Aquella pijería convergente bronceada en las pistas de Baqueira Beret ha acabado fusionándose cognitivamente con la CUP. Es una inmensa paradoja de la Cataluña de hoy, en la que el destrozo económico que está causando el procés parece importar menos que defender la independencia en una barra de sushi. Es la kale borroka Vuitton. Consiste en llevar bolso Vuitton y aplaudir el saqueo de sus tiendas.

Siempre se llega con cierto retraso porque en Francia la gauche caviar ya ha pasado de moda. Mientras tanto, la política catalana, con un gravísimo declive institucional, ha logrado la metamorfosis de los restos de Convergència en un partido antisistema como JxCat, inspirado por un estratega ruralista como Puigdemont, llegado a la presidencia de la Generalitat por el veto de la CUP a Artur Mas. Puigdemont tiene algo de pastor pirenaico y eso hace aún más psiquiátrica la querencia que le tienen los estilistas de la política Vuitton, en las antípodas de la barretina y el porrón de cava.

En el museo de los portentos políticos, JxCat da para varias vitrinas, entre los cascotes de octubre de 1934 y las noches de efusión incendiaria en honor del rapero Hasél. La derecha nacionalista que desfiló con las camisas verdes de Macià y que con el trabuco participaba en los somatenes para expulsar al anarquismo exógeno, ahora ha optado por dinamitar las últimas formas parlamentarias autonómicas que quedaban. Ni el “Visca Macià, mori Cambó” de los años treinta alcanza las fiebres cainitas que devoran las noches enconadas de JxCat y ERC. Si Pere Aragonès llega a la presidencia de la Generalitat, su máximo enemigo será Laura Borràs y no la España colonial que roba y mata.

Los cachorros de la CUP guían la manada desde que aquel ser políticamente indescriptible que fue Quim Torra les pidió que actuasen heroicamente para precipitar la gran ruptura. Proponen que Cataluña corte sus vínculos con España pero no para una supuesta catarsis de la no-España sino para tener las manos libres para echarse a la yugular del enemigo en casa. Independentistas contra independentistas: ¿podrá crecer el césped allí donde Laura Borràs y Pere Aragonès hayan chocado sin tregua ni sentido? La voluntad sediciosa de blindar Cataluña frente a España obligará a los ciudadanos a blindarse frente al desencuentro civil para no acabar todos hundidos por la guerra entre ERC y JxCat.