El Partido de los Socialistas Catalanes es una institución sólida, fundamental, y hasta se diría que imprescindible para que el sistema de partidos funcione en nuestra región. El que lo ponga en duda, que se tome la molestia de ir contando cuántos cuadros inicialmente formados en el PSC han ido alimentando otras fuerzas políticas, especialmente las nacionalistas. Pueden empezar por Ernest Maragall, seguir por Mascarell, luego por el señor Elena, actual conseller de Interior… Y esto por  mencionar solo tres casos de grandes triunfadores, de líderes que han aportado a la sociedad casi tanto como han sacado de ella…

Este gran servicio a la democracia que hace el PSC, ese partido que tiene “dos almas”, nutriendo con sus numerosísimos tránsfugas a las formaciones adversarias desde luego que es meritorio, pues se suponía que el socialismo postulaba una gran fraternidad universal, una mirada a lo lejos: hoy ser de izquierdas consiste en tener esa clase de mirada que alcanza más allá de los intereses de tu comunidad más próxima, que se interesa por la Humanidad en general, según Deleuze en su célebre Abecedario; o sea lo contrario de lo que postula el nacionalismo.

Se suponía que Illa tenía que ser el adversario político e ideológico, la oposición a una visión del mundo mezquina y egoísta. Pero seguramente no lo habíamos entendido bien.

En estos últimos años conmueve el ánimo asistir a los grandes esfuerzos que, aparcando las tareas que le corresponderían como alternativa de Gobierno y como jefe de la oposición, hace el líder del PSC, don Salvador Illa, para ser admitido como socio de sus despectivos adversarios y formar con ellos Govern. Él se postula incansable ante el president Aragonès, pero este por el momento no quiere ni oír hablar de ello, siguiendo instrucciones de su jefe, el señor Oriol Junqueras, al que se diría que los socialistas le dan asco, entre otros motivos de alta política porque no fueron a visitarle en la cárcel. Y mira que había días para hacerlo. Esto, el beato lo lleva muy mal y ahora los detesta, o finge detestarlos. Pero Illa insiste porque el ilusionante gran proyecto de futuro de los socialistas consiste en reeditar los tripartitos que dirigieron Pasqual Maragall y José Montilla. Si su insistencia tuviera un himno, sería la canción en la que Torrebruno, asediado por unas chicas muy monas, declaraba:

--Lo podríamos pasar muy bien el domingo en el parque…

Las chicas, solícitas, le preguntaban:

--¿Voy contigo?

--No, tú no –respondía Torrebruno.

--¿Y por qué?

--¡Porque no!

“¿Voy contigo?”, pregunta Illa. Y Aragonès responde: “Quita, bicho, ¡tú no!”

¡Ser basureado por El petitó de Pineda! Manda carallo. La verdad, es una situación muy desairada la del exministro, es lo que en catalán dicen “fer un paper ben galdós”. Ahora, en un penúltimo esfuerzo por hacerse aceptar por los ercos, se ha sacado de la manga la conveniencia de no se sabe qué futura “consulta a la ciudadanía” (el sobado eufemismo de “referéndum”: el pobre Illa no se puede decir que sea muy original y que tenga un léxico propio) sobre imprecisos “acuerdos entre partidos” en bien del “autogobierno”.

¡Ay, estas cosas son tan, pero tan propias del PSC! ¡Les retrata tan bien! Quiero decir: esta manía de enredar, de marear la perdiz y de proponer tonterías pomposas.

Empezó Pasqual Maragall del bracete de Carod –una eminencia ciertamente a su altura— sacándose de la manga un nuevo Estatut que nadie le había pedido y que provocó una confusión endemoniada, de la que aún no hemos salido.

Siguió el elocuente Montilla, defensor de las repugnantes multas lingüísticas, en primera fila de manifestaciones contra el Tribunal Constitucional de donde tenía que salir corriendo para que la turba que él mismo había convocado no le partiera la crisma, asistente a conciertos de Lluís Llach en los que el público le abucheaba. Otro genio.

Siguiendo esa extraña, quizá patológica inclinación a intentar hacerse querer por sus adversarios, y recordando los dudosos éxitos de aquellos tripartitos, viene Illa, exministro del muy veraz y fiable señor Sánchez, suplicando insistentemente a los golpistas ercos formar con ellos otro tripartito, y asomando la patita de la originalísima iniciativa de una “consulta”.

Ya vas bien para ir a Sants. Quien no os conozca que os compre.