Lorenzo Bernaldo de Quirós, economista, autor de Por una España liberal

Lorenzo Bernaldo de Quirós, economista, autor de Por una España liberal

Pensamiento

De Quirós: "Habrá que plantear en Cataluña algún tipo de consulta"

El economista señala que el enquistamiento de la crisis política en Cataluña afectará a toda la economía española, por el peso de la comunidad en el PIB español

14 octubre, 2018 00:00

Lorenzo Bernaldo de Quirós (Ávila, 1959) dispara contra la ortodoxia. Es un economista liberal, que cree en las reformas y que ve en el horizonte inmediato una posible recesión. Uno de los problemas económicos tiene naturaleza política. A su juicio, sin resolver el llamado “encaje” de Cataluña, toda España sufrirá una parálisis, teniendo en cuenta el peso de la economía catalana en el PIB español. Tiene claro que el futuro de “las Españas”, como le gusta designar al Estado español, pasa por un reconocimiento de la “nación” catalana y por un “federalismo competitivo a la americana”. como asegura en la entrevista con Crónica Global. En algún momento, señala, “antes o después, habrá que plantear algún tipo de consulta en Cataluña”.

--Pregunta: ¿Puede Cataluña desde el punto de vista económico sobrevivir a esta crisis política, con un bloqueo institucional?

 --Respuesta: En términos de actividad económica, hasta ahora, el conflicto no ha tenido un impacto apreciable sobre las principales variables macroeconómicas de Cataluña en contra de lo que esperaba el grueso de los analistas. Sin embargo, el enquistamiento y/o agravamiento de la crisis terminará por afectar a la economía catalana pero también a la del conjunto del Estado dado el peso del Principat en el PIB español. Pero todo dependerá de como evolucionen los acontecimientos y es todavía pronto para realizar pronósticos.

--¿Volverán las empresas que se fueron hace un año?

--Depende... No existe otra respuesta posible.

--España ha podido salir de la crisis con salarios más bajos y la fuerza del sector exterior. ¿Se agota ya ese modelo?

--España está en la Unión Monetaria y eso exige dos cosas para crecer: la primera, la evolución de los costes españoles --precios-- no pueden divergir de los alemanes sin sufrir un menoscabo sustancial de la competitividad, el crecimiento y el empleo; la segunda necesitas una disciplina presupuestaria que se traduzca en una reducción sostenible del déficit. Ambos elementos, acompañados por la profundización en las reformas estructurales pendientes y por una cierta pero insuficiente consolidación presupuestaria impulsaron la salida de la crisis. Este modelo no está agotado sino que necesita que se profundice en él.

--¿Está más preparada ahora España si llega una nueva crisis?

--España no está en condiciones de afrontar un escenario de crisis sin pérdidas sustanciales de producción y empleo. El marco institucional, muy rígido, no permite adaptarse con rapidez y flexibilidad a los shocks externos e internos, la posición de las finanzas públicas es insostenible y la deuda privada es aún muy alta. No veo a la economía española entrar sin elevados costes sociales y económicos en una situación de desaceleración y de cambio en las condiciones financieras como el que está en camino de producirse. Soy pesimista-realista a ese respecto. Necesitábamos mantener una estrategia de reducción del déficit y de reformas estructurales que no se va a llevar a cabo.       

--La próxima crisis, ¿será más virulenta que la de 2007-2008?

--El alcance y la duración de la Gran Recesión fue minusvalorado. Creo que ahora se puede cometer un error similar. La economía internacional y la española no han digerido aún el impacto de la crisis pasada; por ejemplo, el endeudamiento, global es superior al existente al desencadenarse aquella. En este escenario, una nueva recesión es posible y puede tener efectos demoledores. Estamos en una posición, en términos generales, similar a la de 2007. Además, las políticas para combatirla se han extendido demasiado en el tiempo, lo que ha recreado en buenas medida las condiciones que contribuyeron a crear la Gran Recesión: una descomunal deuda alimentada por una excesiva expansión monetaria. En este contexto existe un evidente riesgo de repetir un escenario como el de hace una década.

--¿Qué nos dice el sector inmobiliario, que volvemos a los excesos anteriores a 2007?

La existencia de un entorno financiero holgado y el aumento del crédito a las familias junto a las permanentes restricciones en la oferta de suelo han generado en algunas partes del territorio una burbuja inmobiliaria. En un marco de desaceleración de la economía, de empeoramiento de las expectativas y de tipos de interés al alza, esta situación no es sostenible y, antes o después, se producirá un ajuste. Esto es inevitable. La pregunta es cuándo y mi opinión es que el proceso de corrección a la baja de los precios de la vivienda empezará en 2019 y se agudizará en 2020.

--Con el inicio de la crisis se habló de que podía ser el momento para afrontar grandes reformas, en la administración, por ejemplo, y que el Estado de las autonomías se podía reconfigurar, dando, precisamente, a Cataluña y Euskadi el papel que le asignaba la Constitución, con esa división entre nacionalidades y regiones. ¿En qué ha quedado?

--En 2012, España estaba al borde del precipicio. El riesgo de un colapso de la economía era evidente. El PP obtuvo una mayoría absoluta que, en mi opinión, no se empleó para abordar un proceso real de cambio y modernización de las Españas. Los Populares actuaron como el taller de reparaciones del modelo socio-económico vigente pero no se embarcaron en una ambiciosa reforma de las Españas como le permitía la situación económica y su amplio soporte parlamentario. Sin duda se hicieron cosas bien, la reforma laboral que fue positiva pero insuficiente o la financiera, pero se perdió la oportunidad de emprender una transformación profunda del modelo existente en España. El PP fue presa del consenso socialdemócrata imperante.

--¿Qué es lo que no le gusta en el campo económico y que percibe que puede ser muy negativo para el conjunto de España?

--Creo que la política económica del Gobierno, si se puede denominar así al cúmulo de anuncios no concretados carece de credibilidad para lograr consolidar la recuperación e invertir su desaceleración. La estrategia presupuestaria es pésima por su composición --aumento de gastos y de impuestos--, las reformas estructurales que las Españas necesitan ni están ni se las espera y algunas de las realizadas por el anterior gobierno están en entredicho cuando no han sido revertidas. Esto conduce de manera inexorable a un aterrizaje duro de la economía en 2019 y, desde luego, en 2020. El ciclo expansivo iniciado en el cuarto trimestre de 2013 toca a su fin y se abre un período de bajo crecimiento sin que sea descartable una recesión.

--¿Puede uno Estado como España convivir con un porcentaje alto de independentistas de forma estructural?

--En Cataluña, el independentismo supone aproximadamente la mitad de la sociedad catalana. Guste o no, este es un hecho innegable con el que hay que convivir. La cuestión es si se es capaz de articular una estrategia inteligente que logre reducir el apoyo social a la independencia. Desde luego, ese objetivo no se va a lograr sólo con la apelación a la ley y a la Constitución por muy loable que sea esa posición. Es imprescindible crear un entorno en el que la sociedad catalana o la mayoría de ella se identifique y se sienta participe de un proyecto atractivo para las Españas. Si esto no sucede, tendremos un soberanismo estructural elevado y con posibilidades de seguir creciendo. Por eso hay que afrontar el problema catalán con mayor fineza y menor testosterona. El Aranzadi no basta e incluso puede llegar a ser contraproducente.

--¿Debería el Estado ofrecer alguna vía de salida, si ese independentismo se mantiene en el tiempo, y consigue mayorías en votos y escaños? Es decir, ¿en ese caso, debería en algún momento negociar un acuerdo o un referéndum?

--Si las fuerzas políticas independentistas consolidan una posición parlamentaria claramente mayoritaria, se abren dos opciones: primera, la represión o la suspensión sine die de la autonomía, lo que me parece una pésima solución; segunda habrá que plantear, antes o después, algún tipo de consulta. Se que esto suena herético o puede parecer irresponsable, antipatrótico, una muestra de apaciguamiento intolerable etc.  Canada arbitró un mecanismo, la Clarity Act, que abrió el camino a una potencial independencia de Quebec si los separatistas lograban un apoyo mayoritario cualificado. Nunca lo han logrado. Esta alternativa es o parece implanteable en España pero no creo que en términos racionales tenga que ser descartada.