Pensamiento

Las reacciones al nacimiento de Sociedad Civil Catalana

28 abril, 2014 08:36

La amplia respuesta ciudadana y mediática al acto de presentación de Sociedad Civil Catalana en el Teatre Victoria es una prueba fehaciente de que muchos catalanes ven con esperanza una iniciativa de carácter transversal que ha nacido al margen de los partidos y que ha sorprendido por su capacidad de sumar y elaborar un mensaje claro y contundente pero moderado. Lo que más han agradecido muchos ciudadanos es sentirse acompañados y comprobar que no son extraterrestres que no entienden la realidad del trocito de mundo en que les ha tocado vivir.

La esperanza que en multitud de catalanes ha despertado SCC merece el máximo esfuerzo. El éxito de SCC es esencial para el futuro de Cataluña, España, y para una Europa unida que no puede permitirse el lujo de ser dinamitada desde dentro

Nadie esperaba que en Cataluña surgiera una iniciativa de este tipo. Tras la sorpresa e incredulidad inicial de tirios y troyanos, la atención mediática en Cataluña y en el resto de España ha sido importante. Lógicamente, las reacciones han sido dispares.

Existe inquietud entre el independentismo. El régimen que inicialmente ignoraba la iniciativa, ha lanzado a algunos destacados habituales altavoces a tratar de desactivar la iniciativa. Descalificaciones personales, intentos de reducirla "a los de siempre" o repetir el Karma del "dret a decidir". Desde TV3 se ha intentado situarla en segunda división tratando de equipararla a Súmate. Y es que el hecho de que se diga que el Rey está desnudo siempre ha sido subversivo y, si se puede, mejor no difundirlo. Eso sí, se han visto muy pocas ganas de discutir el fondo del asunto: la conveniencia o no de la independencia para los catalanes. El miedo al debate -están acostumbrados al monólogo- hace que se refugien en el "no nos dejan votar". A muchos les cuesta entender que SCC, según su Manifiesto, no ha nacido para posicionarse sobre hechos políticos concretos, ni para defender un modelo de organización territorial, sino para hacer pedagogía de las contraindicaciones de la independencia para los catalanes.

La reacción de la prensa madrileña más confrontada con el soberanismo ha sido, en general, de bienvenida al movimiento, aunque con la misma sorpresa que la catalana y con reticencias de los sectores más identificados con el nacionalismo español. Todo eso era previsible.

Mayor interés político tenía ver la reacción de La Vanguardia, el Periódico y El País. La Vanguardia ignoró inicialmente a Sociedad Civil Catalana hasta el extremo de esconder la publicidad del acto del Teatre Victoria en páginas no dedicadas a la información política. La reseña del acto fue correcta, aunque el titular, "España en Cataluña", debió dictarlo la superioridad para mantener que eso de estar contra la independencia no era cosa de catalanes de verdad. Pero, sorprendentemente, dos artículos de opinión, el de Florencio Domínguez, y sobre todo el de este domingo de J.A Zarzalejos han dado a SCC un relieve que seguro habrá irritado profundamente a los fervorosos apóstoles del "proceso". Algo parecido ocurre con El País. Después de informar brevemente del acto y de publicar un artículo descalificante de B. Culla se ha visto en la necesidad de recoger este domingo una amplia información de carácter mucho más mesurado, reconocedora de que SCC no es una entidad antisoberanista más. El reportaje muestra la fuerza, pluralidad e independencia de la nueva asociación. Por su parte el Periódico, en los últimos tiempos alineado con las tesis de ERC-ICV, ha tratado el tema con bastante equilibrio para los tiempos que corren.

Destaco la reacción de estos tres medios porque son un termómetro del ambiente político. Y hoy en Cataluña SCC ya no puede ser ignorada. Buena noticia. Ahora el reto de quienes lideran SCC es no morir de éxito, responder a las expectativas generadas y no desnaturalizar el proyecto.

No es tarea sencilla. Pero la esperanza que en multitud de catalanes ha despertado SCC merece el máximo esfuerzo. El éxito de SCC es esencial para el futuro de Cataluña, España, y para una Europa unida que no puede permitirse el lujo de ser dinamitada desde dentro.