Cuando en 2016 le dieron el Premio Tiepolo a Francisco Reynés se entendió que los jurados --la Cámara de Comercio Italiana en España y la CEOE-- le añadían el toque creativo a un ingeniero. Aunque los gaseoductos submarinos son de un blanco metálico que se da de bruces contra el rosa clásico de Giambatista Tiepolo, el premio encajó en la personalidad del galardonado. Entonces veíamos lo que vemos hoy en Reynés: el decálogo del gestor sobrio, en el que la invención es parte de la meritocracia. Él ha reconvertido a la histórica distribuidora de gas natural en una compañía marcada por el mix entre gas, electricidad y energías renovables. Su mensaje es diáfano: “asegurar un plan industrial coherente con la transición energética”.

A la presencia de Naturgy en el Magreb, donde la compañía tiene contratos de suministro estratégicos para España, Reynés ha unido una apuesta de futuro en mercados como Australia y EEUU, destacados por su estabilidad regulatoria y la fortaleza de su divisa. Cuando uno tiene que comprar y vender en tiempo real las cargas de gas y crudo de cientos de barcos metaneros moviéndose por los mares, el currency dólar resulta crucial.

Francisco Reynés, por Farruko

Francisco Reynés, por Farruko

Hace ya meses que Naturgy se encuentra batida por el viento de una opa parcial lanzada por el fondo australiano IFM, pero ha sido esta última semana cuando el primer accionista de la energética ha dicho No: Criteria Caixa frena la oferta australiana; defiende el flanco en una guerra de posiciones dirigida por Isidro Fainé, presidente de la holding de participadas y de la Fundación Bancaria La Caixa, accionista de CaixaBank. La opa del fondo australiano va dirigida al 22,7% del capital de Naturgy y está supeditada a alcanzar un mínimo del 17%. A la vista de estos parámetros aparentemente poco agresivos, algunos se preguntan ¿Por qué no? Pero en el arte de la guerra, gana siempre la información: Criteria, ha anunciado que los otros grandes accionistas de Naturgý, como GIP (20,64%), el grupo March (20,72%) y la argelina Sonatrach (4,1%), no venderán. Junto a sus águilas en la Isla de Lobau (las Torres Negras de Diagonal), Fainé atraviesa su Danubio con una facilidad napoleónica. Y si Criteria cumple sus objetivos, más de un 75% del capital estará controlado por accionistas que ya han manifestado que no van a vender.

La Caixa se ha plantado: Naturgy está en valor, pero no está en venta; una posición coherente con el portfolio de Criteria, donde su presidente predica la necesidad de mantener en casa los blue chips de la economía nacional. Y además, conviene no olvidar que Naturgy es la principal fuente de dividendos de Criteria: en 2020, aportó 340 millones de euros, mientras que CaixaBank, el otro gran activo del grupo, contribuyó con solo 167 millones, afectado por las restricciones impuestas por el Banco Central Europeo (BCE) a los dividendos bancarios.

La decisión de aumentar la participación de Criteria en Naturgy se tomó hace algunos días en el consejo de administración de la holding y en el mismo patronato de la Fundación, su primer accionista. En tiempos de guerra accionarial, las salas de banderas van por delante de los cañones. Fainé se curtió --defendiendo su entidad frente al BBVA o el Santander-- en la etapa de expansión del grupo de compañías participadas por Caixa; Reynés, por su parte, le siguió cuando presidía Criteria. Ambos han pasado por Abertis, la concesionaria que imprimió carácter. Hoy, Reynés pertenece al Triunvirato fainesiano: comparte entorchados con Pallete (presidente de Telefónica) y con Ángel Simón (Agbar).

La batalla por el control de Naturgy no hace sino expresar la buena marcha de la compañía, reflejada en sus resultados y en sus auditorías externas. La mejor golden share (acción de oro) de una gran empresa es un accionista institucional, cuya hegemonía mantenga la liquidez en Bolsa. Abundando la comparación con Tiepolo, los gasoductos de Naturgy son los frescos del pintor italiano en el Palacio Real de Madrid, mientras que sus valiosísimos pequeños formatos solo pueden verse, a veces, en el Louvre; tienen el valor añadido del futuro que busca Reynés en los mercados del dólar.