El presidente del CIS va por libre, con carnet del PSOE en el bolsillo. José Félix Tezanos posee una mezcla de aburrimiento y memoria en el gesto que contrasta con sus ojos de listo. No le da a importancia a nada, pero hace las veces de Conde Duque de Olivares en una España barrida por las redes. Predica el fin del tiempo agustiniano para dar entrada a la ciencia y al semillero de luteranos que quieren hacer de la ideología un teorema matemático. Es un sociólogo que bebe en las fuentes del positivismo; manda a través de la combinatoria y de los números primos, y suele acertar mucho más que Narciso Michavila, el que desplazó a Arriola del PP añejo y de su voto mineral.
Al otro lado de la misma calle demoscópica, la política de partido tiene privilegios inescrutables; es un refugio de la ignorancia. Mientras Sánchez y Casado hacen de las suyas, Tezanos otorga una diferencia de 13 puntos a favor de la izquierda, con un más menos 0,75% de error. Deja el petardo y escurre el bulto, como lo hacen los que están a punto de ser despedidos. Pero conviene no olvidar que el CIS pone a disposición de los investigadores el acceso a los microdatos de sus estudios, sin pasar por la cocina de Tezanos. Él tiene una clara limitación temporal: su balance se hizo público del pasado martes 28 de octubre, basado en opiniones de antes de la sentencia del Supremo. Y el hombre-sondeo aclara además que una tercera parte de los votantes no sabía, en aquel momento, cuál sería su opción.
En pocos días, la campaña del No contéis conmigo convirtió la Cambridge Analítica de Trump en la Génova Analítica de Casado. Los asesores del candidato del PP trataban de desmovilizar al voto de la izquierda de la mano de Javier Ager Solano, responsable de las redes de su partido; cutre. Por su parte, Pedro Sánchez ha sido cazado por la JEC por el uso de la primacía institucional de Moncloa en una entrevista de contenido electoral; rancio.
Cuando lo cutre y lo rancio tiran cada uno de un lado de la misma cuerda es que se cierne sobre nosotros la debacle del bipartidismo, con un tercero en disputa, que podría muy bien ser Vox. El partido de Abascal arrastra su paso de la oca sobre sondeos procelosos. Los del Concilio de Trento quieren su trozo del pastel en el país de la monarquía laica. Han dado con una puerta de entrada para anclarnos en su mundo piadoso; quieren profanar nuestro carpe diem en venganza por lo del Valle. Si las encuestas les acompañan será porque los consultados por Tezanos aprecian todavía el sextante y la pólvora de cañón de los tiempos del Duque de Medina Sidonia, aquel almibarado almirante de la Invencible.
“La política no aprende y además los espacios de aprendizaje son irrelevantes”, escribe Daniel Innerarity. Cuando suenan las urnas, los partidos entran en modo de prietas las filas. Ahí tenemos al soberanismo tratando de vehicular el voto a través de la República Digital de Puigdemont, deslegitimada por un decreto del Gobierno contra las webs offshore, que operan desde fuera del espacio de la UE. El Govern de la Generalitat responde que el Decreto ha sido “un 155 digital”, en palabras del consejero Puigneró, defensor de la catalanidad de Cristóbal Colón. El superlativo rigor de este pobre hombre queda a salvo por su vinculación al abracadabrante Institut Nova Historia, divulgador de que el Quijote era catalán y seguramente de que Sansón Carrasco habría nacido entre Salses y Guardamar.
Pero lo de la república digital es más grave; esta nueva plataforma del desacato constitucional resulta inquietante, si tenemos en cuenta que en ella se sustancia una app instrumentada con un coste de entre 300.000 y un millón de euros, a la que siguen acríticamente cientos de miles de ciudadanos enfrentados por la propaganda independentista. Gracias al incordio de este sitio wep, usted y yo no sabremos hasta el mismo momento donde cortará la autopista la ola montaraz del CDR o dónde tomaremos café la jornada de reflexión.
Pero seamos cautos. No nos hemos pasado media vida dando hurras a la meritocracia para acabar peleándonos. La política se mueve entre la praxis cainita de la rendición del otro sin condiciones y la victoria pírrica escoltada por los vítores pelotillas de los tuyos. Al otro lado del mismo circo, donde viven los sociólogos, antropólogos, politólogos y demás bestiario del delito estadístico, la pregunta pertinente para el jefe del CIS podría ser: ¿Mandas o aprendes? en vez de su equivalente verbenero: ¿Estudias o trabajas? Se trata de saber si Tezanos ha sido siempre el dueño de un salón de té, que vende churras, merinas y sondeos de opinión, o si algún día fue encuestador currante, con las suelas de los zapatos carcomidas por el asfalto. En cuyo caso, la pregunta sería: ¿Estudias o prevaricas?