Sherpas: cuando la amistad no entiende de fronteras ni religiones
Xiana Sicardi relata en 'Sherpas, la otra historia del Himalaya', un intercambio cultural con reflexiones que invitan a aprovechar el presente
31 mayo, 2020 00:00¿Qué ocurre cuando enchufas el secador del pelo en un refugio en Namche Bazar, ciudad sherpa suspendida a 3.450 metros de altura y parada obligatoria de numerosas expediciones al Everest? Qué se va la luz en todo el edificio. ¿Y si lo intentas otra vez, porque fuera hace frío y tienes miedo de resfriarte si te vas a dormir con el cabello mojado a tu habitación sin calefacción? Que ocurre lo mismo, y encima conseguirás que el encargado sherpa del refugio, valiéndose de un “inequívoco lenguaje no verbal”, te ordene que pares ya de una vez con el condenado secador, porque el refugio no aguanta tanta potencia eléctrica.
Anécdotas como ésta, y otras más profundas, son las recoge la periodista barcelonesa Xiana Siccardi en su nuevo libro, Sherpas. La otra historia del Himalaya (Ediciones Del Viento, 2020), un texto que sale a la luz cuatro años después de que decidiera emprender sola su primer viaje a los Himalayas nepalíes con el fin de poder ver el Everest con sus propios ojos.
“En 2017 me di cuenta de que llevaba diez años corriendo, como la inmensa mayoría de nosotros. Muchos nos hemos pasado diez años en un mundo de velocidad, prisas y agotamiento debido, en gran medida, a la incertidumbre y el miedo: ‘¿qué pasará con mi trabajo?’, ‘¿me despedirán?’, ‘¿podré pagar la hipoteca o el alquiler dentro de seis meses?’. Yo paré un momento y vi que me había pasado todo este tiempo apenas sin pensar quién era, o en quién me había convertido”, recuerda Siccardi por email. “Por eso pensé en hacer un viaje en solitario, porque en ocasiones anteriores ya me había funcionado para reflexionar internamente y evolucionar. Lo que no esperaba era una transformación personal y vital tan profunda como finalmente ha sido”, añade.
La transformación a partir del Himalaya
Siccardi no es alpinista profesional (ni en ningún momento se ha propuesto serlo), así que el objetivo de su primer viaje a Nepal, en 2017, era únicamente llegar hasta el campo base del Everest (5.364 metros de altitud) y contemplar la cima del mundo desde allí. Lo que no se esperaba Siccardi era que por el camino no solo quedaría cautivada por la belleza del paisaje y la cultura del pueblo sherpa, sino que tendría la oportunidad de conocer a Lakpa, un guía de montaña local con quien la periodista entablará una bonita relación de amistad y reflexionará sobre las diferencias en la forma de vivir que aún perviven entre la rica sociedad occidental y el mundo subdesarrollado.
“Este libro es una muestra de cómo dos personas que tienen todas las diferencias posibles entre sí debido a su origen, cultura, religión y tradiciones llegan a construir un mundo fortaleciendo todo lo que les une, en lugar de poner en valor lo que les separa”, dice Siccardi. Lakpa es budista, empezó a trabajar cuando tenía 14 años y no tiene estudios. Siccardi es cristiana y ha disfrutado de todos los privilegios de haber nacido en una familia europea de clase acomodada. “Pese a todas estas diferencias nos hemos enriquecido y sumado. Esto muestra una vez más que existen unos valores universales, y que somos nosotros quienes optamos por alejarnos del otro usando o tergiversando una religión, un partido político, una etnia o una orientación sexual”, insiste la autora, convencida de que el libro es un ejemplo de cómo “dos personas completamente diferentes pueden entenderse más allá de toda frontera y cultura”.
Siccardi ha escrito el libro en primera persona, como si fuera un diario de viaje, y reproduce varios diálogos mantenidos entre ella y Lakpa para adentrar al lector en la cultura sherpa y hacer sus reflexiones vitales de una forma más amena. En la primera parte, la autora se centra en explicar su primer contacto transformador con el Himalaya, en 2017, y aprovecha para denunciar los problemas que observa, como la masificación de las expediciones al Everest o la forma con que algunos excursionistas occidentales “maltratan” inconscientemente a la población local:
“He querido hacer una reflexión sobre cómo somos cuando viajamos, especialmente a los países subdesarrollados, donde podemos caer en la tentación de ser injustos e incluso crueles con los locales que nos agasajan para intentar agradarnos”, dice la autora, poniendo como ejemplo que en las expediciones por el Himalaya se permita que porteadores de 16 años carguen petates de 30 kilos a su espalda por cuatro duros. “Nuestra manera de viajar a veces es una cadena de sufrimiento y debemos ser conscientes de ello”, añade.
Los preceptos del budismo
La segunda parte del libro se centra en su segundo viaje a Nepal un año más tarde, para pasar una temporada en la villa natal de Lapka y visitar rincones menos conocidos del Himalaya. Esta segunda estancia en Nepal permitirá a Siccardi adentrarse en profundidad en la vida y costumbres de los sherpas: descubrir su cocina, sus supersticiones, sus valores; ahondar en los preceptos del budismo y descubrir que algunos pueden ayudarla a evolucionar como persona. Por ejemplo, a ser más respetuosa con la naturaleza, especialmente con los insectos, a los que “odia con todo su corazón”, admite en el libro. “Siguen sin gustarme, pero ya no los mato compulsivamente”, bromea la autora.
La autora también reflexiona sobre la idea de la muerte: “Todos los sherpas tienen un padre, hermano, esposo, tío, primo, amigo que ha fallecido de alguna forma y otra en las montañas. La muerte en Nepal no es un tabú tan fuerte como en Occidente ni se le teme tanto”, escribe Siccardi, que hace quince años superó un cáncer y cuando habla de la muerte sabe de lo que habla: “Siempre he dicho que los que hemos pasado un cáncer recibimos un premio a cambio. El precio es muy alto, pero el premio también lo es. Indudablemente vemos la vida de otra manera, y sabemos que la vida no es un contrato que durará 90 años, que eso no está escrito en ninguna parte, que en cualquier momento podemos irnos, y por ello somos más disfrutones, con las grandes como con las pequeñas cosas. Y los sherpas, en su mundo sin mañana, piensan de una forma parecida”, dice.
“Cuando explicaba a mis conocidos qué estaba haciendo en Nepal, me sorprendió mucho descubrir la cantidad de personas que quieren cambiar su vida pero que no tienen valor, ideas o dinero para hacerlo, y se abrían y me contaban sus planes: que querían vivir en otro lugar, montar su propio negocio, escribir un libro, incluso divorciarse”, dice Siccardi. Y concluye: “Yo les animo a que busquen la forma de hacerlo y que no lo demoren, porque el coronavirus nos ha recordado que la vida puede ser corta”.