La retirada de la oferta pública de adquisición (OPA) de la italiana Esseco sobre Ercros, después las condiciones impuestas por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), deja a la química catalana en una difícil encrucijada. Como ya señalé en mayo de 2024 (Ercros, ¿resucitar para morir?), la OPA de Bondalti, y posteriormente la de Esseco, ponían de manifiesto la fragilidad del mercado bursátil español, donde empresas saneadas y sólidas como Ercros, que mantiene una deuda controlada y paga dividendo, quedan expuestas a operaciones de este tipo debido a un mercado continuo raquítico y a valoraciones por debajo de su potencial, algo que en bolsa ocurre bastante a menudo.
La salida de Esseco, y la incertidumbre sobre si la portuguesa Bondalti seguirá adelante, reavivan el debate sobre el destino de una compañía clave para la industria química española. En un año, su cotización ha caído alrededor de un 28% después de tocar mínimos el pasado 11 de agosto con la noticia de la retirada de Esseco.
Ercros, con sede en Barcelona y una red de centros productivos en España, ha demostrado resiliencia a pesar de un contexto económico adverso, con una demanda europea debilitada y mercados volátiles, como reflejaron sus resultados del primer semestre de 2024, con una caída del beneficio del 91,6%. Sin embargo, la oposición frontal del 27% de los accionistas a las ofertas de Bondalti (3,60 euros por acción) y Esseco (3,84 euros) evidenció un descontento claro con los precios propuestos, considerados insuficientes frente al valor real de la compañía.
En la junta de junio de 2024, no solo se criticaron las ofertas por parte de los accionistas, sino también la gestión de Antonio Zabalza, quien lleva casi tres décadas al frente, siendo el artífice de la resurrección de Ercros tras la suspensión de pagos de mediados de los años noventa.
La retirada de Esseco, motivada por las exigencias de la CNMC -como la rescisión del contrato con el grupo coreano UNID para el suministro de hidróxido y carbonato de potasio-, pone en jaque la operación de Bondalti, ahora única contendiente. La CNMC aún no se ha pronunciado sobre esta oferta, que sigue bajo escrutinio, en fase II, por posibles efectos en los mercados de sosa cáustica e hipoclorito sódico.
Si Bondalti persiste, deberá superar no solo las trabas regulatorias, sino también la resistencia de un grupo determinante de accionistas que han dejado claro su rechazo a precios que no reflejen el hipotético potencial de Ercros.
Como ya apunté, lo deseable no es que Ercros sea absorbida, sino que haya una integración en el accionado del grupo Bondalti u otro actor, a fin de preservar su plan de desarrollo y fortaleza operativa, manteniendo su sede en Cataluña y sus centros de producción en España.
La química catalana no es solo un activo industrial, sino un símbolo de la capacidad de la economía española para competir en sectores estratégicos. Ahora bien, o bien Bondalti mejora su oferta para satisfacer a los accionistas, o Ercros deberá replantearse definitivamente su estrategia, en un entorno donde la deprimida cotización en bolsa refleja las dificultades del sector químico europeo, al igual que les sucede a la belga Solvay, la francesa Arkema o la alemana Lanxess.
No obstante, la particular situación de Ercros subraya, una vez más, la necesidad de un mercado de capitales más robusto en España, capaz de proteger a nuestras empresas de OPAs hostiles y de fomentar su crecimiento sin depender de capital extranjero.
Mientras tanto, la compañía debería aprovechar esta coyuntura para reforzar su posición, ya sea negociando una fusión amigable o apostando a fondo por un proyecto propio que la devuelva al camino del crecimiento cuando se produzca el cambio de ciclo en la demanda de cloro y sus derivados. El tiempo dirá si Ercros resurge o si está destinada a ser otra víctima de la debilidad estructural de nuestro mercado bursátil.