El impacto económico del coronavirus Covid-19 dependerá de la duración del brote y de su posible extensión o no de forma multitudinaria a otros países. En la actualidad, afecta en distinta magnitud a las 32 provincias en que se divide China y la Organización Mundial de la Salud no prevé una rápida desaparición de la enfermedad. Tampoco hay índicos claro de su remisión en el país asiático.

Para dificultar el contagio, la actividad económica prácticamente ha desaparecido en Hubei, la provincia donde surgió el nuevo coronavirus, y ha sufrido un considerable descenso en la mayoría de las restantes. Una gran parte del tejido industrial del país está paralizado, los vuelos internacionales hacia o desde él han sido cancelados y han aumentado las dificultades, debido a un mayor control de fronteras, para realizar comercio con China.  Las anteriores repercusiones tendrán un gran efecto sobre su PIB. No obstante, su magnitud dependerá de la evolución de la enfermedad en los próximos meses. Si el riesgo de contagio baja y la actividad económica recupera por completo su vigor a principios de abril, en 2020 China únicamente sufrirá una desaceleración económica. En cambio, si la situación actual se prolonga durante mucho más tiempo, es probable que el país entré en recesión.

En el resto del mundo, los infectados por coronavirus son muy pocos y las medidas preventivas adoptadas han demostrado una gran eficacia. Por tanto, las repercusiones económicas directas serán únicamente las generadas por la disminución de las exportaciones de mercancías al país asiático, la reducción del número de turistas chinos y la escasez de bienes intermedios necesarios para la fabricación de productos finales.

La disminución de la actividad económica en China obligará a numerosas empresas a replantear su estrategia y comportará una reducción de sus beneficios. Las que comercializaban sus productos finales y las que necesitaban sus intermedios deberán buscar, aunque sea temporalmente, nuevos  proveedores. Éstos podrán ser de su país o de otro extranjero. No obstante, la mayoría fijarán un precio superior al establecido por las compañías chinas.

 La disminución de la demanda en el país asiático hará que las empresas extranjeras que vendían sus productos en él reduzcan su producción y trasladen una parte de la restante a otras naciones. En ellas, el resultado será un exceso de oferta y una caída de precios. Por tanto, tanto por el menor volumen de ventas como por el inferior margen unitario de beneficio, sus ganancias se reducirán.

Los países más afectados serán los que venden un mayor número de manufacturas y materias primas a China y aquéllos cuyo modelo económico está muy centrado en las exportaciones. Éstos últimos serán los principales perjudicados de la reducción del comercio internacional generada por los problemas sanitarios de la segunda potencia mundial.

Entre los primeros, destacan la mayoría del Sudeste Asiático y Oceanía, con Japón y Corea del Sur a la cabeza. La cercanía geográfica casi siempre genera un elevado plus en los flujos comerciales y turísticos. Entre los segundos, algunos de los principales exportadores de petróleo (Rusia, Arabia Saudita y Angola) y de metales industriales (Perú, Chile y Australia) del mundo. Finalmente, entre los terceros, sobresalen Alemania, Países Bajos, Dinamarca y Suiza. Todos ellos tienen en común un elevado superávit exterior respecto al PIB.

De manera directa, España es uno de los países menos afectados por la disminución de la actividad económica en China. Los principales motivos son las escasas exportaciones de bienes realizadas (el 2,9%), un reducido uso de sus importaciones como productos intermedios y un pequeña proporción de turistas recibidos (inferior al 1%).

No obstante, la repercusión indirecta es bastante más importante. Por el lado negativo, el motivo es el menor crecimiento económico de nuestros principales socios europeos (Alemania, Holanda, etc). Por el positivo, la elevada caída del precio del petróleo y otras materias primas.

Otro factor favorable puede ser la sustitución temporal o definitiva de producción realizada en China por una similar efectuada en nuestro país. Probablemente, el sector más beneficiado será el textil. No obstante, bastante menos del de países como Marruecos o Turquía.

En definitiva, el coronavirus Covid-19 hará que China crezca bastante menos de lo previsto. El pasado año lo hizo a un 6,1% y será un gran éxito si en el actual lo hace a un 5%. No obstante, para que así suceda, el brote debe estar completamente controlado a principios de abril y la actividad económica plenamente reestablecida.

En 2019, su PIB representó el 17% del mundial. Por tanto, su influencia sobre la economía global es muy grande. Lo es de manera directa, por ser el segundo país con mayor producción, y especialmente de forma indirecta, por su gran influencia sobre el precio de las materias primas y el volumen del comercio mundial.

A pesar de ello, no está nada claro que la coyuntura actual perjudique significativamente a la economía española. Las repercusiones directas negativas serán escasas y las indirectas pueden ser favorables o perjudiciales. El primer aspecto se daría si el impacto de la bajada del precio de las materias primas supera al del menor crecimiento de las exportaciones. El segundo si sucede lo contrario. En cualquier caso, sea uno u otro, seremos una de las naciones más inmunes a los efectos económicos del nuevo coronavirus.