Señoras y señores: tomen asiento que va a comenzar la XIII legislatura del circo que se programa cada cuatro años, o menos, en el Congreso de los Diputados. Por favor, tomen asiento y guarden silencio. Va a comenzar la sesión. Si el presidente de la sesión inaugural, Agustín Javier Zamarrón, el Valle Inclán moderno, se hubiera dirigido así a los diputados y diputadas (adaptarse a los tiempos, no a la RAE) a nadie le hubiese sorprendido. Ha sido un circo en toda su extensión. Con el 70% de los actores nuevos en su debut. Selfies y más selfies. Como actores invitados los presos del procés y Vox. Señoras y señores, empieza la función. La función XIII, mal presagio. O bueno, para los que pasamos de supersticiones. Sólo ha echado a andar.

Con nueva presidenta. Meritxell Batet. Elegante, flexible y condescendiente. Por lo menos tengamos la sesión constitutiva en paz. Que disfrute el espectador televisivo. Y el de la tribuna. Saludos entre Junqueras y Sánchez. “Tenemos que hablar, presidente”. Todos los actores estaban revueltos. Sin orden, pero en concierto. ¡Qué desorden más ordenado! Increíble. Lo extraordinario convertido en ordinario. “Dejen expedito el pasillo izquierdo, porque tenemos que ir con la sacra urna a ver a Pablo Echenique”, suplicó Zamarrón Valle-Inclán. Naturalidad.

Como natural es que cada diputado jure la Constitución, o prometa o perjure o diga algo en otro idioma que nadie entendemos. Lo que les da la gana. Así la sesión toma temperatura. Sube el clímax. Va Junqueras y promete “desde el compromiso republicano y como preso político sí prometo”. Y Rivera Riverita protesta desde su escaño, se pone en pie, gesticula, nadie le hace caso y la presidenta Batet avala la fórmula por la sentencia del Tribunal Constitucional de 1990. Sigamos y tengamos la fiesta en paz, señor Rivera. Aunque lo de "preso político"... no encajó bien en el hemiciclo. Pasó desapercibido, se supone. Ha sido día de juerga y de circo.

Y de recreo. Para los presos. Lujoso recreo. Toda la mañana. Hasta con bar. Todos los derechos en una mañana. Votaron, charlaron, saludaron a casi todos, a Sánchez, a Arrimadas, a Urkullu... A Rivera, no. Sólo les separaba el pasillo, pero las miradas no eran amistosas. ¿Y mañana? Mañana vuelve la rutina, vuelve el juicio. Preside Marchena, no Batet. ¿Volverán al Congreso? Seguro que no. La Mesa los suspenderá. Entonces, ¿qué fue lo del martes pasado? Circo, mucho circo. Y bastante triste. Terminó la sesión. Todos fuera. Menos los presos. Los policías fueron rápidos a su lado. Esperen. Salimos de uno en uno. Despedidas. Tristeza. Muy triste la despedida. Pena. Honda pena. Hay que verlo. Uno puede estar en contra del procés pero la escena final del Congreso fue muy triste. De final. Sensación extraña. Inhumana. Nunca debió producirse.

Si las leyes están anticuadas, que las actualicen. Si el reglamento del Congreso está viejo, que lo modernicen. Ya es hora de ponerse al día. Muchas legislaturas, XII, y nadie ha hecho nada. Ni una ley actualizada. ¿A qué van los diputados al Congreso? ¿A legislar? Pues háganlo. Mucho tiempo perdido. Muchas sesiones desperdiciadas. Hagan leyes para el siglo XXI. Se nos va el primer cuarto y seguimos con las leyes del 78, incluso algunas de antes. Vergüenza. Las escenas finales del Congreso no son lo que se debe ver en la entidad suprema de la democracia de España. Tiene más nivel. Tiene el nivel máximo y no se debe manchar con escenas de esa índole. Presos, policía, tristeza, pena, desazón. Ambiente descorazonador.

Escenas a evitar. Promesas a evitar. Juramentos a evitar. Porque las promesas o juramentos a la Constitución fueron un esperpento. Una provocación del sector catalán. Unos y los otros. Con el pateo de fondo de Vox. Prometen las próximas sesiones del circo. Van a estar animadas y divertidas. Se van a representar hechos grotescos. Hilarantes. Para sonrojar. Como el esperpento de Valle-Inclán. El de verdad. Pero sin tocar la Justicia, la Constitución y la Legalidad. Nada fuera de la Ley. Batet la mantendrá. Suerte.