El pasado miércoles se presentó en el Cercle d'Economia el documento Ideas para una reforma de la Constitución, elaborado por un conjunto de catedráticos de Derecho Constitucional y Político, entre ellos, Santiago Muñoz Machado, Joaquín Tornos, Francesc de Carreras, Eliseo Aja, Enric FossasAlberto Basaguren.

El objetivo del Cercle era aportar ideas que sirvieran para alejar el debate en Cataluña de lo emocional y tratar de ir aportando propuestas concretas que ayuden a racionalizar el debate y que deberían servir de base para una futura reforma constitucional.

No voy a resumir el conjunto de propuestas porque están publicadas, pero sí quiero comentar lo que considero más significativo del debate que se produjo y aportar algunas opiniones personales.

Entre el público, además de profesores universitarios y empresarios --como Jaume Guardiola, consejero delegado del Banco Sabadell--, destacaban numerosos políticos como Santi Vila, Duran i Lleida, Campuzano, Rigol, Pere Navarro, Laia Bonet, Anna Balletbò, López Burniol y el andalucista Alejandro Rojas Marcos. En resumen, democristianos, soberanistas moderados y socialistas.

En este ambiente es lógico que el debate se centrara en buscar el encaje constitucional a las singularidades catalanas, especialmente la reivindicación de que fueran recogidas en una disposición adicional de la Constitución. También se reiteró por diversos intervinientes que el conflicto catalán era una lucha por un nuevo reparto del poder entre Cataluña y España (reducida a Madrid). Dicho de otro modo, reconocimiento y poder son las piezas necesarias para empezar a encauzar el conflicto para la mayoría de ponentes y público. Campuzano reivindicó la Ley de Claridad canadiense, pero un referéndum binario --independencia, sí o no-- fue descartado por la mesa.

Hecho este breve resumen, y sin menospreciar un debate que me pareció útil, más que en las propuestas, en la voluntad de restablecer un clima de dialogo, debo expresar dos discrepancias fundamentales.

Hoy los catalanes contrarios a la independencia no van a conformarse con seguir como sujetos pasivos, como se vio en las manifestaciones del mes de octubre, y exigirán, también, reconocimiento y poder

La primera afecta al conflicto interno en Cataluña. Apenas fue tratado. Hoy los catalanes contrarios a la independencia, ya sea por razones de doble identidad, catalana y española, o por considerar que la independencia llevaría a Cataluña a un régimen autoritario, aislado y endogámico, con graves problemas económicos y convivenciales, desestabilizador de Europa y con pretensiones de expansionismo territorial, no van a conformarse con seguir como sujetos pasivos, como se vio en las manifestaciones del mes de octubre, y exigirán, también, reconocimiento y poder. Quieren que todos los catalanes, sea cual sea su lengua habitual y su ideología, tengan iguales derechos, no sean insultados como colonos o traidores y quieren no continuar excluidos de un poder que se concentra en las familias de siempre y en aquellas personas que se adhieren al régimen de forma entusiasta y sectaria.

La segunda afecta a la confianza. O mejor, a la falta de confianza en quienes han sido manifiestamente desleales. Escribí hace años que Mas se equivocó al precipitarse. Iban cociendo la independencia a fuego lento y el oportunista acelerón secesionista hizo saltar de la olla a los catalanes no secesionistas.

El procés ha fracasado por la reacción de muchos catalanes, la falta de reconocimiento exterior y porque las estructuras de Estado estaban en mantillas, en el mejor de los casos. ¿Debemos permitir que las sigan construyendo con nuevas competencias, por ejemplo una agencia tributaria compartida, un poder judicial propio, manteniendo la inmersión lingüística y la educación del espíritu nacional en las aulas, o con unos medios de comunicación públicos no ya progubernamentales --todos lo son-- sino manifiestamente activistas y propagandísticos del régimen? ¿Hay que darles los instrumentos para que la próxima vez tengan éxito?

¿Hay que darles los instrumentos para que la próxima vez tengan éxito?

El conflicto catalán ya no es sólo un conflicto entre secesionistas y España. Es también de forma relevante un conflicto entre catalanes. Que los partidos constitucionalistas no se olviden de ello. Los catalanes no secesionistas ya no aceptarán pactos a sus espaldas como durante los últimos cuarenta años. Diálogo, todo. Pero con todos los interlocutores en la mesa. Los catalanes no secesionistas quieren ser una voz autónoma no supeditada al Gobierno español de turno, que hasta ahora los ha utilizado, fuera cual fuera su signo político, como moneda de cambio.

Por eso aprovecho la ocasión para pedir al Cercle que organice una jornada para oír la voz y las propuestas de los catalanes no nacionalistas. Se lo han ganado porque han sufrido en silencio, y siguen siendo víctimas de acoso y marginación en la Cataluña oficial. Su movilización en octubre fue esencial para parar el golpe y para mostrar al mundo una visión de Cataluña contrapuesta a la secesionista. Son parte imprescindible para la búsqueda de soluciones al conflicto.