados). Me temo que los mostrencos saldrán bajitos, como su padre, pero de ahí a que les apetezca el cargo de jorobado de honor hay un largo trecho.
No me parece que la exquisita hospitalidad del señor Camós, al igual que sus patrióticas propuestas para los niños, vaya a surtir el efecto deseado. A no ser que esté dispuesto a efectuar cierto desembolso de dinero para conseguir que los hermanos Messi visiten la Sorbona, el Casal Català y a los Geperuts. Teniendo en cuenta que esa familia de sacacuartos valora el dinero por encima de cualquier cosa, igual el amigo Camós debería hablar con el padre del futbolista para tarifar convenientemente los sobornos de los chavales. Como los Messi no se conforman con cuatro perras, tal vez habría que dedicar una partida especial al argent de poche de los hermanitos (más la comisión del abuelo, al que no se le escapa un euro), pero los catalanes de bien la darían por amortizada si en el Telenotícies aparecieran imágenes de los tiernos infantes aprendiendo catalán en París, jugando a la butifarra en el Casal Català o entrenando con los Geperuts. Ya sé que con la semanada que les da papá (o el abuelito), los mocosos van que chutan, pero igual su madre intercede para que empiecen a ganarse la vida como han hecho sus ancestros más cercanos: sangrando a los catalanes.
Por intentarlo no se pierde nada, amigo Camós. Fortuna juvat audaces, que decían los romanos.