La Junta Electoral Central dio instrucciones a TV3 para que no usara el término “presos políticos” durante la campaña electoral. Los mandamases de la cadena obedecieron las órdenes, pero lo hicieron a su manera. Por eso, en cada edición del TeleNotícies, justo antes de la información relativa a las elecciones de este domingo, nos cuelan un rotulillo --que también recitan en voz alta, por si algún espectador de la nostra no sabe leer: hay que pensar en todo-- en el que nos comunican que no pueden hablar de “presos políticos” por causa de fuerza mayor, pero que cuando lo hacían era obedeciendo a “criterios periodísticos”. De esta manera, se nos recuerda lo mala que es la justicia española y, al mismo tiempo, se incurre en el inverosímil autobombo de que en TV3 todo se hace siguiendo criterios estrictamente profesionales, lo cual muchos pensamos que no es cierto. En este caso concreto, yo diría que llamar “presos políticos” no sigue ningún criterio periodístico, sino instrucciones políticas emanadas del aparato de agitación y propaganda del régimen. Que nos intenten colar como represión lo que no es más que una pertinente puntualización es una muestra más de esa patología pasivo-agresiva que distingue a todo lo relacionado con el prusés y la-república-que-no-existe-idiota.
Hablar de criterios periodísticos en el caso que nos ocupa es de una desfachatez indignante. Los “presos políticos” son un invento más del régimen, en la línea del “estado español” --en TV3 todos los países tienen un nombre menos España, que siempre es el “estado español” con dos objetivos obvios: insinuar que no es una nación de verdad (para eso ya está la catalana) y dejar claro que no tiene nada que ver con nosotros, los buenos catalanes, esa bona gent a la que Quim Masferrer adula sin tasa en sus periplos de El foraster; en TV3, hasta llueve en el “estado español”, como si tal cosa fuese posible en una figura jurídica. Retorcer el lenguaje con fines partidistas ha sido una constante de la televisión del régimen desde sus inicios, y lo de “presos políticos” no es una excepción. Como lo de “exilio”, que también ha prohibido utilizar la JEC y que también, según los mandos de TV3, se utilizaba siguiendo criterios periodísticos.
Los que creemos que los héroes del 1 de octubre son políticos presos (además de ineptos) y que Puigdemont es un piernas que se dio a la fuga tras dejar a sus secuaces en la estacada para pegarse la vida padre en una mansión belga nos subimos por las paredes cada vez que nos endilgan el cartelito de los “criterios periodísticos”, ante el que lo único que podemos hacer es gritarle al televisor “¡Mentira”, cosa que no hacemos para no poner aún en más peligro nuestro precario equilibrio mental.
¿Criterios periodísticos? ¡Y una mierda (con perdón)! Manipulación de la de siempre, santurronería insoportable y supuesta defensa de la libertad de expresión, en todo caso. Ante maniobras como ésta, uno cada vez está más convencido de que hay que convertir TV3 en un canal de pago que sea financiado por sus suscriptores. Recordemos que semejante chanchullo al servicio del régimen nos cuesta 32 euros anuales a cada catalán. Los lazis los pagan encantados --y si fuera por los autodenominados protectores de la lengua, esos que vigilan a los niños en el recreo por si les da por ponerse a hablar en castellano, apoquinarían el doble--, pero los demás lo hacemos a disgusto: 32 euros dan para suscribirse tres meses a Netflix, HBO o Filmin, donde nos proporcionarán mayores alegrías audiovisuales que en la seva (ya que no la nostra ni, mucho menos, la meva).
Las figuras tradicionales de La puta i la Ramoneta gozan de muy buena salud en TV3. Por un lado, se acata una orden de la justicia; por otro, se hace constar el desagrado, recurriendo a la mentira si es preciso. A la manipulación política se le llama “criterios periodísticos” y si cuela, cuela.